El programa ruso tiene ya dos escuadrones de esos misiles, uno de los cuales fue desplegado recientemente en un punto no identificado del país, mientras que el otro permanece en el polígono militar Kapustin Yar, en la región de Ástrajan. Para la Casa Blanca, el despliegue de ese cohete de crucero supone una clara violación del Tratado INF para la eliminación de misiles nucleares de mediano y corto alcance, firmado en 1987 por los presidentes Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov.
El programa ruso supone una gran preocupación para el Pentágono, que baraja varias opciones de respuesta, incluido el despliegue de defensas antimisiles adicionales en Europa o de misiles de crucero de base terrestre o aérea, según las mismas fuentes. El Gobierno estadounidense ya intentó en 2014 persuadir a las autoridades rusas de corregir lo que considera una violación del tratado de 1987 mientras el programa estaba todavía en fase experimental. El entonces presidente Barack Obama envió a su homólogo ruso, Vladímir Putin, una carta en la que le comunicaba ese incumplimiento y le instalaba a volver a las condiciones que establece el tratado y a eliminar todo equipo prohibido de manera verificable. Ahora, Putin continúa con su plan y provoca de esta forma al presidente Donald Trump.