
El bullshot, un cóctel que es casi un primer plato y que cura las peores resacas
«El cóctel es básicamente un bloody mary en que el caldo de buey sustituye al tomate»
«El cóctel es básicamente un bloody mary en que el caldo de buey sustituye al tomate»
«El recuerdo de esta receta me sigue saltando las lágrimas, como cuando oigo ‘La muerte de Isolda’»
«El tartar admite variaciones y da lugar hasta a lucimiento del cocinero. Las posibilidades son casi infinitas»
«Nunca he probado un bloody mary mejor que el mío y, no menos importante, raro es el que lo cata y no comulga»
«Ya en los cincuenta estaba en la carta de uno de los mejores restaurantes de España. No es un plato de segunda»
«Es la más agradecida de las legumbres, ya que no hay que pagar un pastizal por ellas como pasa con sus primas»
«No sólo es, junto al champán, sinónimo de glamur; también es el combinado más famoso del mundo»
«Apenas un día en Madrid y ya me estoy preguntando cómo he podido vivir allí 65 años…»
«Los combinados tienen una singularidad impagable sobre cualquier bebida embotellada (vinos aparte)»
«Cuando yo era joven era plato de cierto glamur, algo ‘fina progresía’ o ‘Mayo del 68’, me parecía a mí»
«Se hacen con pan y una notable variedad de ingredientes, desde las más simples, hasta algunas realmente ampulosas»
Escritores y lectores comparten encuentros felices, pequeñas decepciones y cómicas equivocaciones en las casetas
El periodista e historiador Jesús Hernández Martínez desvela en su obra anécdotas inéditas sobre la vida del dictador
Si tus habilidades culinarias dan para poco más que abrir una lata de Fanta sin cortarte, seguramente has sido protagonista activo de alguna atrocidad culinaria como las que te contamos en este artículo.
Los orígenes de la capital, las costumbres de la corte, leyendas, anécdotas y todo tipo son explicados por Eduardo Valero en este libro de Sargantana.
Cuenta el escritor Neil Gainman una anécdota curiosa. Estaba él en una convención de tres días rodeado de artistas y científicos, encogido entre tanta eminencia, cuando se encontró a Neil Armstrong. El primer hombre que pisó la luna era discreto y calmado y estaba al final de la sala sin molestar a nadie cuando Gainman se le acercó. Conversaron y Armstrong terminó por hacerle una confesión; levantó un dedo, apuntó hacia la sala y dijo: “Veo a todas estas personas y pienso: ‘¿Qué demonios estoy haciendo aquí?’. Todos ellos han realizado cosas asombrosas. Yo simplemente fui adonde me enviaron”. Gainman quedó sorprendido y le respondió: “Sí, pero tú fuiste el primer hombre en llegar a la luna, y eso tiene su importancia”.
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