Todos sufrimos la tentación escapista en algún momento. En el espacio, creemos que todo irá mejor en un nuevo sitio lejano, quizá en el pueblo de la infancia en una casa encalada o en una cabaña artesanal como Walden, de Thoreau, o la torre de Montaigne.
Nací en Bilbao y pasé toda mi infancia consciente y los inicios de la adolescencia en Orense. Cuando a los 14 años volví al País Vasco, mi sueño de futuro era terminar siendo un periodista. Sin embargo, el regreso hizo que me decidiera por la historia.
David Foster Wallace empezó a llevar su característica bandana en el pelo cuando se marchó a estudiar a Tucson, Arizona. El calor le hacía sudar tanto que las gotas manchaban las páginas de lo que escribía o leía. Ese trozo de tela lo evitaba. «Luego se convirtió en una gran ayuda en el 87 en Yaddo, porque las gotas caían en la máquina de escribir, y me preocupaba la posibilidad de electrocutarme».
Patria, de Fernando Aramburu, explica cómo el terrorismo horadó los cimientos morales de la sociedad vasca. Para ello, despliega un escenario innominado por el que transitan todos y cada uno de los arquetipos que, bajo la férula de ETA, se fueron enquistando en las páginas de sucesos.
No, se puede tener un día negro porque una engorda o porque ha llovido demasiado, estás triste y nada más. Pero los días rojos son terribles, de repente se tiene miedo y no se sabe porqué.
A Europa le crecen día a día los enanos con la fuerte presencia de partidos euroescépticos, reacios a la moneda única y deseosos de volver a las fronteras. El populismo de Marine es de sobra conocido.