Quiero creer en Bill Gates, no como master del imperio Microsoft, ni por su extensa filantropía, sino como visionario de un futuro mejor, donde los países pobres desaparecen y el mundo es más mundo que ahora.
Desde el Ibex, las matemáticas y la amistad se puede hablar también este lenguaje único de la música. Divina sensibilidad de sus radares para el vuelo