El porqué del roscón de Reyes: la historia de la última fiesta navideña
Tradición cristiana pero de origen pagano, el dulce típico del día de Reyes es obligado en una jornada en la que la ilusión nos embriaga a todos
Llega de la mano de Sus Majestades de Oriente cada 6 de enero, aunque seguro son muchas las casas en las que ha hecho acto de presencia hace días porque cada año aparece antes en las pastelerías… Eso sí, es mañana su día, en el que comparte protagonismo con los Reyes Magos, ambos imprescindibles de una de las jornadas más bonitas que se celebran en el año por la ilusión que a todos nos invade. Con o sin relleno, tradicionales o versionados, más o menos elaborados, pero siempre con sorpresa doble en su interior: una figurita y el haba que obliga a pagar a quien la encuentra.
Repasado el protocolo popular que mañana cumpliremos a rajatabla, ¿cuándo, dónde y por qué surge la tradición del roscón de Reyes? Su origen cristiano se ubica en el siglo XI y en nuestro país al igual que en Francia, Portugal e Italia la costumbre es tomarlo cuando los Reyes Magos llegaron a Belén y entregaron sus regalos al niño Jesús recién nacido, es decir, para celebrar la Epifanía. Y he ahí tantos y tantos villancicos que relatan y nos recuerdan este episodio de la fe cristiana… Es más, su forma redondeada recuerda una corona, la de las majestades reales.
No obstante, parece que la historia del roscón es bastante más antigua y su significado ha variado conforme al momento histórico. El origen se sitúa en el siglo II a.c. y la celebración pagana de las Saturnales romanas (conocidas como «fiesta de los esclavos») –adaptada después al cristianismo– con la que los romanos homenajeaban a Saturno, dios de las cosechas y la agricultura, y festejaban que los días empezaban a crecer. En estas fiestas tenían la costumbre de repartir entre amos y esclavos unas tortas redondas elaboradas con higos, frutos secos, miel y dátiles. Un siglo después, decidieron poner un haba como premio, y el esclavo que la encontrase era condecorado por un tiempo limitado como «rey de reyes» y recibía comodidades y favores como un día libre. Luego, cuando el cristianismo se convirtió en la religión del imperio, la tradición se mantuvo aunque perdió fuerza porque las fiestas paganas comenzaron a desaparecer. Eso sí, la torta perduró, evolucionando en el tiempo hasta lo que hoy es el roscón de Reyes.
En la historia se recoge que fue bastante después, en la Francia del siglo XI, cuando se recuperó la celebración, pero con el sentido cristiano que ahora tiene: se llamaría «rey del haba» (Le Roi de la Fave) y siguiendo la adoración de los Reyes a Jesús los pueblos daban ese día a los niños menos pudientes un bollo dulce. Luego, el pequeño que encontraba el haba se convertía en el rey de la jornada y recibía regalos, manjares y ropas.
La celebración da otro salto en el tiempo, y la relación haba-premio se modifica totalmente cuando en el siglo XVIII un cocinero introdujo en el roscón una moneda de oro para contentar a un Luis XV caprichoso, haciendo que desde ese momento nadie quisiera el haba y provocando la inclusión de ese segundo premio (esta modalidad la trajo a España Felipe V, su tío). Desde entonces, el rey de la fiesta pasó a ser quien encontrase la moneda –convertida en figurita de cerámica a partir del siglo XIX–, y el ‘perdedor’ (hoy quien lo paga) quien se tropezase en su trozo de bollo con el haba. Lo dicho, un cambio de 180 grados. Es entonces cuando el roscón de Reyes se suma a la tradición de hacer y recibir regalos.
Como la fiesta y su significado, la receta original también ha sido modificada. En aquellos inicios no había rodajas de frutas escarchadas como en el roscón actual, ni el agua de azahar, la ralladura de cítricos o el azúcar glas espolvoreado. Desaparecieron aquellos higos y dátiles, por ejemplo, y tampoco era un bollo con la dulzura del actual. Por supuesto, los rellenos y sus variantes llegaron mucho tiempo después.
Por último, cabe recordar que el roscón se come en otros países europeos como apuntaba más arriba. En Francia celebran el Rey del Haba (Le Roi de la Fave) y las familias toman un bollo bastante parecido a nuestro roscón, haba incluida. Los portugueses comen el Bolo Rei (Bollo Real) el 6 de enero, aunque varían un poco los ingredientes del dulce. Luego, los españoles hemos trasladado la tradición (fue en el s. XVI) al otro lado del Atlántico, con especial penetración en Colombia y México.
En cuanto al momento para disfrutarlo, algunos comienzan la misma noche del 5 de enero, mientras esperamos la llegada de los magos de Oriente, pero otros se reservan para abrirlo en el desayuno del día 6, al mismo tiempo que los regalos que nos han dejado Sus Majestades. Y con este cierre goloso finalizan las fiestas navideñas… ¡Felices y generosos Reyes!