Guillermo Garabito

Qué solos se quedan los vivos

Qué solos se quedan los vivos

Al tocar estas fechas siempre me preocupan más los vivos que los muertos. Los vivos que le quedan a los pueblos, concretamente. Unos vivos, cada vez con menos vida, que suspiran como si compusieran unas Rimas apócrifas haciéndole la competencia a Bécquer: ¡Dios mío, qué solos / se quedan los vivos!

Todos los amigos del presidente

Todos los amigos del presidente

Un político que llega a la presidencia sin pasar por las urnas… esto ya lo inventó Netflix. “La democracia está sobrevalorada”, decía. Sólo que Frank Underwood no es norteamericano sino de Tetuán, al menos en el remake español. El mandato de Pedro Sánchez es una serie que ha pasado del capítulo piloto y anda tratando de firmar desesperadamente la segunda temporada 

El Mundial de Pedro Sánchez

El Mundial de Pedro Sánchez

Los nuevos gobiernos en España son como estrenar un verano con Mundial. Precisamente aquello que decía Ortega “porque nuestro tiempo es tan fuerte como posibilidad…” Todo son planes y optimismos acalorados en las vísperas y rápidamente se ve uno en las mismas que en el torneo anterior, de nuevo en casa y teniendo que dar explicaciones. La alegría de estrenar gobierno dura lo que dura un Mundial.

Aguantocracia

Aguantocracia

Los enemigos de Mariano Rajoy, que no han sido siempre los de España, terminan cayendo uno tras de otro como los frailecillos de los documentales de La 2. Los enemigos de Rajoy fueron amigos en el PP antes de que el presidente se revelara inmortal. Todos caen menos Mariano.

Tumbarse a la mariana

Tumbarse a la mariana

El ataque de lumbago de anteayer del presidente del Gobierno entra dentro del orden constitucional con el que ha de marchar un país en verano. Mientras, en las redes sociales, pedían con guasa condenar el ataque. “Todos los males de Rajoy son los independentistas catalanes”, afirmaban algunos diputados del PP antes del verano cuando les preguntaban por la marcha de la legislatura.

Mariano Rajoing

Mariano Rajoing

El inglés en España es una promesa electoral en constante retorno, como el sueldo en los Tercios españoles en el Siglo de Oro y Gibraltar. Gibraltar en realidad no puede ser español porque tardaríamos una generación entera en poder entendernos para llevar a cabo el traspaso de poderes.

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