Premio Nobel de la Farsa
El Nobel de la Paz comienza a ser como el Princesa de Asturias de los Deportes: la categoría que resta lustre al galardón. Si el segundo cae una y otra vez en el chovinismo más vulgar para honrar a figuras mediáticas españolas -Alonso ganó el premio antes que Schumacher, Casillas y Xavi se lo llevaron dos veces entre 2010 y 2012, lo tiene Sito Pons pero no Valentino Rossi-, el primero ha tomado definitivamente la deriva fatua de la corrección política para incurrir en el absurdo de premiar presuntas buenas intenciones, no hechos. Será difícil superar el sinsentido de concedérselo a un Obama recién aterrizado en la Casa Blanca, pero a fe que parecen habérselo propuesto.