Carlos Silva: «La exclusión del castellano en las aulas es el momento más grave desde el 1-O»

Carlos Silva es profesor de inglés en un instituto catalán y portavoz de Docentes Libres, plataforma formada exclusivamente por docentes que reclaman una educación bilingüe en Cataluña. La entidad nació en medio de este ambiente enrarecido por la política donde no se va a aplicar la sentencia en firme del 25% de horas lectivas en castellano tras el cambio legislativo llevado a cabo en último momento por el Ejecutivo catalán. El Gobierno central tampoco pidió la ejecución forzosa de la resolución judicial ni ha impugnado las nueves leyes catalanas que excluyen el castellano de las aulas.

Ante este escenario, un grupo de profesores y maestros han querido visibilizar que no existe consenso en las escuelas catalanas en torno al modelo de inmersión lingüística. Silva asegura que «los docentes llevan años oponiéndose a la inmersión en privado», y que la novedad es que «ahora ha terminado el silencio». También denuncia que «con el Gobierno de Sánchez» se sienten «menos apoyados que nunca».

Pregunta.- Usted es la cara visible de ‘Docentes Libres’. ¿Se ha tardado demasiado en mostrar la discrepancia con el modelo de inmersión desde los propios docentes?

Respuesta.- Los docentes no sólo no han tardado en discrepar y oponerse al modelo lingüístico abusivo y liberticida de los gobiernos de la Generalitat nacionalista, sino que fueron los primeros en alzar la voz contra él ya en 1981 con el Manifiesto de los 2.300, redactado y encabezado por los entonces profesores de instituto Santiago Trancón y Federico Jiménez Losantos y suscrito por numerosos docentes más. Otro tema es el precio personal que muchos de los firmantes tuvieron que pagar por atreverse a denunciar que la inmersión lingüística es una aberración pedagógica y un modelo totalitario que anula la libertad y el derecho de los ciudadanos a ser educados en español. Muchos tuvieron que marchar por el señalamiento y la presión, incluso por la violencia, como en el caso del propio Losantos. 

P.- Otros siguieron marchando años después… 

R.- Otros marcharían después con el requisito del catalán que acotaba el sistema educativo en Cataluña a medida del nacionalismo y condenaba al éxodo a quien no lo cumpliese. Quizás haya que ver en esta discrepancia pionera y clarividente de los docentes a principios de la década de los 80 y en la virulencia de la reacción nacionalista el origen del largo silencio de la profesión. Desde entonces, con excepciones heroicas y puntuales, los docentes han seguido oponiéndose en silencio, en privado, pero han evitado el choque frontal con el poder omnipresente del establishment nacionalista para no condicionar su vida laboral y evitar la muerte social. La oposición a la inmersión lingüística siempre ha estado ahí y sigue estando, eso no ha cambiado. Lo que se ha acabado es un largo periodo de silencio.

P.- ¿Por qué ha decidido dar el paso ahora y significarse? 

R.- Oponerse al poder nacionalista tiene un precio y es complicado en lo personal dar ese paso. Por eso, un grupo de profesores en activo ya significados, con una trayectoria pública en el ámbito de los derechos civiles y la resistencia al nacionalismo, ya sea desde la sociedad civil, la política o los medios de comunicación, pensamos que podíamos ejercer esta labor de servicio a los compañeros que resisten al nacionalismo desde el anonimato de las aulas.

Pensamos que era una contradicción que la profesión que sufre y vive en primera persona la realidad de los centros educativos y los abusos y arbitrariedades de la Generalitat estuviese ausente del debate público y careciese de una voz que rompiese el mantra nacionalista del apoyo unánime de los docentes a la inmersión y a lo que ellos llaman el modelo de ‘escola catalana’. 

Oponerse al poder nacionalista tiene un precio y es complicado en lo personal dar ese paso

P.- ¿Quiénes le acompañan?

