Así es el «pacto encapuchado» de PSOE y Bildu: Amejoramiento, Pamplona... y presos
Tras la reforma de la Lorafna y la moción de censura en la capital navarra, los ‘abertzales’ quieren a los etarras en la calle
El primer punto era la reforma de la Ley Orgánica de Reintegración y Amejoramiento de Navarra (Lorafna) para la «adecuación a la realidad social y al sentir de la ciudadanía navarra del siglo XXI». El segundo, la moción de censura a Cristina Ibarrola (UPN) en el Ayuntamiento de Pamplona. Y el tercer punto del «pacto encapuchado» entre PSOE y EH Bildu sería la liberación de los presos de ETA, aunque desde el PP intuyen que también se podría entregar la Lehendakaritza a los proetarras tras las elecciones autonómicas vascas de 2024.
Este último punto ha sido descartado a THE OBJECTIVE por fuentes abertzales, que dan por hecho que PSE y PNV gobernarán en País Vasco. Su objetivo esta legislatura no es otro que el que marcó Arnaldo Otegi en octubre de 2021, cuando consignó el famoso presos por presupuestos. «Necesitamos tiempo para preparar al puerto para solucionar al tema de los presos (…) Necesitamos seis años, si es posible», advirtió entonces con la vista puesta en el segundo mandato de Pedro Sánchez. Algo que ya aventuró el expresidente del Gobierno, Felipe González, cuando sugirió que tras la amnistía catalana vendría la de los crímenes de ETA.
No haría falta, de todos modos, una amnistía para ver a todos los etarras en la calle en los próximos años. El Ministerio del Interior de Fernando Grande-Marlaska completó este año el acercamiento de todos los presos de ETA al País Vasco y Navarra. Falta, eso sí, por completar la concesión de terceros grados, que ya ha iniciado el Gobierno de España y, especialmente, el Ejecutivo vasco y, al final, la libertad condicional para todos ellos. Sea como sea, los bildutarras recuerdan que ellos «sí cumplen su palabra», en referencia a lo prometido por Otegi.
¿Y el País Vasco?
Desde el Partido Popular confiesan a THE OBJECTIVE estar «impresionados, a pesar de que lo esperábamos», con la rapidez con la que se ha fraguado la moción de censura en la capital navarra. Lo consideran una «evidencia, junto a lo del Amejoramiento» de que hubo un «pacto encapuchado» entre socialistas y abertzales para investir a Pedro Sánchez. Pero ellos dicen ver «cada vez más claro» que el próximo Gobierno del País Vasco lo compondrán ambas formaciones.
No faltan indicios para sostener esta tesis. En primer lugar, este lunes la coalición abertzale apartaba a Arnaldo Otegi para dar paso a Pello Otxandiano, un candidato «más aseado», según fuentes populares, por cuanto no posee vínculos con ETA como sí los tiene el líder de la coalición abertzale, conocido como el Gordo en la banda terrorista y con un pasado criminal por el que jamás ha pedido perdón. Entre sus crímenes, haber participado en el secuestro del empresario Luis Abaitua, hecho por el que fue condenado en 1989 a seis años de prisión.
Otegi también fue investigado por otros tres secuestros. Concretamente, el de Javier Artiach, presidente de la fábrica de galletas que hace honor a su apellido, el de Gabriel Cisneros, que fue frustrado, y el del exdiputado de UCD Javier Rupérez, que aún hoy en día defiende la implicación en el mismo del coordinador de EH Bildu. Sin entrar en otras cuestiones, ante este perfil, Otxandiano parece un candidato mucho más digerible para el PSOE a la hora de defender un pacto.
El segundo indicio, este miércoles, cuando Óscar Puente renombró al partido heredero de Herri Batasuna, brazo político de ETA, como «un partido progresista democrático». Un blanqueamiento exprés que hace augurar un entendimiento en las elecciones del País Vasco que se celebran en 2024, con fecha aún por concretar.
El PSOE se desdice
Para calmar las aguas, el socialista vasco Eneko Andueza salió presto este miércoles a asegurar que lo pactado en Pamplona «se circunscribe a una cuestión local» que nada tiene que ver con la política del PSE. Pero los socialistas han demostrado cambiar de opinión con mucha celeridad con respecto a EH Bildu.
El PSN ya cambió de opinión el pasado mes de noviembre con respecto a la reforma de la Ley Orgánica de Reintegración y Amejoramiento de Navarra (Lorafna), una reivindicación monolítica de los abertzales que hizo suya con el pretexto de adecuarla «a la realidad social y al sentir de la ciudadanía navarra del siglo XXI». El PP avisó entonces a este medio de que se trataba de una «trampilla para lograr ir dando pasos hacia donde siempre han querido tener a Navarra: anexionada e incorporada al País Vasco» en el marco de una futurible Euskal Herria.
También cambió de opinión sobre una moción de censura en la capital navarra, algo que negaban hasta hace un mes. El propio Pedro Sánchez, en su discurso de investidura, presumió de que UPN gobernaba en Pamplona gracias a que el PSOE no dio sus votos a EH Bildu. No lo hizo antes de las elecciones generales de julio, pero ya conformado el Gobierno ha cedido ante esta petición de los proetarras.
Pase lo que pase finalmente después de las elecciones vascas, en las que no cabe descartar ninguna opción, lo que es constatable es que el pacto que el Gobierno de España negó con EH Bildu existe. Y que la coalición abertzale cerrará esta legislatura con la reforma del Amejoramiento de Navarra, el Ayuntamiento de Pamplona y los presos en la calle. El resto, la Lehendakaritza, llegará tarde o temprano.