Si no quieres que se sepa, no uses Whatsapp
Me he permitido el lujo de apropiarme de un viejo proverbio Chino, para titular mi columna de hoy, y es que si no quieres que se sepa, ni se te ocurra comunicarlo por Whatsapp.
Me he permitido el lujo de apropiarme de un viejo proverbio Chino, para titular mi columna de hoy, y es que si no quieres que se sepa, ni se te ocurra comunicarlo por Whatsapp.
Basta un tuit o un vídeo en Youtube para que millones de personas se enteren de la última estafa, de un nuevo apaño o de las conspiraciones siniestras de los que mandan.
Enemigos de internet. EE.UU., India y Reino Unido. Suena rotundo el pronunciamiento de Reporteros sin Fronteras (RSF), que así designa a estos tres países tras constatar que han espiado a millones de ciudadanos.
El suicidio de varios jóvenes ha provocado muchas preguntas en el Reino Unido sobre la influencia que algunas redes sociales hayan podido tener en su decisión.
Es increíble cómo Internet se ha convertido en algo cotidiano en nuestras vidas. Jamás podrían imaginar sus inventores que 50 años después toda nuestra vida acabaría teniendo un reflejo digital en ella.
Ayer estuve en el Mobile World Congress y viajé hacia atrás en el tiempo. Puede que muchos no se acuerden y que los más jóvenes ni se lo imaginen, pero hubo un tiempo en el que no había teléfonos móviles.
Ha sido tanto el achicamiento de espacios para la intimidad que la misma noción de lo íntimo ya sólo nos remite al gremio de la lencería.
Una de las secuencias más impactantes de La Lista de Schindler muestra a una niña judía que vaga perdida con su abrigo rojo entre la multitud en blanco y negro camino del campo de concentración.
Uno asocia las armas de destrucción masiva al arsenal de grandes países o grupos terroristas.
No hemos avanzado nada. Somos los mismos hombres primitivos que ansiaban la cueva nueva del vecino, aunque entonces no tuviera wifi. Cuanto más nos rodeamos de aparatos inteligentes, más idiotas parecemos.
Para tener en nuestras manos cosas sofisticadísimas como un iPhone o una televisión de plasma necesitamos algo tan humilde como cajas de un mismo tamaño. Y barcos, claro. Muchísimos barcos
La verdad se siente con el pollo (y la leche fresca de verdad, no se la pierdan), como uno saborea la belleza de la Verdad en la Capilla Sixtina
Su invento resultaría una plataforma que democratizaría la información y la opinión, rompería los diques del pensamiento monopólico y facilitaría la existencia de los movimientos de protesta
¿Cabe pensar que estamos necesitados de héroes ante tanto villano?
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