Este es el ingrediente secreto que hará que tus bizcochos caseros queden esponjosos
Esta es una de las comidas más típicas de meriendas y desayunos, pero hacerla en casa puede ser más difícil de lo que parece
Los bizcochos son una de las comidas más comunes para las meriendas, los desayunos o simplemente un momento en el que apetece algo dulce. Al imaginar este alimento suele venir a la mente el típico esponjoso e incluso tan alto que cuesta darle un bocado. Sin embargo, a veces, hacerlo es más difícil de lo que parece.
Por eso, desde el blog Lolita la pastelera comparten una serie de consejos para poder conseguir el punto perfecto del bizcocho. Estos son 10 trucos para que el postre quede tan esponjoso como en las revistas y vídeos de recetas.
Seguir la receta del bizcocho al completo
Hay veces que la receta acaba modificada sin ser conscientes, incluso porque se añaden los ingredientes a ojo. Esto puede llevar a que, una vez horneado, el resultado sea un desastre por no haber seguido los pasos indicados. Hay que tener en cuenta que, al final, no deja de ser un proceso químico. Por tanto, según cómo sea la mezcla de ingredientes será también el bizcocho. Hay que elegir una receta (de un blog, un vídeo, un libro o alguien de la familia) y seguirla tal cual aparece.
Los ingredientes
Es importante que todos los ingredientes estén a temperatura ambiente. Por ello, la recomendación es que estén bien pesados y preparados y permanezcan a unos 20ºC para que se atemperen. Echar un ingrediente muy frío puede cortar el proceso químico, por lo que es mejor dejar algunos como los huevos, la leche o la mantequilla fuera de la nevera durante una media hora antes de comenzar la elaboración.
Los huevos, muy importantes en el bizcocho
Para conseguir que el bizcocho quede muy esponjoso hay que airear mucho los huevos. Es decir, batirlos bien, hasta que parezcan una especie de mousse blanquecina. Hacerlo con una batidora de varillas o un robot de cocina llevará unos cinco minutos a velocidad media. Estará listo cuando presenten una textura esponjosa. Además, es mejor usar huevos camperos o ecológicos, porque aportan un sabor más intenso, así como un mejor color.
Esencias y aromatizantes
Los aromatizantes o esencias son otro punto clave de los bizcochos, ya que ayudan a aportar un sabor único a la receta. Es por esto que tienen que ser de calidad, tanto los líquidos como en pasta. Hay que tener en cuenta que, al añadirlo (a no ser que esté especificado en la receta) hay que restar la cantidad a añadir a la cantidad del líquido.
Las especias, por otra parte, no alterarán la cantidad de los ingredientes. No obstante, el cacao, el café soluble e incluso el coco rallado sí que lo harán. Por ello, hay que restar los gramos usados a la cantidad de la harina.
La harina
La harina juega un papel muy importante en conseguir el bizcocho perfecto y esponjoso. Hace falta que sea muy fina y que esté aireada. Para ello hay que tamizarla antes de añadirla a la mezcla y comprobar antes que sea suave, ya que contiene menos gluten y permitirá que el resultado tenga mejor consistencia. Al añadirla, solo hay que mezclar hasta que esté integrada. Sobrebatirla hará que se forme el gluten y que quede más apelmazado.
Efecto de los líquidos en el bizcocho
El líquido es también un ingrediente clave a la hora de elaborar un bizcocho. Lo normal es usar leche, ya que aporta sabor y nutrientes; sin embargo, hay que tener en cuenta que el líquido variará en caso de añadir mermeladas o miel, ya que cuentan como tal.
Suele ser el último ingrediente en añadir a la mezcla, por lo que tiene que estar tibio. Es posible darle un toque de calor, pero sin que llegue a estar caliente del todo, porque puede fundir la mantequilla y cortar la mezcla. Para que quede más esponjoso también es posible sustituir la leche por buttermilk. Hacerla solo necesita mezclar 250 ml. de leche entera o nata con 30 ml. de zumo de limón y dejarlo reposar 15 minutos.
Aceite de oliva, aceite de girasol o mantequilla
Otra parte fundamental de la masa es la grasa: aceite de oliva virgen extra, aceite de girasol o mantequilla. La duda llega al tener que elegir cuál es mejor. La mantequilla va a aportar un sabor más intenso, por lo que esta tiene que ser de calidad y que guste para no arruinar el bizcocho.
En general, hay que añadirla junto a los huevos y batir hasta que quede una crema blanquecina y esponjosa. Por ello, hay que intentar que no se funda; si esto ocurre hay que dejar de batir y meter la mezcla unos minutos en la nevera. Por último, a no ser que la receta indique lo contrario, hay que cortar la mantequilla en taquitos pequeños para que se atempere rápido, pero nunca fundirla al microondas ni ablandarla con calor.
El aceite de oliva virgen extra dará un color y un sabor muy típico, e intenso pero también hará que el bizcocho no suba tanto. Además, en caso de añadir pepitas de chocolate o frutos secos, como la masa está más líquida que con la mantequilla, terminarán en el fondo.
Por último, el aceite de girasol aporta la grasa necesaria pero no tanta como el de oliva. Por ello, no tendrá ningún efecto sobre el volumen del bizcocho. Sin embargo, el sabor será prácticamente imperceptible y ocurrirá lo mismo que con el AOVE en caso de añadir chocolate, frutos secos o incluso frutos secos. En caso de querer sustituir la mantequilla por aceite hay que tener en cuenta que, por cada 100 gramos de la primera, serán necesarios 90 ml. del segundo.
El molde
Es posible usar cientos de moldes, ya que existe una gran variedad. A la hora de elegirlos hay que tener en cuenta que, por ejemplo, los moldes desmontables de metal son los que mejor reparten el calor. Tanto si son de acero como de hierro fundido. Otro factor a tener en cuenta es el tamaño.
Cuanto más grande sea, más mezcla será necesaria o más fino quedará. Por el contrario, uno muy pequeño hará que la mezcla se salga. Hay que tener en cuenta que hay que rellenarlo a 3/4 partes de su capacidad, precisamente para dejarle hueco para que suba. Siempre hay que engrasar el molde, ya sea con aceite, con mantequilla o con spray antiadherente.
El horneado del bizcocho
Cada horno es un mundo, por lo que es importante conocerlo antes de usarlo. En general, siempre hay que precalentarlo. Por tanto, hay que precalentarlo y no meter el molde si no está a la temperatura deseada. Esta suele estar entre los 170ºC y los 180ºC; necesitará unos 40 minutos de cocción.
En cuanto a la colocación, siempre que la receta no indique otra cosa, hay que hornear con la bandeja en el centro y calor arriba y abajo. Si el horno da más calor por arriba y suele quemar el bizcocho, es posible dejar una hoja de papel de plata en la parte superior (siempre con el horno apagado). Esto hará que el calor no sea tan directo y evitará que se queme.
El desmoldado
Esta fase es importante para no estropear todo lo hecho hasta el momento. Primero, hay que apagar el horno y entreabrir un poco la puerta para que, durante unos cinco minutos, vaya cogiendo temperatura ambiente poco a poco. Después ya es posible sacarlo y dejarlo aún sin desmoldar otros 10 minutos, para que enfríe. Esto ayudará a que no esté ningún trozo pegado y se quede atrás al desmoldarlo. Tras sacarlo por completo hay que dejarlo enfriar por completo sobre una rejilla.