THE OBJECTIVE
Cine

Inventario de películas y series sobre política estadounidense para ver antes de las elecciones

Inventario de películas y series sobre política estadounidense para ver antes de las elecciones

Joshua Sukoff | Unsplash

Donald Trump[contexto id=»381723″], actual presidente de Estados Unidos, ha coincidido con Joe Biden, el candidato demócrata con el que se batirá en las urnas, en señalar que las elecciones del próximo 3 de noviembre serán cruciales. Históricas. La disputa entre dos modelos de sociedad. Concretamente, Biden ha asegurado que es una lucha «por el alma» del país. 

Hablar del alma, sin ponernos demasiado existencialistas, es hablar de la esencia de la vida estadounidense. Esta idiosincrasia se ha reflejado tradicionalmente en sus producciones culturales, de Elvis a Pollock. Y, por supuesto, en el cine y las series. Como sostiene Jorge Carrión, si Shakespeare captó magistralmente el espíritu de su tiempo, las series hacen lo propio con el nuestro. Series y películas se han afanado en retratar la política estadounidense, desde los tinglados con las empresas armamentísticas a la relación entre periodismo y política, desde tótems como House of Cards (2013-2018) a The Post (2017). Ofrecemos un menú de películas y series recientes (repetimos, recientes, para El ala oeste de la Casa Blanca ya está este repaso) sobre política estadounidense para amenizar estas largas semanas de campaña. Por si la realidad no es suficiente.

En primer lugar, antes de cualquier análisis y cualquier ficción, un segundo para el escepticismo. No podía pasar y pasó. Hace cuatro años las encuestas erraron estrepitosamente y Donald Trump se proclamó presidente de EE.UU. ¿Miopía sociológica? ¿Soberbia por parte de los medios de comunicación? Puede que algo de ambas. Una serie efectiva que habla sobre esto sin hablar de política es Ozark, una ficción que prueba que Estados Unidos es mucho más que sus grandes ciudades costeras, que los rednecks no están demasiado interesados en la agenda de los demócratas y que, a menudo, la gente solo busca prosperar y no ser molestada. Narcotraficantes poderosos incluidos. Al mismo tiempo, la serie, con sus tonos azulados, refleja a la perfección un mandamiento: el capitalismo no es un sistema económico sino algo mucho más permeable, como explica Mark Fisher en Realismo Capitalista: es un marco, un horizonte de pensamiento. Está en los barcos que surcan los lagos, está en lo que transportan los camiones, en las armas y en las fichas del casino, y está, inequívocamente, en la gélida manera de actuar de los personajes. Netflix estrenó la primera temporada de Ozark en 2017 y tiene una cuarta prevista para 2021. 

Inventario de películas y series sobre política estadounidense para ver antes del 3 de noviembre
Julia Garner y Jason Bateman en la ceremonia de los Premios Emmy en 2019. | Imagen: Jordan Strauss | Invision/AP

La realidad, por inesperada que sea, no deja de entrelazarse con la ficción: el 20 de agosto, la actriz Julia Louis-Dreyfus, que interpretó a una vicepresidenta en la serie de comedia Veep (2012-2019) asistió a la convención demócrata para apoyar a Biden. Precisamente, Biden desempeñó durante los gobiernos de Obama el cargo de vicepresidente que Louis-Dreyfus interpreta en esta serie de comedia. Si Ozark es el fondo del cuadro, la neblina turbia que humedece todo el ambiente, Veep es el detalle, el sarcasmo con ritmo alto.

Las risas están bien, pero la campaña se está poniendo seria. De cara a las elecciones de noviembre, la gran baza de Trump es su gestión económica: el 45º presidente de Estados Unidos consiguió crear empleo a través de desregulaciones y situar el paro en los niveles más bajos en décadas. La pandemia ha arrasado estas conquistas y ha hundido el empleo. A su vez, la comunidad internacional ha temblado con su enfrentamiento comercial con China. Para este punto haremos una excepción e incluiremos en este inventario un documental: American Factory (2019), un relato sobre reindustrialización y choque cultural coproducido por Michelle y Barack Obama. El documental, que este año obtuvo el Oscar, plasma la manera en la que el trabajo puede definir la identidad de las personas. Retrata a los empleados de una fábrica de General Motors que vuelve a la actividad cuando un multimillonario chino decide reabrirla. El contraste entre los trabajadores chinos (que persiguen la productividad) y los estadounidenses (que se ven obligados a trabajar por un salario inferior) refleja, con toques cómicos, la filosofía de ambas culturas. 

Si la gestión económica es su gran baza, se ha argumentado que los dos grandes problemas que enfrenta Trump son las manifestaciones antirracistas que han surgido a raíz de la muerte de George Floyd y las consecuencias de la pandemia de coronavirus, que ha afectado especialmente a personas mayores (tradicionalmente más conservadoras). Sin embargo, como explica nuestro colaborador Borja Bauzá, el hecho de que las manifestaciones generen destrucción y caos puede menoscabar el apoyo a Biden. Antirracismo sí, pero dentro de un orden.

