«Lo esencial de Madrid no es parecerse a ninguna otra ciudad, sino ser ciudad, ese vasto espacio inespecífico donde la gente sueña y trabaja»
«No veo belleza en la fantasmagoría de una ciudad vacía, por limpio que esté su aire y por mucho que trasluzca el agua de sus ríos, como no veo belleza en la luz glacial de los cadáveres.»
«Como los templos, las librerías son biosferas donde pastan las horas lentas, el silencio preindustrial, los pensamientos profundos o las ensoñaciones»
«Volveremos y ellos se irán (se irán expulsados). Pero ya sabemos que están ahí, esperando la ocasión. Si un día nos vamos para siempre, ellos volverán para siempre. Sin esperar ni un día»
«Del mundo del boxeo surgió la expresión ‘Go the Distance’: aguantar los asaltos, permanecer en pie hasta que suene la campana. Este es el momento»
Los auténticos héroes están escondidos entre la multitud. Aparecen cuando menos les esperas. O cuando les necesitas, si prescindimos del siempre dudoso azar. El sábado pasado llovía sin descanso en Bilbao. Las ciudades deben visitarse en su estado natural y Bilbao merece la lluvia. Desde años atrás deseaba ascender por la ría hasta el puente colgante y atisbar, sin intentar comprender, las míticas distancias entre el margen derecho, dominado por la universidad de Deusto y por los núcleos residenciales de la burguesía y la aristocracia vasca, y el izquierdo, donde han recalado los emigrantes desde los inicios de la industrialización.
Dice Torra que Barcelona “ha abdicado de ser la capital de Cataluña”. Si estuviéramos en Twitter podríamos contestarle que este es el primer y más inesperado reconocimiento oficial de Tabarnia. Sin embargo, vale la pena no tomárselo a broma y analizar qué pensamiento se esconde detrás de estas declaraciones, porque son más siniestras de lo que parecen a primera vista. Nos encontramos ante “esa concepción estrecha, exclusivista, beata y simplista que reduce toda identidad a una sola pertenencia” y que Amin Maalouf denunciaba en Identidades asesinas. Y Barcelona sigue siendo una ciudad demasiado abierta, demasiado cosmopolita, demasiado diversa, para formar parte de la tribu, y menos aún para encabezarla. Es, además, un mensaje lanzado a todos los ciudadanos de Cataluña. O eres exclusivamente catalán, o no eres catalán, viene a decirnos el presidente de la Generalitat. Dicho de otra manera, o eres separatista, o este no es tu sitio. Así, de un plumazo, el nacionalismo de Torra borra la complejidad de cada individuo, ese conjunto de pertenencias que nos hace únicos. Aniquila la identidad que hace que uno no sea idéntico a otro y nos diluye a todos sublimando una única y sagrada pertenencia.
Barcelona era la ciudad donde durante un tiempo hubo que ir para recordar que todos pertenecíamos a Europa
Meses fantaseando con la idea de dejar Madrid y cuando el salón se llena de cajas le entra a uno frío. Madrid es mucho Madrid, ciudad entregada a quien quiera tomarla. Pocas cosas se escogen en la vida y esta ha sido una de ellas desde aquella nocturna e infantil entrada en coche por la Castellana, con el Bernabéu iluminado, los botones en la puerta de los hoteles, la Cibeles y el poderío de las aceras limpias, grises y capitalinas. Desde Barcelona —adonde ahora regreso—, Madrid me silbaba y me guardaba un sitio que ahora dejo caliente.