Robles enfada a los coroneles de la Sanidad militar al dejarles con menos ascensos
La ministra da un vuelco a la plantilla de este colectivo al pasar a tres el número de generales de división

Margarita Robles, en su última visita a la Comandancia General de Ceuta. | Foto: Antonio Sempere (EP)
La aprobación de las nuevas plantillas de generales, oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas para el período 2025-2029 ha generado malestar entre los coroneles de la Sanidad militar, quienes se sienten perjudicados por la inclusión de dos nuevos puestos de general de división -se pasa de uno a tres- mientras que los generales de brigada han bajado de ocho a seis, por lo que los coroneles tendrán a partir de ahora menos opciones de ascenso al generalato.
El Boletín Oficial del Estado (BOE) publicó este miércoles las plantillas para los próximos cuatro años y la principal novedad fue el cambio que se produce en la cúpula de la Sanidad militar y que permite volver a la situación previa de 2012, cuando había tres generales de división en esta rama de los Cuerpos Comunes. En aquel momento, el general Juan Montero, que estaba al frente de la Inspección General de Sanidad de la Defensa (Igesan), promovió la reducción a un solo general de división para evitar que le hiciesen sombra. Pero como afirma el dicho español, nunca llueve a gusto de todos: el aumento decidido ahora por Margarita Robles para corregir aquella decisión solo beneficia a los que consigan convertirse en generales de división.
Uno de ellos será el actual director del Hospital General de la Defensa ‘Gómez Ulla’, Francisco Javier Areta, según fuentes militares consultadas por THE OBJECTIVE, por lo que se pondrá fin a la situación atípica que Robles creó el año pasado en el centro hospitalario cuando nombró a la nueva general de brigada Elvira Pelet como subdirectora del mismo. Areta también ostentaba el grado de general de brigada; de ahí que fue la primera vez en la historia del Gómez Ulla en la que los dos principales mandos tenían la misma condición militar.
El director del hospital ascenderá a general de división en julio, cuando entren en vigor las plantillas aprobadas este miércoles, por lo que tendrá una estrella más que su subdirectora y volverá a imperar la jerarquía o supeditación militar como antes. Ambos mandos han formado un buen tándem en el Gómez Ulla y no se han conocido discrepancias entre ellos, pero en el hospital siempre causó sorpresa el ver a dos generales de brigada al frente del centro cuando no estaba contemplado en la propia estructura orgánica de la Sanidad militar.
El otro beneficiado por el aumento a tres del número de generales de división será Alberto Hernández Abadía, que está al frente de la jefatura conjunta de Sanidad del Estado Mayor Conjunto (Emacon) desde septiembre de 2022, según las citadas fuentes. Este general de brigada es un mando muy cercano al actual jefe del Estado Mayor de la Defensa (Jemad), el almirante Teodoro López Calderón, que ha defendido en los últimos meses ante Robles la conveniencia de elevar a general de división ese puesto dentro de su equipo de colaboradores.
Tanto Areta como Hernández Abadía estaban cerca de pasar a la reserva en los próximos meses con su condición de generales de brigada médicos, pero con sus futuros ascensos a generales de división antes del verano podrán alargar varios años su carrera dentro de las Fuerzas Armadas -uno Areta y tres Abadía-. Este hecho creará un tapón en los ascensos al generalato de la Sanidad militar y provocará que varias promociones de coroneles médicos no puedan soñar con el fajín rojo en los próximos años al no tener una ventana para ello, como se dice en la jerga militar. De ahí el malestar dentro de este colectivo, que tendrá 88 miembros de aquí a 2029, la misma cifra que había en las plantillas del actual período cuatrienal.
Otro efecto colateral de este cambio es que el mando del actual Igesan, el general Juan Antonio Lara, queda comprometido al frente de la Sanidad Militar a partir de ahora. Al hasta ahora único general de división no se le consultó dicha reforma ni de él partió esta reorganización interna, subrayan las fuentes militares. Incluso, el Jemad ha intentado en los últimos meses que algunas de sus competencias pasasen a estar bajo su control en el Estado Mayor de la Defensa.
Las tensiones dentro de la Sanidad militar empezaron en abril de 2021. Robles se decantó por el general de división farmacéutico Juan José Sánchez Ramos, cuando aún no había remitido la polémica vacunación contra el coronavirus en enero de ese año. Aquel suceso provocó la dimisión del entonces jefe del Estado Mayor de la Defensa (Jemad), Miguel Ángel Villarroya.
La elección de Sánchez Ramos fue muy polémica, ya que provenía del colectivo farmacéutico, que apenas cuenta con unos 70 miembros frente al millar de médicos y enfermeros militares que hay en esta rama de los Cuerpos Comunes. El ascenso del entonces subdirector general de Apoyo y Ordenación Farmacéutica para dirigir la Inspección General de la Sanidad Militar fue histórica, al no haber precedentes de un farmacéutico al mando de la misma. Aquella decisión de la ministra fue una urgencia, ya que sustituyó a Antonio Ramón Conde Ortiz sin que este último hubiese cumplido dos años de inspector general. El inesperado cese de Conde Ortiz se debió a las 370 dosis suministradas al EMAD al inicio de la vacunación y que salieron de este órgano encargado de coordinar la sanidad militar.
La orden interna del EMAD
En marzo de 2021, Vozpópuli desveló la orden interna que el EMAD elaboró el 12 de enero de aquel año para sus centros de mando y que unos días después, el 23 de enero, le costó el cargo al máximo responsable de las Fuerzas Armadas, el general Villarroya. El dato más llamativo de la orden bendecida por el Jemad fue su fecha de elaboración: el 12 de enero. Fue un día antes de que la Subsecretaría del Ministerio de Defensa enviase una circular a todos los gabinetes de la cúpula de las Fuerzas Armadas con el protocolo de vacunación que debían seguir los estamentos militares.
Ello supuso que el general Villarroya no tuviese oficialmente las instrucciones para la vacunación cuando elaboró la suya del EMAD, pues su escrito era anterior al que redactó Defensa. De ahí que Robles indicase en el Congreso que el exJemad actuó por iniciativa propia, al tiempo que admitió a los diputados que éste se vacunó tras dictar una orden para la que no tenía competencias, un documento que elaboró sin que ella lo supiera y en la que establecía la vacunación de las citadas 370 personas, quedando el Jemad en primer lugar a la hora de poner el brazo para los pinchazos. Tampoco informó a la entonces subsecretaria de Defensa, Amparo Valcarce, que estaba a cargo de la estrategia de vacunación dentro de las Fuerzas Armadas.