Nuestra colaboradora Fátima Elidrissi hizo un repaso de los creadores que tratan la brutalidad policial y el racismo institucionalizado en EEUU. Entre ellos figura Así nos ven (2019), una serie que narra cómo la policía acusó a cinco jóvenes negros en 1989 por el asalto y violación de una joven blanca en Central Park. Para ver el asunto desde una perspectiva más cómica, una gran opción es la película Infiltrado en el KKKlan (2018) de Spike Lee. Si tiene ánimo para ahondar hasta el fondo en la herida racial, la Filmoteca programa este mes El nacimiento de una nación (1915), la histórica cinta racista de D.W. Griffith.

Al cóctel de protestas descontroladas con polarización se añade otro problema endémico (o carácter histórico o característica, si lo prefieren): las armas. El resultado era predecible. Kyle Rittenhouse, un adolescente de 17 años, viajó el 25 de agosto a Kenosha con un rifle para combatir los saqueos y asesinó a dos personas. Sobre el tema de las armas y los poderosos lobbies que apoyan la industria, un film suficientemente intenso es El caso Sloane (2016), un thriller que tiene por protagonista a una Jessica Chastain apabullante. Armas, ambición, la atmósfera tensa de Washington y dilemas éticos.

Otro de los caballos de batalla de Trump es el periodismo, con el que mantiene un enfrentamiento constante. El presidente ha tildado a los periódicos de «enemigos del pueblo», cuando él mismo expone argumentos falsos. Y es un modus operandi efectivo. Retorcer los hechos. Buscar el beneficio personal y de los suyos. Sacrificar a quien sea necesario. Con estos mimbres, en este repaso de series y películas no podía faltar House of Cards (2013-2018), un clásico moderno que se ha alabado, se ha criticado y se ha exprimido como una naranja porque el zumo es estimulante. Que la serie sea buena no resta, evidentemente, ni un ápice de importancia a las acusaciones de abuso de Kevin Spacey (si, por el contrario, optan por ‘cancelarla’, pueden leer esta pieza). En la serie, Francis Underwood acaba por tirar a las vías del metro a una periodista para deshacerse de ella. ¿Estetización de la crueldad? Puede ser. ¿Estirar la realpolitik hasta más allá de lo posible? Sí, también. Pero es intensa, la mirada de Robin Wright atrapa y merece la pena revisar las dinámicas de los personajes obsesionados por el poder. 

Inventario de películas y series sobre política estadounidense para ver antes del 3 de noviembre 1
Jessica Chastain junto al cartel de ‘El caso Sloane’ el día de su presentación. | Foto: Rich Fury | Invision/AP

En el extremo opuesto está The Newsroom (2012-2014), la visión idílica del periodismo como garante de la democracia, con un guion potente de Aaron Sorkin que a veces se recrea en sí mismo. Es verdad que algunos momentos pueden resultar engolados, pero en cualquier caso, Will McAvoy (Jeff Daniels) es un tipo auténtico que persigue una expiación aunque ni él mismo lo sabe, y su primer discurso, esencialmente político, justifica otras piruetas de la serie.

Una vez que hemos mencionado estas, sobre periodismo y política ya está casi todo dicho. Existe toda una constelación de películas que tratan la relación de los medios con los poderosos, y entre las recientes sobresalen The Post (2017), traducida en España como Los archivos del Pentágono y Spotlight (2015), que se llevó un par de premios Oscar. Ambas ponen el foco en el trabajo del periodista, que debe ser minucioso, y en la importancia de no ser cómplices por omisión. En The Post, además, está Meryl Streep interpretando a la primera mujer editora del periódico. 

Aún con el periodismo de fondo, aunque en un segundo escalafón, están Los idus de Marzo (2014) y Leones por corderos (2007). En la primera, Ryan Gosling interpreta a un asesor de campañas que trabaja para un senador demócrata, George Clooney (que, a su vez, dirige la peli). Quizá lo mejor sea Philip Seymour Hoffman, que interpreta a un director de campaña despiadado. Las puñaladas (sí, era muy evidente) entre los tres son la base de la trama. Por su parte, Leones por corderos está dirigida por Robert Redford, que se centra en la idea de compromiso. Compromiso por descubrir la verdad, por servir a los Estados Unidos, por entender qué está pasando con Irak. Ciertamente, el tono es marcadamente antibelicista. Y también sale Meryl Streep. 

El guionista de Leones por Corderos es Matthew Michael Carnahan, responsable también del guion de La sombra del poder (2007), un thriller con pinceladas noir que se centra en la relación de dos viejos amigos: un periodista aguerrido y escéptico (Russell Crowe) y su antiguo compañero, un prometedor político (Ben Affleck). La lección es, de nuevo, que el compromiso implica renunciar y que los poderosos tratan de huir de las consecuencias de sus actos. 

Hemos mencionado a Ben Affleck. Punto de inflexión. Affleck da para revisar dos de política exterior: podemos buscar una excusa para volver a ver Pearl Harbour, estrenada en 2001 (el mes pasado se cumplieron 75 años de Hiroshima y Nagasaki, quizá sirva), y Argo (2012), que juega en otra liga. Argo obtuvo 3 premios Oscar por su sólido planteamiento, por su fuerza dramática sin recurrir demasiado a maniqueísmos, lo cual no era tan fácil para un film estadounidense sobre rehenes en Irán, y por cómo autoparodia y a la vez ensalza el poder de las películas.

