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Observatorio electoral

Sumar se desintegra y su caída impide repetir la mayoría actual que sostiene al Gobierno

En una situación de frustración política y pocos cambios, este desplome posibilitaría una mayoría PP-Vox

Sumar se desintegra y su caída impide repetir la mayoría actual que sostiene al Gobierno

Yolanda Díaz. | Alberto Paredes (Europa Press)

En sus barómetros, el CIS hace esta pregunta: ¿cuál es, a su juicio, el principal problema que existe actualmente en España? Los criterios de codificación han desmenuzado las respuestas sobre la política y la economía, de forma que la vivienda aparece como el principal problema, con un 16,3% de las menciones, un porcentaje homogéneo en todas las generaciones hasta los 75 años.

Pero si se suman las respuestas diferenciadas por el CIS, la política es el principal problema del país en la percepción de los ciudadanos: «El Gobierno y los partidos», 13.9%; «los problemas políticos en general», 9,1%; «el mal comportamiento de los políticos», 8,0%; «lo que hacen los partidos», 2,6%…

En síntesis, un 33,6% cree que la política es el principal problema. Con la economía el CIS también ha fragmentado las respuestas. En total, los problemas de empleo y desigualdad suman un 20,6%.

La carrera de caballos

Si se toman las encuestas políticas como una carrera de caballos, entre enero y febrero apenas hubo cambios, pero alguno es significativo:

PP y PSOE descienden algo. Siguen sin recuperarse del impacto de la riada en Valencia.

Vox crece, es el único que lo hace. En su competición con el PP arranca pequeñas ventajas, impulsado además por su implantación entre los jóvenes: tiene la mayor intención de voto entre los nuevos votantes. Está unos 200.000 votos por encima de su resultado de julio de 2023. Su porcentaje de voto sobre votos válidos sube sensiblemente (más allá del 14%), hasta por encima de los 45 escaños.

Sumar se desploma. Es la clave del panorama que se entrevé. Sin la aportación de 30 escaños de la extrema izquierda no es posible repetir la mayoría de investidura actual.

Estas estimaciones son nuestras, sobre la base de los datos de los trabajos de campo del CIS-TRAGSATEC.

Varias cosas se deducen del gráfico, aunque la primera es que todo es mecánico y obvio. No es que los partidos sean personajes en busca de un autor. Son criaturas en manos de autores previsibles:

El PP sigue sin despejar sus ambigüedades. Su áspero discurso no aclara qué cambiaría, excepto que bajaría los impuestos. Está atrapado, sin alternativa al modelo de país que ha creado el PSOE, y ahora los socios de los socialistas (29 años gobernando, frente a 13 del PP, desde 1982). Incapaz de tomar las decisiones más obvias que demandan sus propios fallos (Mazón) y de convocar un congreso que aclare sus ideas, se ha amoldado a una realidad que no sabe cómo cambiar ni para qué. Su discurso es confuso y centrado en lo nocivo que es Sánchez, y en la creencia de que una crisis obligará a convocar elecciones.

El PSOE sigue en ese oleaje típico de los electorados en tensión que acaba en caídas súbitas. Su recurso -acostumbrado- será elevar la tensión, convirtiendo a Sánchez en el paladín de la lucha contra la «élite ultra internacional» encabezada por Trump, elevando a Vox a embajador de tal multinacional. Un escenario político basado en capear los temporales agitados por sus socios y por las colisiones con el poder judicial. Así hasta 2027.

-A Vox le basta con mecerse en las corrientes globales antiwoke, estar contra los acelerados cambios culturales y laborales y aprovechar la frustración de parte del electorado de centro de derecha ante la impotencia del PP para dar una alternativa. El discurso del PSOE lo coloca en el centro del escenario. En Vox no trabaja nadie, pero tampoco necesitan hacerlo.

Sumar trata de salir de su órbita de satélite del PSOE creando polémicas artificiales, ahora sobre el IRPF y su impacto en el salario mínimo.

La mecánica del cambio de voto

Lo interesante está en las entretelas. El voto está asociado a la identidad; cambiarlo es complejo, casi doloroso. Requiere tiempo. Comienza por dudas sobre el partido votado y el nacimiento de la idea de que «esto no funciona»; después se da el paso a una fase de «abstención o indecisión» que se decanta paulatinamente durante la legislatura o se precipita pocas semanas o días antes de las elecciones. Y se resuelve con la abstención, con el regreso al partido de salida o votando a otro partido del mismo espacio ideológico, aliviando la tensión.

Pasar de izquierda a derecha o viceversa es traumático, lo hacen pocos votantes. La tabla refleja este proceso para cada partido:

Alguien puso en circulación hace tiempo que ahora es difícil prever los resultados de las elecciones porque los votantes deciden en el último minuto, como si jugaran a los dados con su voto en la mesa de las papeletas. No es así. Los procesos de decisión están en marcha:

El PP no logra romper la barrera izquierda/derecha, sólo el 4,1% de los votantes del PSOE en 2023 lo votarían ahora. Apenas 350.000. En la opinión pública no se ha producido un vuelco.

-Dentro de los espacios de centro derecha y centro izquierda y en la abstención-indecisión circula el 20% de los votantes de cada partido.

El desmembramiento de la extrema izquierda es la clave. Sumar se ha desintegrado, apenas el 40% de sus votantes volverían a votar por «Yo, Yolanda» y sus aliados. Algo más de la cuarta parte se decanta por Podemos y más del 15% ha migrado al PSOE (casi medio millón). Esta desintegración es irreversible. Compromís escapa a esta dinámica.

-Con la transferencia de Sumar, el PSOE tapa sus fugas hacia la abstención-indecisión y piensa que se puede recuperar, tensionando el discurso y llevándolo a claves ideológicas (más actuales que resucitar a Franco, idea abandonada. Trump-Musk son más eficaces).

La caída de Sumar es tan destructiva en escaños que se dibuja una mayoría PP+Vox, rondando los 185/190 escaños, sin que la suma de ambos en votos sea mucho mayor que en 2023. La abstención de votantes del PSOE y la desintegración de Sumar propiciaría esta mayoría parlamentaria.

En el centro derecha hay una intensa circulación entre PP y Vox, y una derrama de Vox a Alvise. Unos 650.000 votantes del PP en 2023 lo harían hoy por Vox, a la inversa, 250.000 de Vox pasarían al PP. El balance es muy negativo para el PP: -400.000. Vox cede unos 150.000 a Alvise. El PP recoge votos de la abstención, PNV y nuevos votantes, lo que en parte compensa sus pérdidas.

-En suma, el voto útil no funciona para el PP salvo que cambien mucho las cosas. Obsérvese que un millón de votantes de centro derecha circulan entre PP, Vox y Alvise.

Se dibuja una transferencia voto desde los partidos nacionalistas hacia el PSOE. Es algo usual: una fracción de ellos apoya al PSOE en las elecciones nacionales cuando sus votantes detectan que votar el PSOE es más útil que hacerlo a sus partidos. Es habitual en el electorado de ERC.

-Se confirma que Bildu supera al PNV en el País Vasco.

La abstención

El recuadro gris en la tabla permite observar que gran parte de la abstención es crónica. Son votantes desinteresados o decepcionados con la política, muchos de elevada edad. A ellos pueden sumarse, en este momento, alrededor del 10% de los que votan a los partidos nacionales. El resultado es que en febrero de 2025 puede estimarse que la abstención estaría por encima del 35%. Esta cota se alcanzó tras la riada en la Comunidad Valenciana.

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