El TS confirma 15 años de cárcel por esclavizar a un enfermo que fue vendido por 400 euros
La pareja condenada, un matrimonio rumano, le quitó sus papeles, le amputó una pierna y le obligó a mendigar
El Tribunal Supremo ha confirmado la condena a 15 años de prisión a un matrimonio rumano por esclavizar a un hombre con graves problemas de salud haciéndole mendigar 15 horas diarias, sin descanso ni alimentos, que fue vendido por 400 euros y al que amputaron una pierna por la dureza de su situación.
El matrimonio contactó con la víctima en 2016, que residía en la localidad de Colceag, cerca de Bucarest, Rumanía, con escasos recursos económicos y al que convencieron para viajar a España a ejercer la mendicidad, repartiéndose los beneficios al 50%, cuando «lo que pretendían era utilizarle para que mendigara para ellos», según recoge la sentencia, a la que ha tenido acceso EFE.
La víctima, viudo de avanzada edad que tenía problemas de salud al haber sufrido la congelación de los dedos del pie izquierdo y que precisaba muletas para caminar, accedió a viajar a España «en la convicción de que ganaría lo suficiente para su sustento futuro».
En octubre de 2016 los tres llegaron a Barcelona y se instalaron en un local en el barrio de Gracia en el que habían hecho una barraca y dormían en el suelo sobre los cartones.
El mismo día de su llegada a Barcelona comenzó a mendigar y el matrimonio a apropiarse de todo el dinero que recaudaba. Le quitaron las muletas y le compraron una silla de ruedas.
La mujer se encargaba de llevarlo siempre al mismo lugar, sobre las 6:30 o 7 y lo recogía sobre las 22 horas. Se apoderaron de su documentación y no le suministraban alimentos ni bebidas, sólo un café con leche por las mañanas, y comía de lo que viandantes y vecinos le regalaban. Sus necesidades tenían que hacerlas en un recipiente, semejante a una botella, o en una alcantarilla hasta la que se arrastraba debido a su problema para deambular.
Así permaneció seis meses hasta que su salud empeoró por estar expuesto a condiciones climatológicas extremas, sin descanso, ni higiene, ni tratamiento médico, poco y mal alimentado hasta el punto de que dos dedos del pie se le gangrenaron.
Debido a ello, marchó a Rumanía para ser atendido médicamente. Allí, le amputaron la mitad distal del pie izquierdo y tras ello el matrimonio, que le había acompañado en el viaje, le instaló en su casa para volver a utilizarlo en cuanto estuviera repuesto.
Le convencieron para que volviera a Barcelona, donde viajaron el 14 de junio de 2017, con la promesa de que, esta vez sí, le darían el 50% de las ganancias, pero tampoco cumplieron, y le mantuvieron en las mismas condiciones de explotación.
Es más, en una fecha no determinada, lo vendieron a otra persona por 400 euros, sin que su situación mejorase en absoluto, hasta que el 28 de agosto de 2018 la víctima pidió ayuda por los fuertes dolores que tenía en el pie y los transeúntes llamaron a los servicios médicos que le ingresaron en el Hospital de Sant Pau.
Hasta tal extremo había empeorado que el 2 de octubre tuvieron que amputarle la extremidad inferior izquierda por encima de la rodilla.
Tras permanecer dos meses ingresado, fue trasladado a un centro público asistencial. El matrimonio fue detenido en enero de 2020 en Rumanía en cumplimiento de una Orden Europea de Detención.
La Audiencia de Barcelona condenó al matrimonio a 16 años de prisión por un delito de trata de seres humanos en concurso medial con un delito de mendicidad y otro de lesiones graves, e impuso 10 años de cárcel al hombre al que la pareja vendió a la víctima por 400 euros. Además, fijó una indemnización de 90.000 euros.
El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) rebajó las penas a 15 y 8 años respectivamente al absolverles del delito de mendicidad.
Y ahora el Supremo ratifica el fallo del TSJC al destacar que se producen las tres fases del delito de trata de seres humanos. La captación en Rumanía de la víctima que «vistas sus lamentables circunstancias personales» y «la muy precaria situación en que se encontraba», accede a la oferta que más tarde resulta se un «engaño».
El traslado a España y la posterior explotación a la que «le sometieron los condenados» que le ponen a mendigar desde el mismo día que llegó a Barcelona apropiándose de todo el dinero de la víctima, a quien en todo momento «tenían bajo control».