Los barones del PSOE critican a Sánchez por centrar la campaña en ETA: «Nos quita el foco»
Moncloa pasa del silencio al ruido. Niega el coste electoral ni haber mediado para forzar la salida de etarras de las listas de Bildu
El Gobierno es errático en su estrategia de campaña respecto a la polémica de las listas de EH Bildu. Inicialmente, el Gobierno se sumió en un absoluto silencio para evitar valorar la inclusión de siete condenados por delitos de sangre en las listas de uno de sus socios preferentes, provocando las carreras de muchas ministras que evitaron valorar la cuestión. Un escapismo cuestionado por dirigentes del PSOE consultados por THE OBJECTIVE porque proyectaba una imagen de complicidad con Bildu o de «tener algo que ocultar». Pero tras la declaración de Pedro Sánchez el viernes desde Washington señalando la «indecencia» que supone la inclusión de condenados por terrorismo de ETA, el Ejecutivo entró de lleno en la polémica realizando un viraje de 180 grados. Del silencio al ruido.
Ese fue el eje central de la estrategia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su último cara a cara con Feijóo en el Senado. Una estrategia planificada que aireaban desde Moncloa al término del Consejo de Ministros, horas antes de la sesión de control: «A Feijóo se le acaba esta tarde la campaña electoral», decían abriendo boca sobre la artillería pesada que desplegó el jefe del Ejecutivo en la cámara alta. La intendencia argumental enviada posteriormente y de forma coordinada entre Moncloa y Ferraz ponía en evidencia el bandazo en la línea a seguir. La nueva consigna no sólo era entrar de lleno, sino hacerlo sacando todo un arsenal argumental contra la política antiterrorista del PP.
Las ‘verdades’ de Sánchez
Bajo el título Diez verdades sobre el PP y el terrorismo, Moncloa envió un argumentario que Sánchez llevó a escena en el hemiciclo de la cámara alta, presumiendo de que «fue un gobierno socialista el que derrotó a ETA, con un presidente socialista, un ministro del Interior socialista y un lehendakari socialista. Y eso no lo pueden soportar, no lo pueden digerir». Recordó que el Gobierno de Aznar «se rebajó a la infamia de llamar a ETA Movimiento Vasco de Liberación Nacional». Y con Miguel Ángel Blanco recién asesinado, el Gobierno del PP acercó a 120 presos a carteles vascas y excarceló a otros 311; acusaron a Zapatero de traicionar a los muertos y a Rubalcaba de colaborar con ETA con sus insinuaciones sobre el Faisán; y volvió a la campaña electoral tras los atentados del 11-M: «sólo tienen que recordar los días 11, 12 y 13 de marzo de 2004. En el mayor atentado de la historia de España, el gobierno del PP mintió y difamó a las víctimas de esa tragedia por interés electoralista. Nadie podrá superar aquella infamia, pero usted hoy parece decidido a igualarlo».
Sánchez coronó su intervención con una ultima ‘verdad’: «Cuando en España ETA no es nada, para ustedes ETA lo es todo». Fuentes de Ferraz justificaban el debate enfangado diciendo que «el presidente del Gobierno ha tenido que decirle a Feijóo la verdad histórica de su partido, algo que siempre olvida el líder del PP, sea quien sea». Y añadían que «los socialistas vamos a seguir con nuestra campaña en positivo par los pueblos, ciudades y comunidades autónomas de nuestro país. Es lo que España merece».
Los barones: «Nos ha quitado el foco»
Sin embargo, el eco de este último cara a cara en el Senado resonó con fuerza en los territorios, donde los barones del PSOE y los candidatos a alcaldes vieron cómo la irrupción de ETA en campaña eclipsó sus campañas centradas en la política de cercanía y evitar las polémicas nacionales. En conversación con THE OBJECTIVE, algunos de los presidentes autonómicos muestran su frustración y malestar a partes iguales por este error de estrategia del Ejecutivo y reprochan que Sánchez «nos ha quitado el foco de nuestros temas» en el arranque de una campaña destinada a hablar de los logros de la acción del Gobierno.
Los presidentes autonómicos socialistas se felicitaban a primera hora por la rectificación a medias de Bildu, al renunciar los siete etarras a recoger el acta tras el 28-M. Días después del silencio inicial del Gobierno que «nadie entendió», los barones aplaudían la marcha atrás: «Nos viene bien, desde luego». Pero se sumían a media tarde en la incomprensión tras la intervención del presidente del Gobierno en el Senado porque «pone el foco en un asunto que no nos beneficia» y que recuerda al votante los pactos con Bildu que son lesivos en los feudos socialistas. La mayoría niega haber detectado un coste electoral en los trackings «todavía».
No hay coste en los ‘trackings’… todavía
También Moncloa niega que el asunto de las listas de Bildu pase factura al PSOE. «Los trackings siguen al alza. Son positivos», lo cual supone que el dato del día anterior sea siempre peor que el siguiente. Pese a la inquietud y malestar de los territorios, Moncloa niega que esta polémica tenga efectos en la campaña: «ni para nosotros ni para la derecha, que está hipermovilizada y no se puede movilizar más», señalan, negando que el efecto pueda notarse en un repunte de la proyección de voto del PP.
Las fuentes gubernamentales consultadas por THE OBJECTIVE niegan, además, que haya habido mediación alguna entre el PSOE o el Gobierno con Bildu para forzar esta supuesta renuncia: «absolutamente nada». Y oficialmente en Moncloa atribuyen este movimiento únicamente a «la presión de las víctimas», aunque evitan responder directamente a la cuestión, como también hizo la portavoz del Ejecutivo, Isabel Rodríguez. En la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, la ministra evitó valorar la decisión y se limitó a decir que «a esta formación política le quedan aún muchos pasos que dar», mientras en Moncloa califican en privado la cuestión como algo «incompatible con la normalización política de Bildu».
Pero tanto en el escenario como en el backstage de la campaña, el Gobierno volvió a poner en la diana al PP alineándose con Bildu en señalar al PP, como culpable de una «campaña de acoso y derribo», en palabras de Arnaldo Otegi. La «condescendencia con su socio» y la dureza con el adversario, que denunció Feijóo, se vislumbró de forma nítida en un giro argumental que no es baladí, como nada lo es en campaña.