Estrategia de comunicación: irritar al contrario. Lo vimos hace unos años en la acción política de Podemos
No hay que descartar la posibilidad de que Maquiavelo estuviera guiado por un impulso piadoso al escribir El Príncipe y que su pretensión fuera hacernos creer que los gobernantes son “maquiavélicos”, para evitarnos tener que aceptar que no van sobrados de inteligencia. Quizás, en definitiva, creyó que era noble ocultarnos todo cuanto la vida política tiene de vodevil.
Es fácil creer que con Gabriel Rufián el parlamentarismo ha tocado suelo. Tampoco es para tanto. Ya tengo escrito que cada legislatura ha tenido su Rufián y que lo de verdad preocupante es que la proporción de rufianes de la actual supera con creces la dosis asimilable por un órgano legislativo sano.