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Sociedad

Sobre la línea entre el éxito y lo esencial: así son las mujeres emprendedoras en el medio rural

Las mujeres que deciden emprender en el ámbito rural tienen que hacer frente a la carencia de muchos servicios, como el acceso a recursos económicos, formativos, servicios bancarios o infraestructuras de comunicación y nuevas tecnologías

Rodeada de delicados platos pintados a mano, pendientes de todos los colores e incensarios que todavía despiden olor a sándalo, Olga Castillo emite calma por cada poro de su cuerpo. En su taller, Cerámicas del Corazón, disfruta del silencio arropada por la sencillez de sí misma, mientras vive bajo una realidad pura y propia, pero compleja y desconocida: ser emprendedora en el medio rural.

En este sentido, pareciera que la palabra emprender despierta en uno directamente un regusto a asfalto y plástico casi instantáneo, como si hacerlo fuera algo particular de las grandes ciudades. Pero no hace falta vestir traje y corbata y dar apretones de manos por doquier para poner en marcha un negocio.

Para Olga, esta aventura es «por un lado, vértigo y, por otro, es una maravilla pensar que yo cojo un trozo de barro y, cuando lo transformo, tiene un valor que repercute en crear un mundo mejor», pues, según cuenta, no hay nada que aporte más que saber dónde estar.

Ella, al igual que otras muchas, forma parte de la lanzadera Ruraltivity, perteneciente a la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (FADEMUR), una comunidad de mujeres emprendedoras que han encontrado su lugar en los pueblos, en contacto con la naturaleza.

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Imagen: Olga Castillo, en su taller de cerámica | Maixa Rote | The Objective

Fabricación de queso, producción de compost ecológico, artesanía manual… son algunos de los proyectos que han puesto en marcha ellas en solitario y que resisten con entereza a la brecha digital y de género, así como a la amenaza de la despoblación en los lugares en los que viven.

La odisea de emprender en el medio rural…y ser mujer

Matilde Jiménez, responsable técnico de proyectos de FADEMUR, nos explica que aquellas que deciden dar el paso y emprender en el ámbito rural tienen que hacer frente a la carencia de muchos servicios, como el acceso a recursos económicos, formativos, servicios bancarios o infraestructuras de comunicación y nuevas tecnologías.

De hecho, consideraciones tan básicas que en el medio urbano ni siquiera se plantean, suponen para las mujeres autónomas un desafío digno de pelea, como la mera asunción de tener conexión a internet o, siquiera, disponer de las instalaciones adecuadas para acceder a ella. Respecto a este punto, sí que es cierto que, irónicamente, las circunstancias devenidas por la pandemia han hecho que los círculos de proximidad a los que acostumbraban a vender antes de la crisis (gente cercana, ferias, tiendas…), se hayan cerrado por completo, obligándolas, en cierto sentido, a potenciar sus habilidades digitales.

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Imagen: Lozoya | Abel Pardo López | Flickr

Pero los avances no compensan las carencias, y Jiménez señala que otro de los puntos en los que las políticas públicas tropiezan es en la concesión de ayudas. «Las ayudas tienen que empezar a adaptarse a las personas a las que se dirigen. No podemos tener ayudas o sistemas de financiación que sean genéricos, porque al final las mujeres que viven en el medio rural tienen unas circunstancias muy particulares».

Uno de estos factores a tener en cuenta que explica la responsable es que el 80% de las personas que se hacen cargo de ancianos en estas regiones son mujeres. Esto ocupa la mayor parte de su tiempo libre y obstaculiza, en gran medida, los proyectos en los que cualquiera de ellas decidiera embarcarse. Aun así, cada vez son más las que esquivan las acometidas de la migración a las ciudades y lideran negocios exitosos, enfrentándose, por lo tanto, a nuevos retos.

En este sentido, cuando The Objective le pregunta a Francisca Olga Pérez, emprendedora de la quesería artesanal La Gloria de las Palmas de Gran Canaria, sobre cómo se siente ante un entorno tan masculinizado como el rural, ella responde entre risas que «no nos hacen caso. Deberíamos ponernos un bigote para que nos hicieran caso».

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Imagen: Quesería La Gloria | Ruraltivity

Al otro lado del país, Nazareth Aparicio Antón, creadora de la empresa Vermiduero, dedicada a la producción de vermicompost, añade que «me dedico a tratar con agricultores y gente del campo y, muchas veces, sobre todo al principio, no se dirigían a mí, no me tenían en cuenta como alguien que tuviera conocimientos».

En el norte peninsular y al sur de Burgos, Aparicio tuvo una revelación hace años con el vermicompostaje. Ahora lleva con orgullo la marca ruadense de este compost ecológico hecho gracias a lombrices rojas californianas. Aunque su humus ecológico parezca provenir de un planeta totalmente diferente al de los quesos gourmet de Francisca o de la cerámica artesanal de Olga, todas ellas han encontrado en la plataforma Ruraltivity una conexión muy especial.

La creadora de Cerámicas del Corazón afirma, con gran convicción, que «las mujeres tienen muchas ganas y a las mujeres les cuesta muy poco unir fuerzas, y a mí me parece que eso es muy importante».

Trabajar lo material para vivir lo intangible

Quien sí que ha conseguido sobreponerse a las desavenencias de la imposición urbana sobre lo rural es precisamente Olga Castillo, que nos abrió las puertas a su mundo interpretado a través del barro y nos recibió con una sonrisa enmarcada por sus rizos negros. 

Así, mientras la lluvia pintaba vida sobre las hojas de los árboles en el pequeño pueblo madrileño de Lozoya, un sencillo edificio blanco en el centro del mismo, orientado hacia el Embalse de Pinilla, se diferencia del resto por un mandala de cerámica pegado al buzón, que firma la certeza de que ese es el lugar correcto.

Trabaja en gres, en alta temperatura, y el taller donde lo hace refleja un pedazo de su alma, un lugar en el que puede ser ella misma y que también da la bienvenida a quien quiera apreciarlo y compartirlo. Resguardado por la imponente Sierra de Guadarrama, su trabajo es tan bonito como sacrificado, pues ser mujer y autónoma en el medio rural es una labor que no da tregua. 

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Imagen: Maixa Rote | The Objective

«El medio rural tiene ventajas y desventajas», afirma a The Objective mientras pinta una delicada rama en uno de sus platos, abstraída frente a la cámara. «Para mí el silencio es un regalo, y cierta soledad también».

Lleva 23 años viviendo en esta pequeña población a orillas del las tranquilas aguas del embalse y afirma que «el que decide ser emprendedor al final es que lo que hace le apasiona, así que yo me pongo en ello y allá voy, no hay otra opción».

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