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Política

Tezanos investiga las emociones electorales de los ciudadanos... y detecta agotamiento

El CIS percibe frustración y miedo, con la vivienda y la política como las principales fuentes de malestar

Tezanos investiga las emociones electorales de los ciudadanos… y detecta agotamiento

Ilustración de Alejandra Svriz

El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha hecho público un estudio cualitativo que ofrece una lectura singular del país: no mide intención de voto ni valoración de líderes, sino cómo se sienten los ciudadanos y qué problemas tienen. El estudio, elaborado a partir de cinco grupos focales reunidos entre abril y mayo y con más de diez horas de transcripciones literales, ha sido analizado por THE OBJECTIVE. El trabajo revela un clima emocional marcado por el agotamiento, la frustración y la desconfianza, en el que la vivienda y la política aparecen como fuentes principales de malestar.

El documento es excepcional dentro de la producción reciente del CIS, que tradicionalmente ha centrado sus investigaciones en sondeos cuantitativos y preguntas cerradas. Frente a ese modelo, este estudio adopta un enfoque cualitativo basado en conversaciones abiertas y espontáneas en el que las personas participan sin cuestionarios y explican cómo experimentan sus problemas y cómo los interpretan. No se les pide valorar partidos, pero la política emerge como tema recurrente y siempre en términos negativos. «La política es un circo», afirma una participante. Frases similares son aportadas por otros integrantes, lo que resume un sentimiento ampliamente compartido.

Las transcripciones reflejan que la vivienda es el detonante emocional más frecuente. En los jóvenes, se asocia a la imposibilidad de iniciar un proyecto vital autónomo. Hay una sensación de bloqueo, de horizonte suspendido, que no se resume en cifras, sino en experiencias. «Independizarse es imposible», dice uno de ellos. Otros hablan de precariedad y un ritmo de vida que convierte cada decisión en un riesgo. Entre los adultos, la vivienda se vincula al desgaste económico y psicológico, con una certeza extendida: las condiciones de vida han empeorado y los hijos vivirán peor. En los mayores, el problema se formula en términos de vulnerabilidad familiar y preocupación por el futuro.

El pulso emocional del CIS

El malestar no adopta formas idénticas, pero sí un tono común. En los jóvenes, el sentimiento dominante es la ansiedad: una inquietud constante que se alimenta de la inestabilidad económica y personal. Entre los adultos, el cansancio se expresa como estrés acumulado: jornadas extensas, responsabilidades múltiples y la sensación de que el esfuerzo no se traduce en estabilidad. En los mayores, el estado de ánimo gira hacia la desconfianza: una percepción de deterioro institucional y de pérdida de protección. Una mujer admite haber sentido «presión en el pecho pensando en la guerra»; otra confiesa que ya considera «a qué país ir» si la situación se complica.

La política aparece en casi todas las conversaciones. Los participantes hablan de distancia, frustración y desinterés. «No representan nada», afirma uno. «Da igual quién esté, no cambia nada», añade otro. Varios describen el Parlamento como «un patio de colegio». La crítica no se dirige a partidos concretos, sino a un sistema que no responde a las necesidades que generan el malestar. Es una desafección emocional, no una confrontación ideológica.

El estudio de Tezanos

El estudio no ofrece conclusiones analíticas, pero permite identificar tres elementos claros del clima social actual: malestar cotidiano, expectativas limitadas y ausencia de horizonte. Cuando los participantes deben describir cómo se sienten «hoy», la palabra más repetida es desilusión. No aparece enfado ni movilización. Aparece un cansancio persistente, que se expresa en frases como «me levanto con energía y el día me va derrumbando» o «todo parece más oscuro que antes». La esperanza, cuando se menciona, aparece ligada a factores individuales —mejorar el empleo, recibir ayuda familiar, mudarse a otro país—, no a reformas institucionales.

El CIS, a través de este estudio, obtiene información cualitativa sobre prioridades, emociones y expectativas que no puede derivarse de barómetros cuantitativos. La vivienda, la presión económica, el miedo al contexto global y la desconfianza institucional son ejes que estructuran el malestar actual. Aunque el estudio no mide intención de voto ni está diseñado para ello, sí permite identificar condiciones subjetivas que influyen en el comportamiento político, como desafección, resignación o demanda de protección.

La utilidad de este material no anticipa resultados y sí interpreta emociones y decisiones. Permite entender cómo llegarían los ciudadanos a un eventual ciclo electoral: cansados, desconectados y con expectativas limitadas de mejora. Una sociedad que no se siente representada y que percibe que la política no resuelve los problemas que generan ansiedad, estrés o miedo.

El CIS no traduce este clima emocional en un relato político. Se limita a documentarlo. Pero el documento muestra con claridad una tendencia: una sociedad emocionalmente fatigada, presionada por problemas estructurales y desconectada de un sistema político que no percibe como cercano ni eficaz.

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