Margallo no repetirá en la lista europea del PP y dejará la política tras 50 años en primera línea
El exministro de Exteriores dejará de ser tras el 9-J el último diputado constituyente en activo
El exministro de Asuntos Exteriores y actual eurodiputado del Partido Popular, José Manuel García-Margallo, ha comunicado a sus más allegados que no repetirá en la lista de los populares para los comicios europeos del 9 de junio y que con el fin de la actual Eurocámara, pondrá fin a casi 50 años de presencia en la primera línea política.
Margallo (Madrid, 1944) mantuvo este martes un almuerzo con un grupo reducido de periodistas con motivo de la publicación de su nuevo libro España, terra incognita. El asedio a la democracia (Ed. Almuzara) junto al economista y exconsejero del Banco de España, Fernando Eguidazu, quien fuera su secretario de Estado para la Unión Europea durante su último año y medio al frente de la diplomacia española.
«Hasta aquí he llegado. No repetiré», desveló en los postres a una pregunta de THE OBJECTIVE sobre la posibilidad de seguir otros cinco años como eurodiputado. El político valenciano cumplirá 80 años a mediados de agosto y en verano se retirará a su localidad de Jávea, donde seguirá escribiendo libros y artículos de opinión todo el tiempo que pueda.
También intervendrá en tertulias en televisión y radio siempre que le inviten. En julio del pasado año se produjo el abrupto final a su presencia en El Ágora, el espacio del programa Hora 25 de la Cadena SER en el que participaba junto con los exvicepresidentes del Gobierno Carmen Calvo (PSOE) y Pablo Iglesias (Podemos). Margallo señaló directamente a La Moncloa por aquella cancelación de la tertulia radiofónica y responsabilizó a Pedro Sánchez de su veto por el malestar que causaban sus opiniones en Yolanda Díaz y el propio jefe del Ejecutivo.
El exministro reunió este martes «a todo el constitucionalismo» en la presentación de su libro en la sede de la Fundación Rafael del Pino. Desde el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, a la eurodiputada de Ciudadanos Maite Pagazaurtundúa y el exdirigente socialista vasco Nicolás Redondo Terreros. También estaba prevista la asistencia del exsecretario general de Cs, Adrián Vázquez.
Licenciado en Derecho por la Universidad de Deusto e inspector de Finanzas del Estado desde 1968, Margallo ostenta el récord de ser el último diputado de las Cortes Constituyentes de 1977 que sigue en la política activa. Fue diputado con UCD y AP en varias legislaturas posteriores hasta que dio el salto al Parlamento Europeo en 1994. Su gran experiencia en asuntos de la UE y sus notables conocimientos en materia de economía, así como su buena reputación en la Eurocámara, fueron claves para que Mariano Rajoy le otorgara la responsabilidad de pilotar la diplomacia española en 2011.
Él mismo había asumido dos años antes, en 2009, que iban a ser sus últimas elecciones europeas y que se encontraba en la recta final de su carrera pública porque, según decía, «el tiempo nos alcanza en política». Sin embargo, la oportunidad de dirigir Exteriores durante casi cinco años le dio un nuevo impulso en su carrera política. Cuando cedió el testigo a Alfonso Dastis era el segundo ministro más valorado del Gobierno después de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, con quien mantuvo varios sonoros enfrentamientos.
Margallo fue el cabecilla del llamado G-8, el grupo de los ocho ministros más cercanos y amigos del entonces presidente del Gobierno que intentaron frenar la acumulación de poder e influencia que Sáenz de Santamaría tenía en Rajoy. Analista refinado, buen orador y de carácter abierto y cordial, nunca tuvo miedo a pisar charcos incómodos en el tablero político, incluso aunque le costara críticas dentro del PP.
En Exteriores dejó como legado la ley de Acción Exterior y un reglamento de la Carrera Diplomática en 2014 que, sin embargo, fue tumbado por el Tribunal Supremo dos años después por irregularidades en su tramitación. En su calidad de jefe de la diplomacia española, se implicó a fondo en el proceso soberanista catalán y defendió en público y en privado que una Cataluña independiente quedaría fuera de la UE.
Gibraltar fue su otra obsesión. Nada más tomar posesión, dejó clara su postura en una conversación con un eurodiputado británico al que le soltó un «Gibraltar español» en los pasillos del Parlamento Europeo. También puso en marcha la oficina del alto representante para la Marca España que sus sucesores fueron luego quitando competencias y proyección.