R.- Soy una de las caras visibles, pero no la única. Otros profesores como Iván Teruel, Sonia Sierra o Pilar Barriendos, ponen conmigo cara a esa masa silenciosa. En cierto modo, podíamos hacerlo y teníamos la obligación moral de hacerlo. Decenas de profesores lo vieron claro inmediatamente y se sumaron a la plataforma desde el anonimato. Nosotros somos sólo la cara y la voz.

R.- En la universidad parece que hay más pluralidad de opiniones entre docentes, ¿qué pasa con la educación primaria y secundaria?

P.- Cada nivel educativo tiene sus propias características. Aunque también tenemos miembros de Docentes Libres en primaria, la educación primaria ha asumido como un eje vertebrador de los docentes su adhesión al modelo educativo nacionalista. Desde la propia formación de los maestros, este elemento se potencia y se inculca como una de sus guías: la supuesta cohesión social a través del modelo lingüístico monolingüe en catalán y la defensa a ultranza del modelo de escuela catalana. Esta visión evangelizadora está ausente en la secundaria. Somos profesores especialistas, cada uno con una formación de origen y una trayectoria diferente y, en principio, no participamos de ninguna catequesis colectiva más allá del discurso del Departament de Ensenyament que nos indique el camino a seguir como buenos profesores catalanes. 

La cohesión de una parte del profesorado de secundaria en torno al modelo educativo y lingüístico nacionalista es la consecuencia de una sociedad que ha interiorizado este discurso como lo natural y lo desarrolla y aplica de manera acrítica. Después estamos los que no compartimos este modelo ni la ideología que lo sustenta, como ocurre en la universidad.

P.- Los directores de escuela en Cataluña tuvieron un papel destacado en el referéndum del 1-O. ¿Por qué casi no existe discrepancia entre docentes sobre los presuntos beneficios de la inmersión?

R.- Debatir en términos de beneficios y perjuicios pedagógicos desenfoca el debate y despista a la opinión pública. La imposición de la inmersión en catalán ha sido siempre un proyecto ideológico cuya finalidad es la construcción de una sociedad a medida de las aspiraciones nacionalistas y la ruptura de lazos, también en la lengua, con el resto de España. El nacionalismo seguiría apoyando la inmersión lingüística en catalán aunque se le enterrase en un alud de informes que demostrasen lo nefasto de esta política para los alumnos, porque no les importa el catalán, ni los alumnos. Sólo les importa ‘el procés de construcció nacional’ y todo es sacrificable en ese altar. Los docentes que conozco que apoyan la inmersión no aportan nunca pruebas ni datos sobre los beneficios de la inmersión, solo reproducen argumentos sobados y eslóganes sobre cohesión social, ascensor social o salud de la lengua. Es puro pensamiento prefabricado.

Estamos convencidos de que la manifestación será un éxito histórico

P.- Hay pocas familias que se atrevan a pedir el 25% de castellano. Esto crea una percepción de que vuestras reclamaciones son muy minoritarias en la sociedad catalana.

R.- Es un auténtico acto de heroicidad para las familias reclamar sus derechos. Tras la sentencia del 25%, Escuela de Todos presentó la demanda de su aplicación con casi 2.000 peticiones individuales de familias respaldando la petición. Con frecuencia nos olvidamos de que en Cataluña el nacionalismo es el poder. No es la víctima. Estamos hablando por lo tanto de miles de familias de radicales antisistema, dispuestas a dar la cara, poner en juego su tranquilidad, recibir insultos, todo por luchar por sus derechos en una situación absolutamente adversa. En una situación favorable, con un Gobierno de España con unos principios claros sobre lo que es el respeto de los derechos de todos los españoles, estoy seguro de que esos miles serían cientos de miles en pocos años.

P.- Tenéis el reto de volver a movilizar al constitucionalismo este 18-S. ¿Os sentís apoyados por las instituciones?

