El intento de golpe de Estado que sigue sacuendiendo Turquía
Según el gobierno turco el culpable del golpe fue Fethullah Gulen, predicador y empresario ex aliado de Erdogan. Gulen negó cualquier papel en el golpe e incluso alegó que fue orquestado por el propio Erdogan «para construir una dictadura», una demanda que el presidente, las agencias espías turcas e incluso la oposición han negaron vehementemente. Cuando la madrugada del golpe Erdogan apareció en televisión, ya lo avisó: los culpables pagarían un “alto precio” por su “traición, y tras el fallido golpe militar, noticias sobre la convulsa situación en Turquía inundaron titulares preocupando a una impotente comunidad internacional. Según denunció Amnistía Internacional, más de 13.000 personas fueron torturadas y violadas tras ser detenidas por el gobierno turco de Erdogan, el gobierno planeó la extradición de extradición de 32 diplomáticos e incluso se planteó instaurar la pena de muerte. Miles de militares, pilotos, policías, funcionarios, académicos e incluso profesores fueron despedidos o cesados de sus cargos por presuntos vínculos con el predicador «terrorista» y su movimiento. Se calcula que desde el golpe hasta la fecha, más de 100.000 personas han sido despedidas o suspendidas de sus puestos y 37.000 detenidas en una represión sin precedentes
Tras los primeros momentos de confusión, las calles de Turquía volvieron a la aparente calma, pero la tensión sigue haciendo estragos tanto a nivel nacional como en las relaciones internacionales del país. La purga posterior al golpe dio lugar a una ruptura en las relaciones con la Unión Europea, que acusó a Erdogan de usar el intento de golpe como excusa para eliminar a la oposición, y las relaciones entre Turquía y Estados Unidos también se vieron deterioradas ante la negativa de Washigton de extraditar a Gulen. La decisión de Erdogan de abrir las fronteras para dejar pasar a los refugiados al resto de Europa no hizo más que debilitar la ya dañada relación con la UE. A día de hoy, meses después del fallido golpe, los ciudadanos turcos siguen viviendo en sus propias carnes las consecuencias de un intento que no llegó a consumarse, pero que sí logró prender la mecha de la convulsión.