serotonina

Escoria del primer mundo: Houellebecq y la catástrofe divertida

Escoria del primer mundo: Houellebecq y la catástrofe divertida

Occidente se va al traste de maneras crueles e inverosímiles en las novelas de Michel Houellebecq (La Reunión, 1956) y, justo es reconocerlo, fascina observar cómo se diluye por el escotillón de la historia. Con la debida persuasión y unos cuantos barriletes retóricos, Europa deja de ser un submarino lleno de hombres viriles sudando la gota gorda y se convierte en un kindergarten de flojos y pusilánimes; la democracia liberal, convertida en flor de un día, se marchita en un suspiro; el campo de batalla se nos come de un bocado y el mundo no termina con una explosión, sino con un no menos sonoro regüeldo. Así es la épica de lo fatal: de derrota en derrota, por fabulosas que resulten, hasta el ansiado cataclismo final.

Escoria del primer mundo: Houellebecq y la catástrofe divertida

Escoria del primer mundo: Houellebecq y la catástrofe divertida

Occidente se va al traste de maneras crueles e inverosímiles en las novelas de Michel Houellebecq (La Reunión, 1956) y, justo es reconocerlo, fascina observar cómo se diluye por el escotillón de la historia. Con la debida persuasión y unos cuantos barriletes retóricos, Europa deja de ser un submarino lleno de hombres viriles sudando la gota gorda y se convierte en un kindergarten de flojos y pusilánimes; la democracia liberal, convertida en flor de un día, se marchita en un suspiro; el campo de batalla se nos come de un bocado y el mundo no termina con una explosión, sino con un no menos sonoro regüeldo. Así es la épica de lo fatal: de derrota en derrota, por fabulosas que resulten, hasta el ansiado cataclismo final.

Los dueños de perros son más felices que los dueños de gatos, pero menos inteligentes

Los dueños de perros son más felices que los dueños de gatos, pero menos inteligentes

En el mundo hay dos tipos de personas: las que prefieren los perros y las que prefieren a los gatos. A simple vista puede parecer algo superficial que se queda en una cosa de gustos, pero la verdad es que va mucho más allá y refleja aspectos importantes de la personalidad y el estilo de vida de cada uno. La relación que existe entre perros y humanos no tiene nada que ver con la que existe entre gatos y humanos. No es ni mejor ni peor. De hecho, ambas son maravillosas. Pero sin duda, son diferentes. Y, como es de esperar, hay científicos que llevan años investigando este tema. Algunos aseguran, por ejemplo, que los dueños de perros son más felices que los dueños de gatos.

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