
hijo


Mi vestido, mi hijo
Las mujeres exhiben pancartas donde se lee: «Mi vestido, mi elección». Muy bien. Es de una lógica impecable. Sin embargo, no he podido evitar la comparación con el drama del aborto. En este caso, y siguiendo el mismo hilo argumental, la cosa sería: «Mi hijo, mi elección».

Dolor a pellizquitos
Sientan ese dolor. Esos abrazos en la profundidad de la desesperación. Esos ojos que ya no ven. Ese cuerpo que ya no se sostiene. ¿Los notan? ¿Les duelen la piel, el estómago y el corazón?

Los nuevos santos inocentes
Me temo que, lamentablemente, aún no lo hemo visto todo. Pero el corazón del hombre, cuando está podrido o narcotizado, es capaz de las mayores fechorías y atrocidades.