En tiempos de políticos mediocres el electorado busca opciones y desde siempre los famosos han sido una opción, no sólo por su carisma sino por su comodidad ante las cámaras. Pero ¿quiénes han llegado al poder? ¿Es positivo?
Se supone que a la política sólo se dedican los políticos. Pero esa afirmación es casi tan falsa como decir que el sistema de pensiones actual es justo. La verdad es que la ambición de ejercer un cargo público mueve a más que a quienes se especializaron en ello, y a veces atrae a otro universo de personas que viven su vida en el ojo público: los famosos. Esto no es una novedad, el lamentable presidente actual de Estados Unidos es un ejemplo de ello. Pero hay otros ejemplos mejores, o por lo menos más digeribles. Uno de ellos es Cynthia Nixon. ¿Se acuerdan de la abogada brillante y cáustica del grupo de Sex and the City? ¿De la genial Miranda? Pues Nixon, quien la interpretó, ha decidido cambiar de carrera y esta semana anunció su candidatura a la gobernación de Nueva York.
Nixon se postula como contraria al candidato demócrata que ya ha ganado dos elecciones, Andrew Cuomo, y si ganase, sería la primera gobernante del Estado que sea abiertamente homosexual.
Pero Nixon no es la única, y Trump es una prueba. En un país donde no hay realeza y la cultura de la fama suplanta a los títulos nobiliarios, una celebrity tiene un peso diferente que en otros sitios. Si no se cree pregúntenle a Ronald Reagan, que tras actuar como galán en Hollywood, se convirtió primero en gobernador de California y luego en presidente del país. Sus políticas, altamente conservadoras, marcaron una era baja en la historia de Estados Unidos y su triunfo tuvo mucho que ver con su fama.
Otro, más conocido actualmente, que ha ocupado un cargo público siendo un actor famoso es Arnold Schwarzenegger. Otro gobernador de California, apodado Governator, -como se ve es una tendencia en el Estado donde se ubica Hollywood- ha servido dos mandatos. Clint Eastwood ha también ostentado un cargo, el de alcalde, en un pueblo también californiano. Nueva York, sin embargo, no es el mismo tipo de terreno ni tiene tanta predilección por el brillo de la fama… habrá que ver qué tal le va a Nixon.
También hay que tomar en cuenta que la inmensa mayoría de los famosos que triunfan en elecciones pertenecen al partido Republicano. Por alguna razón, en las carreras demócratas ha habido pocas celebrities deseando poder, salvo que se cuente el fuerte rumor de una posible candidatura de Oprah Winfrey tras su celebrado discurso por la igualdad en los Globos de Oro.
Pero no es sólo Estados Unidos quien apoya a sus famosos cuando se deciden por el poder. El escritor y premio Nobel de Literatura peruano, Mario Vargas Llosa, se postuló como presidente de su país. Y en los años cuarenta en Argentina se creó una de las mujeres políticas más famosas de la región (un ejemplo perfecto de populismo y carisma), Eva Perón, que antes de ser una famosísima primera dama fue actriz en Argentina. Y en la Italia de los últimos tiempos un conocido comediante Beppe Grillo, fundó un partido de izquierda populista para competir en las elecciones contra la derecha y la izquierda consolidada, y no le ha ido del todo mal. Tampoco le fue mal, en ese mismo país, a Cicciolina, una famosa actriz porno que, a diferencia de Gina Lollobrigida, llegó a ocupar un puesto en el Parlamento italiano.
Lo cierto es que ahora queda por ver qué será de la campaña de seis meses de Nixon, que ya llama a sus seguidores a donar. Los políticos han cavado un gran hoyo en el que hundirse con grandes ejemplos de corrupción, incompetencia y pasividad, y es ahí donde han entrado los famosos con su éxito y su carisma, con su buena voluntad. Es una respuesta incluso al famoso con más poder actualmente, Trump. Una solución desesperada para hacer frente a un poderoso rival que los partidos liberales, y muchos de los conservadores, detestan.
De momento los medios le han dado alta cobertura a Nixon y el lunes, cuando anunció su decisión, fue trending topic en Twitter. Habrá que ver si ser famosa es suficiente y si, en tiempos de necesidad de gobernantes centrados y coherentes, una actriz sin experiencia en cargos públicos cumple con los requisitos.