R.- Por las instituciones, nunca. Y con el gobierno de Pedro Sánchez, menos que nunca. La soledad del constitucionalista catalán a nivel institucional es habitualmente absoluta, con pequeños rayos de sol que desaparecen antes de dar un poco de calor. Queremos unas instituciones y un Gobierno de España que se preocupe por todos los españoles, no sólo por los que le puedan valer los apoyos para seguir en el poder. Estamos convencidos de que la manifestación será un éxito histórico.

P.- ¿El pacto del Gobierno de Pedro Sánchez con ERC ha afectado a la movilización constitucionalista?

R.- Nos hallamos ante una situación de una gravedad tremenda, la situación más grave desde el intento de golpe de Estado del referéndum ilegal del 1 de octubre. La sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) sobre la aplicación del 25% en castellano de manera generalizada en el sistema educativo ha supuesto un antes y un después en la lucha por la vehicularidad en lengua castellana. La Generalitat, el nacionalismo, sabe que es así, por eso su respuesta ha sido tan agresiva. La sentencia del 25% mina los cimientos de todo el discurso nacionalista en torno a la lengua en el ámbito educativo. 

Por ello, han puesto toda la carne en el asador para impedir su aplicación, incluyendo el filibusterismo legislativo y la desobediencia, aprovechando la situación para ir más allá y aplicar su rebeldía judicial revocando y dando instrucción de desobedecer resoluciones anteriores. Mientras tanto, Pedro Sánchez juega con nuestros derechos, se dedica a sus cambalaches y apaños y nos ofrece en bandeja al nacionalismo a través de sus pactos y negociaciones con ERC para que actúen a su conveniencia, inhibiéndose de manera culpable o colaborando a través del PSC en estos atropellos. La movilización es imprescindible, necesaria. Tenemos que hacer que se oiga nuestra voz y que ningún gobierno se atreva a ignorarnos.

P.- ¿Qué le diría a alguien que duda si ir a la manifestación del 18-S?

R.- Les diría que lo que defenderemos este 18-S va mucho más allá del tema lingüístico. Está en juego la defensa de sus derechos fundamentales, está en juego el ser tratados como ciudadanos de primera y no como súbditos al servicio de los poderosos, del nacionalismo. Está en juego su futuro, porque el nacionalismo toma nota de la capacidad de respuesta de los ciudadanos que no compartimos su visión totalitaria, anti-democrática, de la sociedad. El nacionalismo tomará nota de la respuesta ciudadana de este 18S y medirá sus abusos futuros con la vara de la intensidad de la respuesta que seamos capaces de dar. Por eso es tan importante participar en la manifestación este 18S.

P.- Algunos partidos han confirmado que asistirán. ¿Esperáis que acudan sectores del PSC?

R.- No. No esperamos nada del PSC. Me constan los contactos, la mano tendida del movimiento cívico, pero también que las buenas palabras y propósitos de enmienda del PSC han acabado siempre en engaño. Personalmente, no espero nada.

P.- Si Feijóo llega a la Moncloa, ¿creéis realmente que habrá un cambio respecto al sistema de inmersión lingüística en Cataluña?

R.- Cualquier cambio tras el Gobierno de Pedro Sánchez será recibido con alivio, pero esto no significa ni de lejos que demos un cheque en blanco a Feijóo. Los constitucionalistas catalanes estamos tan escaldados, hemos vivido tantas veces el abandono, el engaño, la traición, las buenas palabras, la palmada en el hombro y el regreso a la casilla de partida que ya no nos fiamos de ningún nombre ni sigla. Queremos que se cumpla el modelo constitucional de conjunción lingüística. Queremos un sistema educativo cohesionado y coherente que ponga el foco en el aprendizaje de los alumnos y que los nacionalismos no puedan usar como herramienta de adoctrinamiento para desmembrar nuestro país. Queremos hechos y juzgaremos por los hechos. Esperamos con los brazos abiertos que Feijóo ponga las bases para poner fin a este periodo nefasto de nuestra historia y que cumpla con hechos su palabras. Cuando lo haga, hablaremos.