Díaz humilla a Podemos al recuperar en sus ministerios a excargos rebotados por las purgas
El fichaje de Noelia Vera como directora de comunicación remueve por dentro el partido de Belarra y Montero
Una de cal y otra de arena. La vicepresidenta segunda y lideresa de Sumar, Yolanda Díaz, ofrece a la opinión pública la idea de que quiere contar con Podemos en los próximos comicios del ciclo electoral de 2024, aunque Podemos cree que no es así. «La gente nos quiere trabajando juntos», afirmó el portavoz y también ministro de Cultura, Ernest Urtasun, para referirse a los desencuentros entre Sumar y Podemos. Pero las declaraciones de Urtasun logran enfadar a la cúpula directiva de Podemos. En el partido morado experimentan una sensación de agravio y también de «humillación», según argumentan algunos cargos y miembros destacados del partido, tras los últimos vetos y fichajes ministeriales. Algunos llegan incluso a manifestar términos como el de «maldad» para referirse a Díaz y su entorno más cercano.
Lo cierto es que después del veto a Irene Montero y enmendar así la labor gubernamental del partido morado, Díaz está ejecutando unos nombramientos entre cargos y altos cargos ministeriales que sorprenden e irritan a la formación de Montero, Belarra e Iglesias. En primer lugar, porque Díaz, y también Pedro Sánchez, dejaron fueron del Consejo de Ministros a los dirigentes de Podemos, aun dependiendo del apoyo necesario de sus cinco diputados para la legislatura. Y, en segundo lugar, porque Díaz, más allá de construir unos equipos ministeriales renovados, está fichando a ex altos cargos de Podemos, muchos de ellos conocedores de la vida más íntima del ex secretario general y su entorno y que alejaron de él tras las últimas purgas.
El caso más emblemático es el de Noelia Vera. La exdirigente gaditana de Podemos ejerció durante años de persona de confianza de Irene Montero e Iglesias. Estuvo al mando de la portavocía política del partido, dando la cara ante los periodistas y contestando a sus preguntas en momentos a menudo delicados para la formación. Tuvo acceso directo a Galapagar (tal vez en exceso, según comentan algunos en la formación), y empezó su carrera política en Podemos después nada más y nada menos de su labor de colaboración en La Tuerka, el trampolín mediático de Iglesias.
Directora de comunicación
Vera fue hasta hace poco una dirigente pata negra de Podemos, hasta que sorpresivamente decidió tirar la toalla. Alegó motivos personales, aunque en el partido muchos miraron a Montero. Otros apuntan al desgaste personal de Vera por verse señalada ante la incapacidad del partido morado de arraigarse en Andalucía. Sea como fuere, Vera desapareció de repente del foco mediático, hasta esta semana, cuando se dio a conocer la noticia de que Díaz la recuperaba como directora de comunicación. Una «traición» más, según la lectura que se puede escuchar en Podemos.
Antes de Vera hubo otros casos de cambios de chaqueta que han enervado a Podemos. Uno de los más conocido fue el de Nacho Álvarez. El economista fue probablemente el técnico más brillante del equipo morado. Así, por lo menos, se entendía internamente. E Iglesias le apreciaba por ponerse de perfil durante las guerras con los errejonistas. Hasta que llegaron Yolanda Díaz y Sumar; Montero empezó a sospechar de Álvarez, en el partido le culparon de ocultar datos de la negociación que él mantenía con Díaz y finalmente le reprocharon prestarse a la narrativa de la política gallega cuando amagó con nombrarle ministro. En Podemos están seguros de que pasará algo de tiempo y que Díaz acabará recuperando a este dirigente que ocupó un cargo destacado en la dirección nacional.
El tercero de la lista es Pablo Bustinduy, quien también se alejó de Podemos durante el choque con los errejonistas en 2019. Volvió con la ola yolandista, directamente desde una portavocía política hasta el Ministerio de Derechos Sociales, el que ocupó Belarra. Y con Bustinduy ahora en Podemos también esperan el desembarco de Antón Gómez-Reino en otro ministerio de Díaz, tal vez el de Trabajo. Gómez-Reino es otro amigo personal de Iglesias que, después de jurar fidelidad al pablismo en los años de las guerras con Errejón, se ha pasado al bando de Díaz cuando el ex secretario general ha dado un paso al lado y ha entregado las llaves de la formación a Belarra y Montero.
Humillación
Para Podemos el grueso de estos cambios responde sustancialmente a la necesidad y voluntad de sus exdirigentes de mantener cargos y sueldos públicos. Y no ahorran acusaciones de «traición». Pero en el trasfondo también hay un sentimiento de agravio hacia Yolanda Díaz, a quien culpan de «humillar» a un partido que la proyectó hasta la política nacional y el Gobierno.
El choque político se hace cada vez más personal. Y tanto en Podemos como en otros sectores cercanos a Díaz creen que la desavenencia entre los morados y Sumar será uno de los elementos que condicionará la legislatura. Máxime porque Podemos entiende que la confrontación con Sumar será a vida o muerte, una verdadera ruleta rusa de la que dependerá una lucha de resistencia ante un enemigo que se interpreta está buscando la aniquilación de su presunto socio. De momento Podemos toma nota y alista tropas, pero se prevé guerra a partir del año 2024.