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Creaks, el mundo tras la rendija

Amanita Design, símbolo del indie en su vertiente más artística, nos invita a descubrir un universo tras las rendijas en Creaks

Creaks, el mundo tras la rendija

Imagen de Creaks | Press Kit

Todos hemos tenido nuestro monstruo nocturno particular. De pequeños… y quizás no tan pequeños. Ese sonido siniestro en el armario que nos sobresalta por la noche. El rodar de las “canicas” en el techo, prueba irrefutable de la presencia de fantasmas. Ese montón de ropa en la silla que, en la penumbra, parece una criatura agazapada, esperando a que el sueño nos venza para saltar sobre nosotros. 

Sin embargo, todo en la vida tiene su reverso. Tal vez el monstruo no sale del armario porque está esperando a que nos marchemos y dejemos de invadir su territorio. O puede que la criatura de ropa se quede inmóvil, aterrada, cuando miramos hacia ella. 

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Imagen vía Press Kit de Amanita Design.

Esta es una de las ideas con las que juega Creaks, el nuevo título de Amanita Design. Nuestro protagonista es un joven que descubre una grieta misteriosa tras el papel de pared de su habitación. Movido por la curiosidad, se adentra en ella, pero un temblor inesperado provoca que quede aislado, sin posibilidad de regresar por donde ha venido. No le queda otra que seguir avanzando, bajando hacia el subsuelo, donde descubre una civilización extraña, en ruinas. Su viaje le llevará por habitaciones que parecen desvanes, plagadas de objetos variopintos del mundo humano. Pero el verdadero misterio llegará cuando empiece a encontrarse con los habitantes de este lugar: una especie de pájaros humanoides, que por lo visto tienen un problema serio con una criatura inmensa que está destrozando su entorno. Será entonces cuando nos convirtamos en ese rumor tras la pared, en ese sonido que acecha tras las rendijas; porque la historia se irá mostrando frente a nosotros cuando espiemos a hurtadillas. Dejándonos claro que el concepto de identidad y otredad puede invertirse en un abrir y cerrar de ojos, y no siempre las historias giran en torno a nosotros

El estudio checo, símbolo y baluarte del indie en su vertiente más artística, nos tiene acostumbrados a juegos que despliegan ante nosotros universos de ensueño. Oscuros o desenfadados, pero siempre impregnados de un aura de misterio que nos mueve a explorar cada rincón, tocar cada objeto o tratar de hablar con todos sus habitantes. Nos han llevado a visitar planetas lejanos gracias a los Samorost y su encantador protagonista (¡y su perro!); a vagar por un futuro perturbador en Machinarium; a disfrutar de visiones particulares del mundo natural en Botanicula, o a disfrutar como niños con el indescriptible Chuchel.

La enseña de sus juegos siempre ha sido el point-and-click, con una incursión en el juego de cartas narrativo a través del reciente Pilgrims. En Creaks, sin embargo, abandonan este estilo de juego en favor de una mecánica de puzles más tradicional. Cada escenario cuenta con una serie de normas y mecanismos de los que podemos hacer uso para superar los obstáculos, casi siempre en forma de enemigos que nos impiden el paso. La luz será nuestra aliada: gracias a ella, desvelaremos el verdadero aspecto de esos monstruos que nos acechan. Los perros furiosos se convertirán en cajoneras, las escalofriantes medusas en percheros inofensivos. Creaks nos ofrece la posibilidad de enfrentarnos a ese submundo de los temores nocturnos y salir victoriosos. Nuestro niño interior seguro que respira aliviado. 

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Imagen vía Press Kit de Amanita Design.

Disponible para PC, Xbox One, PlayStation 4, y para iOS a través de Apple Arcade (servicio que lo estrenó en exclusiva), Creaks es un juego con una curva de aprendizaje bien estudiada: cuando ya creemos dominar la lógica de los puzles, empezaremos a toparnos con escenarios bastante más complejos que los iniciales, en los que tendremos que medir nuestras acciones al milímetro para superarlos. Así pues, una vez traspasada la muy asequible barrera de entrada, puede llegar a convertirse en un desafío para los jugadores experimentados en el género. Esto es un punto a favor, y sin duda lo convierte en un título muy recomendable si buscamos un buen juego de puzles. No obstante, también lo coloca en una posición extraña en el catálogo de Amanita. 

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Imagen vía Press Kit de Amanita Design.

Como siempre, el problema de las expectativas. Ya comentábamos antes que los mundos que acostumbra desplegar frente a nuestros ojos el estudio son hipnóticos, plagados de detalles que nos invitan a la interacción. Hasta ahora, nuestro modo de relacionarnos con sus juegos había sido este. Experimentar, accionar, desvelar. En Creaks, ese universo fascinante está ahí. La civilización que recorremos se nos antoja extraña, a veces incluso surrealista; una de las inspiraciones del apartado artístico es el concepto de pareidolia, la percepción de rostros en objetos que no lo tienen. Nos preguntamos por qué hay estanterías aquí, por qué sobrevuelan los cielos esas cometas extrañas, qué representan estas estatuas derruidas. Pero ese mundo no cobra el protagonismo habitual, sino que pasa a ser un escenario secundario al que no podemos acceder. Y eso, en ocasiones, resulta frustrante. Pasamos de un puzle a otro sin apenas descanso, cuando lo que realmente deseamos es seguir mirando por las rendijas, aprehendiendo detalles. 

Creaks, el mundo tras la rendija
Imagen vía Press Kit de Amanita Design.

El escenario devora a la mecánica, ¿o es quizás la personalidad de Amanita, tan definida y especial en el mundo del videojuego, la que roba el brillo de este título? Hay un motivo por el que Creaks parece desligado de los juegos que le preceden, y es que nació fuera del estudio. Fue el proyecto de tesis de Radim Jurda, estudiante de la Academia de Artes, Arquitectura y Diseño en Praga. Junto a su amigo Jan Chlup, se encargó del diseño de las mécanicas, las ideas para la historia y el arte conceptual, inspirándose en los libros infantiles ilustrados, los universos de Tim Burton y uno de los juegos previos de Amanita, Machinarium. En una tarde de cervezas, mostró su trabajo a Jakub Dvorský, fundador del estudio, quien se dio cuenta de que el proyecto encajaba a la perfección con su estilo artístico y su filosofía. Durante ocho años, Jurda y Chlup trabajaron en las oficinas de Amanita hasta que Creaks vio la luz, en julio de este año. 

La sombra de Amanita es alargada, tras diecisiete años explorando posibilidades narrativas. Creaks es, probablemente, la muestra más evidente de ello. Aunque se ve perjudicado, en cierto modo, por la comparación con sus predecesores, es cierto que hay que entenderlo como un ejemplo de la escuela creada por el estudio checo. Ojalá veamos más y más títulos surgidos de este modo, gracias a su influencia e incubados por ellos, abriéndonos la puerta a nuevos universos. 

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