
El último samurái
Las armas son modernas, las espadas no combaten, las bombas destruyen al instante, y la pequeña paz que encontraban los samuráis antes de morir ya no existe
Las armas son modernas, las espadas no combaten, las bombas destruyen al instante, y la pequeña paz que encontraban los samuráis antes de morir ya no existe
El problema es que ese enemigo está protegido por aquellos que los deberían combatir como ha sido demostrado por los documentos de Edward Snowden y un sinfín de declaraciones de militares y ex agentes de inteligencia norteamericanos.
Tiene el poder de congelar ese momento que el tiempo convertirá en historia. Es capaz de captar nuestra atención, de seducir a nuestra retina inmortilizando la barbarie de la forma más sutil, más hermosa. El arma con la que combaten los reporteros de guerra dispara sus objetivos dando en el blanco de la conciencia colectiva. Todo ello gracias a sus cámaras: los proyectiles que apuntan sobre las portadas de los diarios de medio mundo. A veces, su trabajo se convierte en una obra de arte que pinta los escenarios bélicos más sorprendentes. He aquí una muestra.
Como la de indultar un pavo por Navidad, anunciar el bombardeo de Irak parece haberse convertido ya en una tradición presidencial en Estados Unidos. Lo han hecho los últimos cuatro presidentes; Obama no podía ser menos.
Ser humano, despierta, no vuelvas a ser engañado, se vuelve a repetir, ¿no te das cuenta que te quieren estresado y entretenido para que no veas la gran falacia que te sirven en bandeja?
No creo en la combinación “guerra santa”. “Guerra santa” es una combinación del tipo “fuego helado” o “luminosa oscuridad”… Absurdo. A mí sólo se me ocurre que tenemos el corazón un poco enfermo, con manifestaciones acordes al nivel de nuestro desarrollo.
Aburridos tras perder a sus hermanos, padres y amigos, estos niños deambulan por las calles disfrazados jugando a la guerra. A mí todos estos niños, usados como iconos de las guerras me ayudan a reflexionar hasta qué punto puede llegar la crueldad humana.
En tiempos de guerra el nunca olvides es una premisa básica. Una imagen es capaz de refrescar la memoria y desatar los sentimientos que más escuecen al alma.
John Kerry anda de aquí para allí, con sensación de fracaso. Ban Ki-moon se cruza y entrecruza con Kerry, con la misma sensación. Unos y otros siguen matándose.
Indiferentes, resignados, conscientes, consternados: las posturas en el espectador son tan variadas como asombrarse por el mejor gol del Mundial 2014, las fases del Tour de Francia, el millonario pase de Neymar o las cuentas de Messi.
Compartimos un mismo cielo, sí, pero soñamos deseos diferentes. El ser humano es el único animal que tropieza mínimo dos veces con la misma piedra, debido en gran medida a indigestiones de mala historia. Tenemos una tendencia -¿natural?- a propiciar el odio.
Atrás dejan la barbarie, el hambre, la violencia. Una cruenta guerra que ya suma tres años y millones de muertos y desplazados. Quienes primero huyeron de Siria se refugiaron en los países vecinos, al otro lado de la frontera. Pero la situación empeora a un ritmo galopante y estos países de acogida se han visto desbordados. Ahora, la travesía es más larga. Su destino es Europa. Así, Villa San Giovanni (Reggio Calabria, Italia) se ha convertido en una estación de paso para refugiados sirios. Su última parada antes de coger el tren que les lleve al norte de Europa.
Con la Declaración de Balfour de 1917, la promesa británica de buscar una patria para el pueblo judío, comenzó una emigración masiva de judíos europeos a Palestina que compraban tierras a los árabes.
Este subjetivo no es para contar los ataques que Israel está vertiendo sobre la franja de Gaza, porque los hebreos llaman a filas a reservistas o en qué consiste el conflicto palestino-israelí. Este subjetivo va de prioridades.
La muerte en la cuneta. La cuneta es lugar común de esta miseria. Como un paradigma de la pobreza de espíritu de quién no es capaz de llevar un camino coherente, como quien piensa en la cuneta de sus curvas de cerebro, sin acertar en ningún acierto.
