El Gobierno ignora las secuelas de los bloqueadores de pubertad en menores 'trans'
La Agencia Española del Medicamento desaconseja seriamente fármacos como la triptorelina y la leuprorelina
El Gobierno de España no tiene información sobre los efectos adversos que los bloqueadores de la pubertad tienen sobre la salud de los menores trans, a pesar de las numerosas evidencias científicas que se han publicado al respecto en los últimos años. Así lo admite el Ejecutivo en una respuesta al grupo parlamentario Vox, a la que ha tenido acceso THE OBJECTIVE, sobre si va a pedir el cese de la administración ordinaria de agonistas de la GnRH en niños.
En la pregunta, Vox exponía que «los servicios sanitarios británicos han descubierto que este tratamiento tiene consecuencias irreversibles para los pacientes, tales como daños cerebrales, infertilidad permanente y otros riesgos en el largo plazo». Por ello, invitaba al Ejecutivo a «promover el cese de la administración ordinaria de bloqueadores de la pubertad en menores».
La respuesta es que «el Gobierno, a través del Ministerio de Juventud e Infancia, defiende los derechos de la infancia a su pleno desarrollo, protección y participación en la sociedad». «En lo relativo al derecho a la salud debe garantizarse que la infancia pueda vivir acorde a su género», abunda el Ejecutivo, que informa de que «hasta la fecha, no se ha identificado ninguna señal de sospecha de reacción adversa adicional a las que aparecen en las fichas técnicas de estos medicamentos, ni comunicado por otras fuentes al Comité Europeo de Seguridad (PRAC)»
En «adicional» está la clave, pues los fármacos utilizados para suprimir la pubertad (los agonistas de la GnRH) y sus análogos -la triptorelina y la leuprorelina– están altamente desaconsejados por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS). La segunda, porque «no se ha establecido la seguridad y eficacia en pacientes pediátricos» y, por tanto, «no está recomendado en niños o adolescentes hasta que se disponga de datos de eficacia y seguridad».
En su pregunta, Vox señalaba que el pasado 6 de junio el Colegio Americano de Pediatras presentó una declaración con la que «animaba» a «médicos, enfermeras, psicólogos, psiquiatras, farmacéuticos, legisladores, científicos, investigadores» a «detener los actuales tratamientos a menores de cambio de sexo por considerarlos dañinos», incluida «la promoción de la afirmación social, los bloqueadores de la pubertad, las hormonas cruzadas y las cirugías para niños y adolescentes».
Efectos de los bloqueadores
Sobre los daños que generan los bloqueadores de la pubertad, la Alianza Contra el Borrado de las Mujeres tradujo en 2022 un revelador informe procedente de Estados Unidos. La plataforma feminista se hizo eco de un estudio publicado por Lesbians United, en base a más de 300 fuentes relevantes, que demostraba que los medicamentos que bloquean el desarrollo de la pubertad, los necesarios para la transición, tienen consecuencias muy negativas en la fisionomía de los menores.
Entre los problemas detectados destacan los ligados «al esqueleto, el sistema cardiovascular, la tiroides, el cerebro, los genitales, el sistema reproductivo, el sistema digestivo, tracto urinario, músculos, ojos y sistema inmunológico». Además, los agonistas de la GnRH «pueden ser perjudiciales para la salud mental y aumentar el riesgo de suicidio».
Los bloqueadores de la pubertad se han recetado a los adolescentes con disforia de género desde 1998, pero también a delincuentes a los que se les ha castrado químicamente. Hasta junio de 2022, la FDA (la agencia de medicamentos de Estados Unidos) recibió más de 60.400 informes adversos sobre el uso de los agonistas de la GnRH comunes, incluidas casi 8.000 muertes.
Informe Cass
Por lo expuesto, el pionero informe Cass, que ha marcado el debate en Reino Unido sobre cómo afrontar la disforia de género, prescribe acompañamiento psicológico a los menores durante el proceso antes de darles bloqueadores de la pubertad.
La doctora Cass, tras analizar miles de casos, concluye que el auge súbito y exponencial de los casos de disforia de género entre jóvenes no tiene origen biológico, sino eminentemente psicológico y social. Muchos de los menores que refieren disforia de género, advierte, serían vulnerables por tener condiciones del espectro autista, por ser homosexuales, sufrir depresión, ansiedad, trastornos alimentarios u otras condiciones psicológicas y sociales que incidirían en su malestar. Esto es, que con el correcto acompañamiento psicológico podrían detectarse las causas de su malestar sin concluir mediante la terapia afirmativa que se trata de un menor trans y dar luz verde a un proceso de transición.