Volvamos a 2020. Otro de los temas a tener en cuenta en esta campaña es la edad de los dos candidatos. Biden (77) y Trump (74) suman entre los dos 151 años, más de los que tienen la Torre Eiffel o Coca-Cola. Una interpretación más allá de la de la gerontocracia: en un mundo líquido, la sociedad estadounidense no desea abrazar un futuro incierto con candidatos jóvenes, sino que prefiere el peso de la experiencia, que es el del pasado. El tema de la edad resulta sintomático: cuando Trump inició su mandato tenía 70 años, cuando lo hizo Obama, 47; George W. Bush fue presidente con 54 y Bill Clinton con 46. Una de las figuras más populares actualmente en la política estadounidense, que está llamada a desempeñar un papel importante en el futuro, es Alexandria Ocasio-Cortez, una joven de 30 años de familia humilde. El documental A la conquista del congreso, premiado en el Festival de Sundance, retrata con fuerza emotiva su visión y su ambición política. Si queremos seguir en la línea de jóvenes promesas, una opción sugerente en Chappaquidick (2017), película que narra el accidente que sufrió Ted Kennedy en 1969 el que murió su secretaria y que provocó un escándalo mediático. El tono es un poco plano, pero merece la pena ver a Jason Clarke interpretar la tragedia de los Kennedy.

El escándalo es también el leitmotiv de El Candidato (2019), donde Hugh Jackman interpreta a un senador demócrata que en 1988 fue acusado de mujeriego, lo que afectó al rumbo de su campaña. El film es más que un típico relato de caída en desgracia, y va desgranando la personalidad compleja del candidato mientras cuestiona los problemas del axioma que afirma que lo personal es político. 

A pesar de ser problemático, el argumento tiene su fundamento. Es innegable el peso que ha obtenido la cuestión identitaria en la arena política en los últimos años, como son innumerables las polémicas que ha generado. Se ha vaticinado un sorpasso de la identidad frente a las reivindicaciones tradicionales (de clase), pero no tienen por qué ir separadas. El 11 de agosto, Biden escogió a Kamala Harris, una mujer negra y de ascendencia asiática, como su mano derecha. En medio de la tensión racial que atraviesa el país, puede ser una buena apuesta.

Inventario de películas y series sobre política estadounidense para ver antes del 3 de noviembre 2
Kamala Harris en un acto de campaña. | Foto: Carolyn Kaster. | AP

 

Por otra parte, se puede leer la maniobra de Biden como una jugada efectista: un varón blanco que lleva toda su vida engrosando el establishment y que abraza la diversidad de un modo electoralista. El director Ryan Murphy traza una pirueta parecida en su excéntrica serie The Politician, donde un niño rico obsesionado con llegar a la presidencia de su instituto escoge como VP a una niña enferma de cáncer. (Aclaración: no estamos comparando la enfermedad con la raza. No. The Politician es simplemente una ficción, donde hay igualmente electoralismo). Para un repaso a fondo de la filmografía de Murphy, clic aquí. 

Siguiendo con las series, una de las joyas recientes es La conjura contra América (2020), creada por David Simons y basada en la novela de Philip Roth. La serie imagina unos EE.UU en los que un racista antisemita ha llegado a la presidencia en 1940 y se alinea con Hitler. Cabe mencionar que Simons sugiere paralelismos chungos con la América actual. Además, La conjura contra América conduce a otra pregunta: ¿Qué implica el auge actual de las ucronías y las distopías? También El cuento de la criada es profundamente pesimista, y en la fascinación que despiertan Black Mirror, Westworld o Years and Years hay un poso trágico, de desencanto con la realidad. ¿Por qué no hay tantas ficciones que imaginen futuros posibles, más verdes, más sociales? ¿Y por qué no los protagoniza Meryl Streep?

Finalmente, a modo de colofón, Vice (2018). Es una película monumental que retrata cómo Dick Cheney, un funcionario anodino, acaba alcanzando la vicepresidencia de  EE.UU. Lo hace con ironía, con cumbres dramáticas y con valentía formal. Christian Bale interpreta a un hombre obsesionado con el poder que se rodea de tipos bastante mediocres. En este sentido, el director, Adam McKay, es inmisericorde con George W. Bush. Su personaje pasa por los lugares comunes (retorcer las leyes, beneficiar a los amigos) y se vuelve más interesante en la segunda mitad de la película, que aborda las turbulencias de la política exterior: las trampas al solitario que hizo el Gobierno de Bush vinculando Al-Qaeda con el régimen de Sadam Hussein y las trágicas consecuencias que trajo la invasión de Irak, todavía hoy palpables. 

Quedan semanas de campaña, con debates electorales incluidos y con una pregunta en el aire, que recoge Borja Bauzá, y que supera lo que sabemos hasta ahora sobre la realidad y la ficción: ¿qué pasará si Trump pierde las elecciones y no reconoce la derrota? Seguramente, harán falta palomitas.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D