«El bizcocho de la suerte no figura en ninguna de las santas escrituras y tiene más de símbolo pagano que otra cosa, habiendo llegado a la península ibérica por influencia francesa»
Si, como dice Manuel Arias en su reciente La democracia sentimental (Página Indómita, 2016), las ideologías son “atajos cognitivos” que simplifican y empaquetan una realidad cuya complejidad lo exige para que podamos asimilarla y lidiar con ella, lo primero que ha de hacer un partido político al representarlas es cumplir ese mandato básico: no añadir bruma y ruido a lo que ya de por sí nos desborda cada día. El PSOE, más que un “atajo cognitivo”, ha sido este año una “distracción decepcionante”. No ha sido ningún faro contra la incertidumbre, sino la incertidumbre misma.
Amanece tras una noche mágica, para los niños y para los adultos con sensibilidad. Llamándome como me llamo y siendo mi santo desde que tengo uso de razón es un día más que especial para mí. Siempre me he dado mucha cátedra con los niños en materia regia y he presumido de una influencia inexistente para que mi mediación con Sus Majestades tuviera éxito. Los sueños, sueños son, y muchas veces se hacen realidad.
En un día de Reyes sin carbón y sin corbatas, he echado la vista atrás a otra Epifanía de hace medio siglo, en una Nueva York aún transida por el magnicidio de unas semanas antes, con la situación cada vez más caótica en Vietnam…
La Navidad es entendida como la fórmula mágica para recargar pilas, para enfrentarse al año que en realidad comenzó con el curso en Septiembre. Pero nos damos una nueva oportunidad, por si las moscas