Refugiados

The Journey cuenta la historia de un grupo de afganos que deciden llegar a Australia atravesando el océano y viajando en un barco en mal estado, para terminar en una cárcel de Indonesia. La película ya ha sido enviada a Irak y Pakistán . Desde el  Departamento de Inmigración de Australia, órgano encargado de financiar la película, aseguran que el film tiene como objetivo «informar sobre los peligros del viaje y traficantes, y  advertir sobre las severas medidas que le esperan si finalmente consiguen llegar a su destino», señalando que «no puede ser considerada una película de propaganda».

Siwar es el tercer hijo de una familia siria de Daraa, empujada al gran campo jordano por la guerra. «Mi sueño es volver a Siria, y criar a mis hijos allí”, explica el padre de Siwar a Reuters, “vivir en la tierra de nuestros abuelos”. Desde que comenzó la guerra civil en 2011 en Siria 4,2 millones de personas han tenido que huir del país. 13,5 millones de personas necesitan protección y ayuda dentro de siria, de los cuales más de seis millones son niños, según ACNUR.

La obra, en la céntrica plaza de Gendarmenmarkt, recibe hoy a los invitados a la gala de ‘Cinema for Peace», –Cine por la paz–, iniciativa que entregará un año más sus premios a una selección de películas de contenido social, crítico o humanitario. La actriz Charlize Theron será la encargada de entregar el galardón principal a la película elegida por el jurado, que en esta edición ha tenido a Ai Weiwei como presidente de honor, y que últimamente se encuentra trabajando en un nuevo proyecto centrado en los refugiados en la isla griega de Lesbos.

De los 500 refugiados que conviven en el centro de Wuttemberg, 200 se han visto implicados en una gran pelea, cuando un grupo de paquistaníes descubrió que varios jóvenes habían bebido alcohol y decidieron a lincharlos. Cuando intervino la policía, los agresores cargaron también contra ellos. En Suecia diez policías son expulsados de un centro por una muchedumbre de inmigrantes, cuando se disponían a rescatar a un niño de 10 años que, según informes, estaba siendo violado repetidas veces.

El tráfico ilegal de personas se había interrumpido en los últimos días a causa de las duras condiciones climatológicas, y hoy se ha reanudado con temperaturas de poco más de un grado. A mediodía del miércoles más de mil personas habían llegado ya a la isla de Lesbos, frente a las 800 que lo hicieron ayer. En los primeros 18 días del año, 31.000 personas han llegado a la costa griega, y 77 han muerto en el intento.

Los controles de identidad en la estación de Kastrup –en la parada del aeropuerto- preocupa especialmente a los comerciantes, que se quejan de que la medida incrementa hasta 45 minutos los viajes de los que regresan a Malmo tras trabajar en Copenague. Las vallas pretenden impedir que los inmigrantes “salten” a los trenes a través del puente de Oresund. Las compañías ferroviarias sufrirán nuevos controles y cuantiosas multas si se detectan pasajeros irregulares.

“Quiero vivir con dignidad y respeto”, comenta uno de los refugiados. “Ahora estoy atrapado en Grecia”. Grecia ya ha impuesto sus normas al respecto y la policía ya los ha desalojado de un campamento improvisado. Medidas de control que también han llevado a cabo Macedonia, Croacia, Eslovenia y Serbia, permitiendo solamente el paso de sirios, iraquíes y afganos. Por su parte Hungría ha cerrado su frontera levantado una enorme valla.