Optimismo en Moncloa por la caída de Vox: sus encuestas alejan la suma alternativa con el PP
Los sondeos propios del PSOE confirman el desvanecimiento del ‘efecto Feijóo’: «El voto de Vox va a la abstención, no lo recupera el PP»
El Gobierno da múltiples muestras de optimismo. El Congreso de los Diputados dio ‘luz verde’ la semana pasada a los Presupuestos Generales del Estado, algo que hace unos meses se ponía en duda. Y no solo por parte de los «agoreros» del Partido Popular (PP) de los que hablan en Moncloa, sino incluso por los propios negociadores socialistas, que allá por el mes de mayo padecían de precariedad de apoyos como consecuencia del escándalo de Pegasus y se quejaban de vivir «aburguesados en el abismo». Meses después, el Ejecutivo aprueba con dos apoyos más que en 2021 sus cuentas públicas (CC y BNG), ERC ha vuelto al redil gubernamental y el PP actual «empieza a parecerse al de Casado» en el terreno demoscópico, al verse un desvanecimiento del llamado ‘efecto Feijóo’, que parecía hacer a los ‘populares’ tocar con los dedos la victoria.
Según adelantan fuentes gubernamentales a THE OBJECTIVE, las encuestas internas de Moncloa apuntalan ese optimismo. La última entrega de estos estudios, de aproximadamente hace quince días, han devuelto al PSOE a la primera posición en la que estuvo hasta después del verano, cuando pasó a ser la segunda fuerza como consecuencia del crecimiento sostenido del PP tras el aterrizaje de Feijóo en la política nacional. El panorama ha cambiado. A las encuestas que pronostican la volatilización de la victoria popular, como la publicada por El Confidencial, se les suman los sondeos propios en los que el PSOE se sitúa en el 30% de voto, a 2 puntos de distancia respecto a los populares, en el entorno del 27/28%.
Sin embargo, lo más llamativo de estas encuestas no está en el resultado de los dos grandes partidos, sino en el segundo nivel de representación partidista. Los socialistas se congratulan especialmente por la caída sostenida de VoX y, sobre todo, porque la bajada de la formación de Santiago Abascal no conlleve un incremento automático del PP. En contra de la teoría de los vasos comunicantes, por la que lo que lo que sube Vox lo baja el PP y viceversa, fuentes gubernamentales explican que «el votante de Vox no acaba votando al PP sino que vuelve a la abstención en la que estuvo». Entienden en Moncloa que quienes manifiestan su intención de no votarles es el voto más «ultraderechista», descontento con la división interna de Vox tras el enfrentamiento entre Macarena Olona y Ortega Smith, que no parece que vaya a resolverse en el próximos meses.
«Podemos resiste»
El motivo de celebración de los socialistas no solo se debe a que la bajada de Vox no engrose las expectativas del PP con posibilidad potencial de arrebatarles la primera fuerza, sino a que ello aleja la posibilidad de una suma de las derechas como alternativa al Gobierno de Pedro Sánchez. Un optimismo al que se suma un tercer movimiento respecto a su socio de coalición: «Podemos resiste». Si hace unos meses el enfrentamiento abierto entre Yolanda Díaz y las ministras Irene Montero y Ione Belarra les llevaba a bajar de las dos cifras de representación y situarse en el 9% de intención de voto, ahora la proyección de voto para el espacio de Unidas Podemos estaría en el entorno del 10/11%, lo que les permitiría reeditar el actual Gobierno de coalición.
Así las cosas, el panorama que divisa el Gobierno es, según sus cifras, mejor que el de hace unos meses, si bien admiten que «todo dependerá de lo que suceda en las municipales y autonómicas de mayo de 2023». Se da por segura la derrota en Madrid por la fuerza incontestable de Isabel Díaz Ayuso, que arrastrará a su tíquet en el Ayuntamiento, José Luis Martínez Almeida. Pero también aspiran a revalidar sus principales feudos como Extremadura, Castilla La-Mancha, Canarias y Baleares. La mayor duda es el Gobierno de Concha Andreu, en La Rioja.
«Si perdemos en mayo, se acabó la partida»
El panorama para las municipales es más halagüeño. Los socialistas presumen de ser el partido con más implantación y fuerza municipal y harán valer su ejército de alcaldes y concejales en una campaña que permitirá movilizar al votante progresista pero también al de centro porque el PSOE aspira a arañar gran parte del votante de Ciudadanos que «va a desaparecer».
Un aliciente para tensionar electoralmente a la organización, a diferencia de lo que ocurrió en Andalucía, es que «ahora los que se la juegan son los alcaldes», que precisamente no quisieron implicarse en la campaña de Juan Espadas de hace unos meses. «Si conseguimos ganar alguna de las grandes ciudades como Barcelona», algo que estiman sus sondeos propios con la victoria de Jaume Collboni, «y mantenemos el actual poder territorial, será un anticipo de que volveremos a ganar en generales y volveremos a gobernar». Ahora bien, también admiten: «Si en mayo perdemos, se acabó la partida y habrá que jugar con otra baraja».