Vender el alma por un 'Txapote'
«Sánchez tiene en Bildu a su más leal socio de legislatura. Más incluso que su socio de Gobierno, Unidas Podemos»
En la política es cosa común el tener que aceptar o el tener que tomar decisiones que no siempre coinciden plenamente con el propio pensamiento ideológico. Se buscan los acuerdos en los que todas las partes ceden algo para que todos, la mayoría de los ciudadanos, puedan ganar algo. Es de esencia democrática que el resultado de estas negociaciones se haga o al menos concluyan con los términos conocidos por todos. Cierto que uno busca siempre a los que considera más cercanos. Y Sánchez lo tiene claro.
Hay un objeto del deseo que todos siempre escuchamos a los políticos cuando están en la oposición y que se llama transparencia. Y pasan los años y sigue siendo eso: objeto de deseo. El poder negociar a espaldas de la opinión pública es a veces necesario. Todos lo han hecho. Es probable que se negocie mejor sin provocar grandes críticas externas. Pero cuando se pacta hay que decirlo. Los acuerdos deben tener toda la luz y taquígrafos necesarios. Y sobre todo la valentía de hacerlos públicos. Especialmente si saltan la línea roja que es la que implica a las víctimas del terrorismo.
La unidad de los españoles demócratas, la cooperación tardía, pero fundamental, de Francia y sobre todo la lucha eficaz y sacrificada de los cuerpos y seguridad del estado consiguieron derrotar a ETA. Sí. Derrotar. ETA asesinó a más de 800 personas, pero fue derrotada. Bildu está intentando cambiar la historia y la narrativa a las nuevas generaciones vascas, sea desde sus libros de enseñanza o desde los programas de su televisión. Con el apoyo silencioso y grosero del PNV y con la pasividad o ingenuidad del actual Gobierno de Sánchez. Pero que nadie olvide que ETA fue derrotada. Dicho esto, lo cierto es que hay más de trescientos asesinatos terroristas sin resolver y que nadie desde el mundo abertzale ha ayudado a la justicia a resolver estos casos ni a llevar la paz a las familias de estas víctimas. Nunca se han arrepentido. Nunca han pedido perdón.
En este contexto, es muy preocupante la ya tradicional coincidencia del traslado de presos etarras al País Vasco a los pocos días de que Bildu apoye a Sánchez en el Congreso en la votación de los últimos decretos ley. Será coincidencia, pero el ministro del interior Fernando Grande-Marlaska volvía a acercar esta semana a 13 etarras a prisiones del País Vasco, cuyas competencias, desde hace meses y gracias de nuevo a la sumisión parlamentaria de Sánchez, gestiona el Gobierno vasco. Nunca en cuarenta años ningún Gobierno, ni socialista ni popular, quiso entregar las competencias en prisiones al Gobierno vasco. Todos se temían que podría pasar lo que está ocurriendo. La vergonzante concesión de beneficios a asesinos con muchos años de condena todavía a sus espaldas.
Traslados a prisiones vascas. Cesión de competencias al Gobierno vasco. No ha habido pausas en el trabajo de Grande-Marlaska que con un entusiasmo, empeño y tesón digno de mejor causa ha trasladado a las cárceles vascas a un centenar de presos. Tres de cada cuatro presos etarras ya están en el País Vasco. No de golpe. En tandas. Como las votaciones en el Congreso.
«En el PSOE saben que estos votos de ahora de Bildu en el Congreso, pueden ser hambre de votos para mañana cuando lleguen elecciones en muchos sitios de España»
Esta semana han sido 13 presos que tienen sus manos manchadas con un total de 72 asesinatos. Entre los beneficiados, los dos mayores asesinos de ETA: ‘Txapote’, el asesino de Miguel Ángel Blanco y Gregorio Ordoñez y otras 11 víctimas más. Y Henri Parot, con 39 asesinatos, el autor de la matanza de la casa cuartel de Zaragoza, donde murieron once personas, entre ellas cinco niños.
Sin arrepentimientos. Sin informes a favor para los traslados. Sin colaboración en el esclarecimiento de los casi trescientos asesinatos de ETA que quedan sin resolver. Y por supuesto, sin sensibilidad sobre el momento en qué se hacía. Se cumple este verano 25 años del secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco y del espíritu de Ermua que unió a toda España en la repulsa de un asesinato miserable e inhumano. Todos lo son, pero este lo fue más en su alevosía y reto al estado de derecho y a la democracia española. Nada de esto le ha parecido a Sánchez digno de consideración o de cuidado. Tenía razón Otegi cuando explicaba hace tiempo a sus votantes de Bildu que iban a apoyar al Gobierno de Sánchez porque su prioridad era traer al País Vasco a todos los presos y luego negociar su excarcelación, antes de que haya cambios en La Moncloa.
Sánchez tiene en Bildu a su más leal socio de legislatura. Más incluso que su socio de Gobierno, Unidas Podemos. La gente de Bildu poco le discute a Sánchez y cuando lo hace es siempre en voz baja y con muy buenas palabras. Tono educado y cariñoso con el que les responden también el presidente del Gobierno y muchos de sus ministros a los independentistas. Nada que ver con la galería de insultos con los que se dispara en ráfagas contra el líder del PP, Alberto Feijoó, y otros dirigentes populares, sea el que sea el tema.
Desde el Gobierno y el PSOE siempre han negado que haya ningún acuerdo con Bildu. Pero los hechos son tozudos. Los traslados continúan. Y se conoce que la mayoría de los presos etarras trasladados a Euskadi no están en las zonas comunes de las prisiones. Gran parte de ellos están en los llamados módulos de respeto, zonas en las que no hay presencia de funcionarios de prisiones y en las que son ellos los que se autogestionan. Habitaciones individuales e incluso un sueldo del Gobierno vasco por trabajar en los economatos. Sus salidas a la calle por cualquier motivo son continuas, da igual el grado en que estén. Por eso muchos se temen que pronto Sánchez haga de nuevo dejación para que sea el Gobierno vasco acelere la puesta en libertad de los etarras usando el argumento de arraigo y voluntad de reinserción. Algo de nuevo difícil de entender cuando siguen sin arrepentirse de sus asesinatos.
La política de acercamientos no ha terminado. Quedan todavía votaciones importantes en la legislatura de Sánchez. Moncloa niega que haya acuerdos. No pueden reconocerlo públicamente. Saben que estos votos de ahora de Bildu en el Congreso, pueden ser hambre de votos para mañana cuando lleguen elecciones en muchos sitios de España. Pero eso para Sánchez es futuro. De momento hay que sacar los presupuestos y otros proyectos y se hace lo que haga falta. Hasta vender el alma por un ‘Txapote’.