De Draghi y las liras guardadas debajo del colchón
Hace dos semanas fallé a El Subjetivo en la entrega de mi texto (esa es la periodicidad con la que escribo). La razón: una mujer que se escabulló del control de seguridad en el aeropuerto de Munich provocó el cierre del mismo durante cuatro horas y la cancelación de 300 vuelos y retención de cerca de 50.000 pasajeros y sus respectivas maletas. Entre ellos, mi familia y yo. Aquello fue el caos. Mayúsculo, teniendo que empezaban las vacaciones de verano en el land de Baviera (en Alemania los länder se turnan el comienzo de las mismas para dosificar el mogollón que provoca el éxodo vacacional en los medios de transporte del país). Y una muestra de nuestra vulnerabilidad en esta reciente época de inseguridad y paranoia terrorista que vive Occidente. Mi colaboración se quedó sin enviar atrapada en el ordenador que cargaba mientras hacía la cola interminable del servicio de atención al cliente de Lufthansa. El episodio convirtió nuestro prometedor viaje a Turquía en una auténtica pesadilla.