En 2012, el Gobierno australiano encomendó a este organismo la investigación y, tras cuatro años de audiencia, el estudio ha llegado ahora a su fin. «Entre 1950 y 2010, el 7% de los curas eran supuestos criminales», ha señalado Gail Furness, abogada encargada de los interrogatorios de la investigación, en Sídney. «Los informes eran deprimentemente similares. Los niños eran ignorados o, peor, castigados. Las acusaciones no se investigaban. Los curas y los (trabajadores) religiosos eran trasladados», ha agregado. «Las parroquias o las comunidades a donde se les trasladaba no sabían nada de su pasado. No se conservaban los documentos o se destruían». La edad media de las víctimas en aquel momento era de 10 años para las chicas y de 11 para los chicos y de los 1.880 supuestos delincuentes, el 90% eran hombres. La comisión ha hablado con miles de supervivientes y ha escuchado acusaciones de abusos sexuales a menores ocurridos en iglesias, orfanatos, clubes deportivos, grupos juveniles y escuelas. La Iglesia de Australia encargó al Consejo de Verdad, Justicia y Curación que emitiera una respuesta. «Estas cifras son sorprendentes, trágicas, indefendibles», dijo a la comisión el director ejecutivo del consejo, Francis Sullivan. En la investigación se vio salpicado el cardenal George Pell, ahora ministro de Finanzas del Vaticano, que fue interrogado por sus relaciones con presuntos curas pedófilos en el estado de Victoria en los años 1970.