Trump pasa a la ofensiva
Crece el número de infectados, crecen las muertes y crece el escepticismo hacia Trump. Ya no le dan la victoria ni las encuestas de Fox News
Los que estamos suscritos a las alertas procedentes de los Estados Unidos recibimos la notificación hace ocho horas: “Por primera vez en julio, los Estados Unidos han registrado más de 1.000 muertes por coronavirus en un solo día”. La cifra debe enmarcarse dentro de otra igual de siniestra: la de los infectados. Casi cuatro millones en el momento de escribir estas líneas.
Así salen luego las encuestas, claro. Pongamos por caso la que realizó hace unos días el Washington Post en colaboración con ABC News: el 52% de los encuestados dijo estar “muy” mosqueado con la gestión de Donald Trump (en marzo solo estaba “muy” mosqueado el 36% del personal consultado). Otro ejemplo todavía más preocupante para la Casa Blanca: la última encuesta de Fox News. El estudio realizado por el canal conservador dice que si las elecciones tuviesen lugar mañana el 49% votaría por Joe Biden mientras que solo el 41% lo haría por Trump.
(Por cierto: Trump no lo pasó muy bien en la entrevista que concedió este domingo a Fox News porque el entrevistador, Chris Wallace, decidió que no iba a limitarse a sonreír y en un par de ocasiones espetó que lo que estaba diciendo el presidente no era verdad.)
Visto lo visto, y teniendo en cuenta que solo faltan 15 semanas para el día de las elecciones, el Donald ha decidido pasar a la ofensiva.
Frente republicano
¿Cómo? Pues, en primer lugar, largando a su jefe de campaña. En los círculos washingtonianos daban por hecho el despido desde lo de Tulsa, cuando el presidente se plantó en un estadio para hablar ante decenas de miles de personas y se encontró con que solo habían acudido a verle cuatro y el del tambor. Brad Parscale, que saltó a la fama en 2016 por ser el consultor digital del Donald, será reemplazado por Bill Stepien, que fue asesor de Chris Christie, el famoso gobernador de Nueva Jersey, antes de que éste prescindiera de sus servicios alegando “pérdida de confianza”.
Además, Trump ha recuperado sus famosas “ruedas de prensa para ofrecer al público estadounidense información de primera mano sobre el coronavirus”. Hay que recordar que el presidente dejó de celebrar estas performances en abril porque cada vez que hablaba subía el pan –el momento cumbre fue cuando se preguntó en voz alta y ante millones de espectadores si, quizás, inyectar desinfectante en los pacientes con bicho podía curar la enfermedad– y, cansado de ir saltando de polémica en polémica, las declaró una “pérdida de tiempo”.
La primera ‘rueda de prensa coronavírica’ de esta nueva etapa tuvo lugar ayer y brilló por las ausencias: ni Anthony Fauci, el epidemiólogo que supuestamente asesora a la Casa Blanca, ni Deborah Birx, la científica que supuestamente coordina la gestión gubernamental de la pandemia, hicieron acto de presencia. Con el primero ya sabemos que Trump lleva un mes sin hablarse, pero ¿dónde estaba Birx? “Está justo aquí fuera”, contestó el Donald, como queriendo decir que estaba pululando por los alrededores y que acudiría si su presencia era necesaria.
Estas ausencias, dicen los comentaristas políticos gringos, ayudan a ver el motivo real por el cual el presidente ha vuelto a organizar ‘ruedas de prensa coronavíricas’. Y es que no se trataría tanto de informar al público estadounidense del estado de la cuestión–aunque el Donald sí declaró que las próximas semanas serán duras y animó a la gente a ponerse mascarilla– como de reaperecer en los hogares de sus paisanos con la gorra de capitán del barco para dar la impresión de que sigue al mando. Además, si lo que dice la prensa científica de que hay dos o tres posibles vacunas a la vuelta de la esquina es cierto, podría hasta colgarse algún galón.
Tremendous progress being made on Vaccines and Therapeutics!!!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) July 21, 2020
Pero también puede suceder lo contrario. Es decir: lo que ocurrió en abril. Puede suceder, en fin, que empiece a decir cosas raras y contribuir, así, a la caída de su popularidad. Ya veremos. Por lo pronto, la intervención de ayer duró media hora. Fue, por tanto, breve. Buena señal.
Frente demócrata
Biden, por su parte, sigue en sus trece: sin asomar demasiado la cabeza pese a que ahora la campaña de Trump se dedica a producir anuncios que invitan a pensar en un país dominado por el crimen si el candidato del Partido Demócrata llega al poder (aquí un ejemplo).
Uno de los titulares que dejó la entrevista concedida a la cadena MSNBC a comienzos de semana, por ejemplo, fue el siguiente: “Joe Biden dice que hay cuatro mujeres afroamericanas con posibilidades de convertirse en su mano derecha”. En otras palabras: uno de los titulares que dejó la entrevista fue una declaración que ni aclara, ni aporta, ni nada de nada. Biden ya dijo hace meses que su mano derecha sería una mujer. También dijo que hasta agosto no daría un nombre. Y aunque no ha dicho que se decantará por una mujer negra, tras la muerte de George Floyd y la consiguiente ola de protestas las mujeres negras que tenía en mente aumentaron sus posibilidades de ocupar el puesto. Es decir: ese titular no da ninguna noticia. Pero es que Biden da poco juego.
A modo de recordatorio, estas son las mujeres negras que Biden tiene en mente: la senadora Kamala Harris, la congresista Val Demings, la ex asesora de seguridad nacional Susan E. Rice y Keisha Lance Bottoms, alcaldesa de Atlanta. A veces los comentaristas añaden un quinto nombre a la lista: el de la congresista Karen Bass. En agosto, ya saben, saldremos de dudas.