Podemos amenaza a Díaz con exigir un ministerio si insiste en negarle una portavocía
Los morados centraron su estrategia en la «autonomía política», pero ahora acusan a Díaz de silenciarles
La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz (i), y la ministra de Igualdad, Irene Montero (d). | Ricardo Rubio (Europa Press)
Podemos acusa a Yolanda Díaz de intentar silenciarles tras excluirles de las portavocías de Sumar en el Congreso. Los morados se han irritado por la decisión de la política gallega de prescindir de ellos en el organigrama de portavoces parlamentarios. Han llegado a cuestionar el papel de Marta Lois, que será primera portavoz del grupo parlamentario, a quien han calificado de inexperta. Los morados, que en un primer momento se decantaban por preferir portavocías parlamentarias a ministerios, ahora avisan a Díaz de que si mantiene su decisión «apelarán» a sus cinco diputados para exigir un departamento ministerial en el próximo Ejecutivo. En el trasfondo se halla la posibilidad de que Íñigo Errejón tenga el control de un ministerio.
Podemos no se va a callar. Este es el mensaje que están lanzado en los últimos días todas las primeras espadas de la formación (las pocas que quedan después del gobierno de coalición con Pedro Sánchez y la decisión de Pablo Iglesias de entregar la vicepresidencia segunda a Yolanda Díaz). Los responsables del partido reprocharon a Díaz que en el grupo de Sumar no tengan derecho a un portavoz propio, y confían en una rectificación a este respecto. Cabe señalar que durante los años de Iglesias, los grupos minoritarios sí los tenían. Hasta Díaz fue portavoz parlamentario de las mareas gallegas, adscritas a Unidos Podemos.
La secretaria general, Ione Belarra, habló el lunes de «error político». Señaló a la portavoz Lois y pidió a la vicepresidenta segunda corregirlo: «Yolanda Díaz nunca hubiera sido la portavoz de Galicia en Común cuando ella estaba en el grupo parlamentario Unidas Podemos. Aspiro a que corrija algo que me parece claramente un error político, porque además Podemos no va a dejar de hacer política».
Díaz, de momento, no está mostrando mucha generosidad hacia los morados, a quienes considera de facto unos actores externos aunque estén adscritos a Sumar tras la negociación de junio. El núcleo dirigente de Sumar no se fía de Podemos. Y el partido morado piensa lo mismo del entorno de Díaz, que tacha de errejonista. La situación interna se asemeja a una olla a presión, y solo la reedición de la coalición de gobierno evitará una ruptura, sostienen en el partido de Montero.
El factor Errejón
Podemos sigue creyendo que la estrella de Díaz se apagará pronto, y entonces se plantearán otra vez como alternativa al PSOE. El plan inicial consistía en buscar una portavocía en el Congreso y no en exigir ministerios en un Gobierno del que quieren mantenerse las manos libres, tal y como adelantó THE OBJECTIVE. Pero la negativa de Díaz a esa «autonomía» morada, junto con la sensación de que va in crescendo la idea de un ministerio para Íñigo Errejón, ha reactivado los sectores que creen que también Podemos gracias a sus cinco escaños puede pedir lo mismo.
El caso Rubiales ha servido para intentar promover la figura de Irene Montero. La ministra de Igualdad sigue reivindicando la autoría del concepto del solo sí es sí. Y el portavoz del partido morado, Pablo Fernández, escribió en las redes sociales el pasado 30 de agosto que «Irene Montero debería continuar como ministra de Igualdad en esta próxima legislatura». Fue la primera vez que un dirigente en activo esbozara esa idea de forma clara. El martes, sin embargo, también el canal de televisión de Pablo Iglesias apuntó esa posibilidad.
En Sumar aseguran que Díaz hará de todo para evitar que Montero se haga con un ministerio. Y dan a la ministra de Igualdad por arrinconada. En Podemos fuentes lejanas a la primera línea del partido apuestan por el realismo, que se resume en considerar a Montero una figura política sin futuro en el próximo Gobierno. Pero no excluyen que la dirección de la batalla en ese ámbito para por lo menos obtener un ministerio, aunque no sea el de Montero, que permita recolocar a algunos cuadros y gozar de fondos públicos que gestionar.
