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Andalucía

Una familia ceutí no puede enterrar a su padre fallecido en Marruecos por trabas burocráticas

El elevado coste de 3.000 euros para el traslado forzó a la familia a enterrar al fallecido en Tetuán, lejos de su deseo

Una familia ceutí no puede enterrar a su padre fallecido en Marruecos por trabas burocráticas

Vista de Castillejos (Marruecos) | Antonio Sempere / Europa Press

La familia de Juan Márquez, un ceutí de 89 años fallecido en su domicilio en Castillejos, ha enfrentado una difícil odisea para darle sepultura. A pesar de los múltiples esfuerzos realizados desde su muerte el pasado 9 de enero, las trabas burocráticas y los elevados costos económicos han llevado a que su último adiós deba ser en Tetuán, Marruecos, y no en la ciudad que lo vio nacer y donde residió buena parte de su vida.

Juan Márquez, un jubilado extrabajador del Hospital Militar de Ceuta, murió en su casa tras un fallo cardíaco. Tras el fallecimiento, su familia inició un complejo proceso para trasladar su cuerpo a Ceuta. Sin embargo, tanto las normativas locales marroquíes como la falta de recursos económicos hicieron inviable su repatriación.

Desde que su esposa, Fátima, encontró su cuerpo la mañana del jueves 9 de enero, la familia tuvo que enfrentar numerosos obstáculos. Tal y como adelantó El Faro, aunque la muerte fue declarada natural por un forense y corroborada por las autoridades locales, el traslado del cadáver desde el domicilio hasta el hospital de Castillejos enfrentó restricciones iniciales. Este proceso obligó a mantener el cuerpo en su hogar durante dos días, hasta que finalmente se autorizó el traslado.

El Consulado General de España en Tetuán indicó a THE OBJECTIVE, que colaboraron en las gestiones necesarias para este traslado. Según explicaron, tras recibir una llamada del hijo del fallecido a través de su línea de emergencia, activaron los procedimientos para garantizar que las autoridades locales acudieran al domicilio, además de gestionar una ambulancia para transportar el cadáver al hospital.

Asimismo, el Consulado ofreció a la familia información sobre las dos alternativas disponibles: el traslado del cuerpo a Ceuta o su entierro en el Cementerio Español de Tetuán. Finalmente, los familiares optaron por esta última opción ante las dificultades económicas y la complejidad del proceso.

Trabas económicas y burocráticas

Uno de los mayores impedimentos para la familia fue el coste del traslado a Ceuta, cifrado en unos 3.000 euros. Este gasto incluye el uso obligatorio de una ambulancia marroquí hasta la frontera, junto con los costos de un ataúd especial y su precinto. A pesar de sus intentos por cumplir con los requisitos legales, incluida la tramitación de un certificado de nacimiento literal en Ceuta, no lograron reunir la suma necesaria.

Adicionalmente, según denunciaron amigos de la familia, parte de los trámites podría haberse resuelto a través del Consulado en Tetuán, evitando desplazamientos innecesarios. Según explicaron, el Consulado de España en Tetuán podría haber gestionado parte del proceso sin necesidad de desplazarse a Ceuta, pero una funcionaria en Marruecos les negó esta posibilidad. Esto obligó a Fátima y su hijo a hacer el costoso viaje a Ceuta sin que se resolvieran los problemas fundamentales. No obstante, la información proporcionada por el consulado a este medio contradice estas declaraciones, pues asegura haber atendido a los familiares durante todo el proceso.

Finalmente, la familia optó por sepultar a Juan Márquez en Tetuán. Aunque agradecieron las gestiones realizadas para este procedimiento, expresaron tristeza por no haber podido cumplir el deseo de Juan de descansar en Ceuta. El hijo del fallecido resaltó que esta solución hace más difíciles las visitas al lugar de descanso de su padre, incrementando el desgaste emocional.

Falta de apoyo institucional

Los ceutíes que han seguido de cerca el caso han expresado a este medio que el caso de Juan Márquez destaca importantes deficiencias en los mecanismos de apoyo a familias que enfrentan fallecimientos en el extranjero. Concretamente, se hace visible la falta de coordinación entre las instituciones de España y Marruecos, así como los altos costos asociados al proceso de repatriación. Todos estos factores dificultaron a la familia el cumplimiento de los trámites necesarios, aumentando significativamente la carga económica y emocional.

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