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Madrid

El embrujo de Madrid

Solo ocho países tienen un PIB y un poder adquisitivo por número de habitantes superior a la ciudad de la Cibeles

El embrujo de Madrid

Madrid.

Oxford Economics no se anda con rodeos, evita toda tartamudez, habla alto y claro desde su prosa magnética: Madrid es ya la única ciudad europea que rivaliza con Londres y París; Madrid exhibe una población cosmopolita y altamente cualificada; Milán, que en su día estuvo en la cima, nada tiene que hacer frente a Madrid. Europa aglutina su economía urbana, desde el XIX o antes, en torno a grandes ciudades: Londres, Bruselas, Ámsterdam, París, Fráncfort. Muchas de ellas se entrelazan en el conocido marbete «Blue Banana». Oxford Economics ve a Madrid en dicha y exitosa estela.

Madrid llama, sin vocear, a turismo, riqueza e inversión. El PIB madrileño, según los ingleses, nada tiene que envidiar a Londres y París. La revista The Economist profundizó durante meses atrás en un largo reportaje sobre la ciudad hechizada, embrujada y abierta a todos los sentidos. Al mismo tiempo, durante el año pasado, Madrid superó los siete millones de habitantes. Oxford Economics, que son unos tíos con lupa y jersey a rayas, muy amigos del scotch a las ocho de la tarde y antes de cenar, saben que el norte rico europeo es el de arriba pero que el sur peleón no está mudo ni es pobre. Solo salvan los ingleses lúcidos, los beodos de principio de noche, a Madrid en el amplio Sur. Italia, por ejemplo, ya está borrada. El «Blue Banana», escrito con el plátano muy duro, no es solamente el potencial presentado para ser rica, con los ojos abiertos o cerrados por el whisky con sabor a madera, sino que puede serlo todavía más y, claro, ahí están ellos, faltaría más.

El argumento de Oxford Economics es muy de dedo que apunta a la luna mientras sujeta el vaso: lo primero, las empresas multinacionales madrileñas, contadas una a una; lo segundo, los principales bancos europeos, contados uno a uno, con el mismo dedo y tras unos tragos. Ambas listas convergen en que Madrid es la hostia y toda esta gente (la señalada) está aquí por algo, para ganar dinero ya y todavía más después. Con una servilletita arrugada, y mientras cargan la Montblanc en el vaso frío, comparan PIB y PPA (el segundo es el molón: el indicador del poder adquisitivo por número de habitantes, una cifra mágica que elimina cualquier distorsión por los precios al uso). Madrid vuelve a ser una fiesta, en PIB y PPA, con sus siete millones de esqueletos vivos y multinacionales y bancos haciendo cola para pillar silla. Oxford Economics llama a Eurostat, echan otro trago mientras comunica y cuando se ponen confirman la exclusiva: unos 41.400 euros por habitante para gastar, el mayor de las 244 regiones europeas analizadas. ¡Bravo!

El resto de la Unión Europea, no lo dicen y hay que sacárselo con una aceituna pinchada en un palillo, anda por los 35.400 euros. Madrid supera en casi un kilo, un milloncejo de pesetas de las de antes, al resto de competidores. Un PIB per cápita de un 17% superior: el milagro madrileño, el hechizo capitalino, el embrujo ciudadano. Los de Oxford Economics son muy de sacar la lupa, sobre todo para ver la etiqueta de la priva, y resulta que si nos fijamos en la Comunidad y no ya en la ciudad, la cifra sube a un 117% dentro de la nación (las siguientes serían País Vasco y Navarra). Así, Madrid es el lugar de los sueños imposibles, de los bares siempre abiertos, de los amores diurnos, de las fiestas nocturnas, de la ilusión en pocos metros cuadros de asilo y de los ojos y pies hambrientos de calle y progreso y conocer gente y prosperar, a base de tesón, talento, oportunidad.

«Oxford Economics sabe que Madrid no es París ni Londres pero lo será si (otra vez el dedo para arriba): llegan las urbes punteras en tecnología»

Solo ocho estados tienen un PIB y un PPA superior a la cuna de Cibeles. Merece la pena nombrarlos, mientras Oxford Economics vuelven del baño, porque están muy cocidos con la alegría ajena, siempre les pasa igual: Luxemburgo, Irlanda, Dinamarca, Países Bajos, Austria, Suecia, Alemania y Bélgica. Produce un poco de vértigo, agarrado a la barra como al mejor flotador, verse o intentar sacar pecho dentro de dicha nómina. El PIB creció en Madrid, durante 2023, un 2,8%, tercer año de crecimiento sólido tras la pandemia, lo que según los ingleses fomenta la «resiliencia», que es algo así como levantarse del suelo tras una hostia muy gorda, y todo ello sin perder dinamismo. Ya lo dice Manu Gálvez en su novela Todo exterior, de próxima aparición, y para el que me ha pedido un prólogo: «El mal sabe que una hostia duele más después de una caricia». La caricia de Madrid es volver a creer en los sueños, superada cualquier violencia, vencido el fracaso.

Oxford Economics lee por las noches el informe de la Confederación Empresarial de Madrid y aprueban sus conclusiones: todo, en el fondo, tiene que ver con la productividad, donde crece la población hasta un 27,5% y respecto a las rentas per cápita, sí, cuentan las agregadas, que es la producción de toda la región y aumenta un 50,9%. Ya con un vasito de agua, tras el café con sal, Oxford Economics sabe que Madrid no es París ni Londres pero lo será si (otra vez el dedo para arriba): llegan las urbes punteras en tecnología. La guinda a la tarta vendrá dada por información, servicios profesionales y comunicaciones. El perro negro de dos cabezas (paro, emigración del talento) persigue a toda ilusión, lo sabe Oxford Economics pero como destino laboral tampoco admite comparación (ocio, clima, gastronomía, educación de sus gentes). Si lo sabrán ellos, boquiabiertos con el proyecto de Madrid Nuevo Norte: 230 hectáreas para escribir otro informe a sorbos.  

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