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Leonor se estrenará como heredera en la entrega del nuevo submarino a la Armada

La princesa de Asturias ejercerá de madrina el 30 de noviembre en la entrega del sumergible por parte de Navantia

Leonor se estrenará como heredera en la entrega del nuevo submarino a la Armada

Felipe VI y la princesa Leonor en la puesta a flote del submarino 'Isaac Peral' en abril de 2021. | Europa Press

La princesa Leonor se estrenará formalmente como heredera el 30 de noviembre en la entrega a la Armada del nuevo submarino S-81 Isaac Peral por parte de Navantia, según fuentes militares consultadas por THE OBJECTIVE. Una vez que la hija de los Reyes jure la Constitución el 31 de octubre en el Congreso de los Diputados, regresará a la Academia General Militar (AGM) de Zaragoza para seguir su formación castrense en el Ejército de Tierra y, en principio, no tendrá ninguna actividad oficial hasta el mencionado acto en los astilleros de la base naval de Cartagena.

Leonor volverá a ejercer de madrina en la entrega del Isaac Peral -ya lo hizo en abril de 2021 en la puesta a flote-, si bien no podrá vestir el uniforme de la Armada ya que aún no ha pasado por este ejército. Podría repetir el vestido de gala como dama cadete del Ejército de Tierra que llevó en el desfile militar del 12 de octubre, pero las citadas fuentes ven más lógico que vista de civil como en el pasado hicieron las reinas Sofía o Letizia en inauguraciones similares.

De ser así, la princesa de Asturias tendrá que decidir si lleva peineta y mantilla para el acto siguiendo la tradición o si, por el contrario, continuará el ejemplo de su madre, quien hace una década dejó de utilizar ambos complementos en actos militares o en las recepciones en el Vaticano. Las citadas fuentes recuerdan que ponerse peineta y mantilla no era obligatorio hasta la decisión de Letizia ni estaba impuesto en el protocolo, aunque en la Armada se había institucionalizado en las últimas décadas.

El nuevo sumergible de Navantia en una de sus pruebas en el agua.

Leonor ya fue la encargada de bautizar a mediados de 2021 a este sumergible, el primero de la nueva generaciones de submarinos con los que contará la Armada y que están siendo fabricados por Navantia. El hermano del Isaac Peral, el S-82 Narciso Monturiol se botará en junio de 2025, mientras que el S-83 Cosme García llegará en octubre de 2026 y el S-84 Mateo García de los Reyes en febrero de 2028, aunque es muy posible que las entregas de estos dos últimos se retrasen varios meses.

La serie S-80 no empezó con buen pie

Con la familia de los S-80 hay una relación de amor y odio, y es que no empezó con buen pie. Como un buen submarino, era capaz de sumergirse, pero tenía un gran problema, su sobrepeso impedía que flotase. Para solucionarlo, entre otras medidas, se aumentó su eslora en 10 metros, con el consiguiente sobrecoste y la obligación de reformar las fosas de atraque de la base naval de Cartagena para que cupiera el nuevo monstruo metálico.

España tiene casi 8.000 kilómetros de costa, está bañada por el mar Mediterráneo y el océano Atlántico, dos hipotéticos escenarios bélicos, y tiene al sur el estrecho de Gibraltar, por el que circulan cerca de 82.000 buques al año y un gran volumen de submarinos.

Actualmente, en el Mediterráneo, donde se desarrollan la mayoría de nuestras misiones submarinas, hay otros siete países que tienen sumergibles: Francia cuenta con una decena; Italia posee ocho; Argelia tiene seis; Grecia dispone de 11; Israel tiene cinco; Egipto, ocho; y Turquía posee 12, lo que la convierte en la segunda flota de submarinos más grande de la OTAN, después de Estados Unidos. Nuestro vecino Marruecos no tiene submarinos, de momento, pero busca a quién comprarlos.

Los cuatro submarinos S-80 van a mejorar enormemente las capacidades militares submarinas de España, al ser uno de los sumergibles convencionales (los no dotados de propulsión nuclear) más avanzados del mundo, pero al erario público le está saliendo caro. Un programa cuyo coste para Defensa estaba proyectado en torno a los 1.700 millones de euros y que con los problemas añadidos ha acabado siendo de casi 4.000 millones de euros -cada submarino tenía un coste unitario de 976 millones a mediados de 2021-.

El programa original contemplaba botar el primer submarino de la serie en 2013 y tenerlo ya operativo en 2015, pero todo el proyecto se tambaleó cuando las pruebas en simuladores detectaron un sobrepeso de 125 toneladas en la nave que le hubiera impedido flotar. Las causas de este error de cálculo nunca quedaron aclaradas.

El ‘Isaac Peral’ en los astilleros navales de Cartagena (Murcia).

Una vez que se pone a flote un sumergible, comienzan las pruebas de navegación e inmersión en el mismo puerto antes de iniciar un período de pruebas en el mar. Todo ello supone una espera de más de dos años para la Armada. En todo caso, España se ha unido al reducido club de países capaces de fabricar sus propios submarinos. Hasta ahora todos los modelos botados en astilleros españoles eran franceses (clases Agosta, Daphne, Scorpene) ya que se construían con ayuda y soporte de la industria gala.

Estas nuevas unidades del S-80 disponen de un grado de tecnología muy elevado, como el sistema de propulsión independiente de la atmósfera (AIP) y un sistema de última generación para el combate y apoyo a las operaciones de fuerzas especiales. Este alto grado de tecnificación implica, asimismo, una reducción en el número de personas que lo tripulan: la dotación se reduce a 32 marinos.

El AIP, además de hacerle prácticamente invisible a los enemigos -al menos en lo que a ruido se refiere- permite al submarino tener una gran autonomía operativa bajo el agua, de hasta 21 días sin salir a flote. En cuanto a sus misiones, podrá realizar tanto operaciones de apoyo integrado en la Fuerza, para las que dispondrá de un sistema de comunicaciones e intercambio de información en tiempo real 100% fiable y seguro, como otras misiones de vigilancia, disuasión y enfrentamiento de amenazas como campos minados, buques de superficie y otros submarinos, tanto convencionales como nucleares.

Además, este tipo de submarino, con sus 3.000 toneladas de desplazamiento, es capaz de lanzar misiles a objetivos en tierra firme, instalar minas inteligentes en los fondos marinos y lanzar misiles Tomahawk, proyectiles guiados por GPS que pueden alcanzar objetivos hasta a 1.600 kilómetros de distancia.

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