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Cultura

¿Qué medidas de Francia, Italia o Alemania reclama la industria cultural al Gobierno?

Desde partidas económicas muy específicas hasta la declaración del libro como bien de primera necesidad

¿Qué medidas de Francia, Italia o Alemania reclama la industria cultural al Gobierno?

Hay en España más de 700.000 personas que viven del sector cultural, lo que incluye desde la librería del barrio hasta el teatro de la Gran Vía, desde los museos y bibliotecas municipales hasta las salas de cine y los festivales de música o teatro, sin olvidar a los artistas —sean escritores o sean chelistas— que lo hacen posible. A todos ellos les mandó un mensaje nítido el ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes: “La salud es lo primero y luego vendrá el cine”. Un manifiesto firmado por 40 asociaciones culturales reaccionó contra esta declaración, que entre líneas esconde una acusación de insolidaridad, y promovió un #apagóncultural que ha sufrido enormes críticas, también entre cineastas o escritores que cuestionan su idoneidad. Pero que, en último término, ha provocado que el Gobierno —a través de las carteras de Cultura y Hacienda— haya prometido, tras largos días de silencio, una reunión “en breve” para que puedan beneficiarse de “las medidas generales” adaptadas a su “singularidad”.

El gesto, interpretado como una aproximación, ha llevado a que agentes de estos sectores —como la Unión de Actores y Actrices— hayan dado su voto de confianza al Gobierno con la esperanza de que se hagan “realidad” algunas de sus peticiones. En esas reuniones por concretar, los representantes de la industria cultural reclamarán que se adopten en nuestro país medidas similares a las atendidas en otros países europeos como Francia, Italia o Alemania. Vamos a ver algunos ejemplos.

Ayudas a empresas, autónomos y trabajadores. La interrupción del pago de impuestos y la concesión de créditos blandos es una posibilidad que ya han aprobado en Italia. Esto afecta, directamente, a museos, librerías, salas de cine, galerías, etcétera, pero también a bares y restaurantes, por ejemplo. De ahí que se interpreta que “las medidas generales” se puedan adaptar a la “singularidad” del sector cultural. Del mismo modo, en el país transalpino existe una partida que garantiza que los autónomos reciban 600 euros mensuales como compensación durante la crisis. En Alemania, Angela Merkel ha ido un paso más allá y ha promovido ayudas para el pago de los gastos cotidianos —como alquiler o electricidad— en el caso de las medianas y pequeñas empresas y de los autónomos, y también subvenciones que van de los 9.000 a los 15.000 euros trimestrales durante el tiempo que dure el parón, así como préstamos blandos que, si son inferiores a 30.000 euros, no requieren aval.

Cobertura de los costes de los eventos suspendidos. Francia ha sido el estandarte y el ejemplo más empleado por el sector cultural en España. El pasado 20 de marzo, Emmanuel Macron, que también ha asumido como en Italia y Alemania las moratorias en el pago de impuestos y ha prometido créditos públicos con condiciones muy favorables a través de su ICO —allí se llama BPI—, adelantó un primer lote de 22 millones de euros para responder «al riesgo de desaparición de las estructuras culturales, especialmente las más frágiles». Estos 22 millones de euros se dividen de la siguiente manera: diez para la música, cinco para las artes escénicas, cinco para los libros y dos para las artes visuales. Con este dinero, la República se comprometió, entre otros asuntos, a garantizar a los trabajadores el cobro de eventos culturales suspendidos. Esto beneficia, para ser claros, al técnico de iluminación de un concierto programado para la primera semana de abril que no se ha celebrado o al organizador de un certamen de teatro que ha tenido que cerrar sus puertas y ha perdido un dinero esencial para su subsistencia.

Declaración de los libros como bienes de primera necesidad. El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, agradeció el esfuerzo de las industrias culturales para entretener y aliviar el peso de la cuarentena. Los editores y libreros consideran que la declaración de los libros como bien de primera necesidad —no sería una extravagancia española: los alemanes y franceses lo hicieron antes—, más que las palabras, les ayudaría a mantenerse a flote. ¿Por qué? Porque permitiría a las librerías abrir en cuanto se flexibilice la cuarentena y sumarse a un régimen similar al de los supermercados o los quioscos. Por otra parte, los editores verían con buenos ojos que las instituciones públicas incrementaran el presupuesto de las bibliotecas públicas destinado a la compra de ejemplares.

Rebaja del IVA. El sector del teatro aspira a que, una vez restablecida la normalidad, sus precios dejen de cargar con un 10% de IVA y este pase al 4%, el tipo que tienen los libros. El sector musical desea el mismo acuerdo para sus entradas, pero también una reducción del 21% al 10% del IVA en el precio de las consumiciones durante sus espectáculos. La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, solicitó que el IVA cultural se redujera al 0% en todos los casos. Si miramos a países de nuestro alrededor, encontramos que el IVA cultural es del 7% en Alemania, de un máximo del 5,5% en Francia y de un 10% en Italia.

Igualdad de condiciones con el sector deportivo. La inclusión del deporte en la misma cartera que la cultura es algo que se soporta mejor en una orilla que en otra. No ayuda a limar asperezas que, mientras el sector cultural aguarda a que se tomen medidas urgentes, el ministerio haya activado, a través del Consejo Superior de Deporte, un plan de ayudas de 50 millones de euros que van directamente a las arcas de las federaciones deportivas y que incluye 1,3 millones para los deportistas.

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