Quizá quede un lado de la paramnesia por explorar: el del siglo XXI, el que nace de la comparación visual. El que brota tras un siglo tan sangriento como fue el XX que no importa si no se han vivido las guerras, mundiales o locales.
En el mundo conviven los lugares más hermosos que pueda imaginar el hombre con las regiones más castigadas por la injusticia o la sinrazón. Guerras, hambrunas, pandemias, dictaduras… son los dramas que se tornan habituales en determinados escenarios del teatro de este planeta. El turismo es ese público dispuesto a revivir como testigos ese guión. Pero hay actos que no son aptos para todos los públicos. He aquí algunos. ¡Ábrase el telón!
Albert Einstein dijo sabiamente que no sabía con qué armas se librará la Tercera Guerra Mundial pero que en la Cuarta se usarían palos y piedras, y la verdad es que no iba muy desencaminado. Todos nos quedamos embobados viendo la proeza tecnológica de los F-22 o F-35 de Lockheed Martin.
Las tropas americanas se van de Afganistán en 2016 en un final responsable, dice Obama. Después lo estropea un poco, añadiendo que el país no será un lugar perfecto.
La modernolatría del futurismo había dado en hacer la alabanza de la vida peligrosa y en glorificar la guerra como única higiene del mundo. Esos eran alardes que podían pronunciarse en lo que Zweig llamó la edad de oro de la seguridad.
Soy estudiante de Periodismo. Periodismo con mayúscula. Gestionar un blog, fotografiar con una réflex o practicar en un diario. Fácil. La cuestión del comunicador de hoy se multi-furca, no termina de cristalizar.
Esas maletas pueden parecer muchas, así, amontonadas en una acera de una calle de Beirut. Pero tengan en cuenta que metidas en ellas van varias vidas. Las de 300 personas que lo han perdido casi todo, pero que aún así pueden considerarse afortunadas.
La segunda Guerra de Crimea ha sido lo que se temía: el primer acto de un conflicto duradero y de momento irresoluble. Mal lo debe estar pasando el sufrido pueblo ucraniano. Viven sobre un territorio frontera.
En Venezuela ha comenzado un movimiento mucho más ambicioso, mucho más trascendental, que lo es para toda América. Estamos ante una revolución democrática moderna de una sociedad crítica y articulada contra la mentira del populismo.
No es ningún secreto que la gran recesión de 1929 tuvo una salida, muy cruenta pero muy sólida, con la II Guerra Mundial, ese oscuro conflicto donde absolutamente todos eran malos, menos los pobres polacos.
Abrías la portada de ELMUNDO.es y ahí estaban -en la última etapa, la ‘pública’, de su cautiverio- las fotos de Javier Espinosa y de Ricardo García Vilanova con la mención de los días de secuestro que llevaban.
Es muy posible que hoy éste perro haya amanecido arropado y consentido por una nueva familia. De ser así debe estar algo confundido porque sus nuevos amos le estarán hablando en inglés y de eso tiene mucho que aprender.
Con el asunto de Crimea los vientos de guerra han soplado peligrosamente en las últimas semanas.. Los países con armas nucleares han enseñado sus garras, unos muy sutilmente y otros de forma más evidente.
Ya lo dijo el clásico: la Historia se repite a veces como farsa. Es irreconocible esta II Guerra de Crimea si la comparamos con la primera de hace más de un siglo. Ya no hay nada parecido a la carga de la Brigada Ligera.
Todos aquellos que inmortalizaron la frase Catalonia is not Spain para pegatinas, estarán encargando a imprenta Crimea is not Catalonia. Cierto es que comparten la letra de inicio C- y Referéndum.
Hoy un corazón rojo ondea en diferentes lugares del mundo como Nueva York, Moscú, París, Londres y Zaatari, el mayor campo de refugiados en Jordania. Lleva un pasajero que sueña con huir de las injusticias de la guerra. Nunca un globo había estado tan lleno de esperanza.
Compadezco a Putin. Pobre. No debe de pegar ojo. La presión internacional ejercida sobre él es inhumana. Lo último ha sido el comunicado del G-7 mostrando su disgusto por la política rusa en Crimea.
Hace 160 años ?en medio de una excelente coyuntura económica? se desarrolló la I Guerra de Crimea. Acaso fue la última de las contiendas heroicas en la que los oficiales pertenecían a la nobleza.