Tres experiencias gastro que son mucho más que ir a comer
Una selección de locales de Madrid en los que la oferta sorprende por diversos motivos. Pasen y vean
Actualmente la cocina tiene mucho de show, en el sentido positivo de la palabra. Porque es mucho lo que acompaña al hecho de cocinar y comer. Propuestas más o menos arriesgadas por originales, o planteamientos de negocio que resultan de lo más llamativos. Hablamos de opciones que van más allá de los restaurantes con espectáculo, un clásico que se ha ido modernizando con direcciones cada día más apetecibles y divertidas en muchas ciudades del país.
De forma habitual recordamos que la oferta hostelera es infinita, y es ésta la razón por la que no paran de surgir direcciones con propuestas que buscan llamar la atención sobre el resto. No es tarea fácil pues parece que todo está inventado hasta que llega ese local que, durante un tiempo, sorprende y atraer todas las miradas. Éste es el hilo conductor de esta selección, restaurantes que por filosofía y oferta no deja indiferente a quien los visita o ya los ha visitado.
Una cocina con ‘riesgo’
Se puede comenzar por lo arriesgado que supone ir a comer a un lugar donde la propuesta es completamente cruda o semicruda (recordemos Barracruda, en el madrileño mercado de la calle Ibiza); donde todo el repertorio es vegetal o esas direcciones a las que uno va a comer a ciegas. Y no porque te tapen los ojos sino porque el menú el chef lo modifica a diario y es sólo uno, o dos (largo y corto)! Uno desconoce lo que va a comer hasta que los platos empiezan a transitar por la mesa. Riesgo para quien lo hace, y riesgo para quien acude por mucho que se haya informado previamente.
Es el caso de Pabú (Panamá, 4. Madrid), restaurante en boca de todos -o muchos- a raíz de que la infanta Elena reuniera aquí a parte de su familia (Real) por su 60 cumpleaños. Un lugar con sólo dos menús, uno largo y otro menos (150 y 110 euros respectivamente), bebida aparte, donde se come lo que el cocinero quiere. El artífice y propietario, el joven Coco Montes; la propuesta, distinta cada día, menús con auténtico protagonismo de la cocina vegetal (producto de temporada y seleccionado) que cierra con una carne o un pescado aparte de los postres, artesanales. Auténticos menús sorpresa e iniciativa que no entiende todo comensal o no es del gusto de cualquiera.
Para todos los sentidos
Luego están los que adelantan que sumergirán al comensal en otra dimensión. Y en Sinestesia Madrid (Paseo de la Castellana, 259. Madrid) se cumplen las expectativas por el espectáculo de luz, color, sonidos, mensajes, música (¡muy bien seleccionada!)… aparte de culinario, que tiene lugar a lo largo de todo el servicio. Como ellos mismos definen, «una experiencia multisensorial e inmersiva» en torno a una mesa en la que sólo entran 16 personas y donde no paran de suceder cosas.
El menú, una propuesta asesorada y coordinada por Kiko Moya, dos estrellas Michelin en su restaurante L’Escaleta (Cocentaina, Alicante) y uno de los chefs destacados del panorama nacional. A partir de aquí, la experiencia implica todos los sentidos desde la aplicación de las últimas tecnologías que están presentes de principio a fin cambiando constantemente el escenario y las escenas conforme van saliendo los platos. Y es que la presentación de cada uno tiene su propia puesta en escena, como si fueran obras de arte…
Por todo, una experiencia inolvidable y divertida con un maestro de ceremonias, una jefa de sala y una voz en off que hace transitar por lugares sorprendentes. La línea argumental del menú, ‘¿a qué saben los colores?’ y arranca el espectáculo. Se encuentra en el Centro Comercial Caleido, junto al complejo madrileño de las Cuatro Torres Business Area. El precio (270 euros con maridaje, 195 euros sin) acorde al despliegue (técnico, humano, culinario…) que la propuesta exige.
Con el atractivo de la clandestinidad
Luego está la curiosidad de los locales que pasan desapercibidos. Esos restaurantes que no imaginas que lo son ni donde están hasta que cruzas la puerta. Lugares a los que la primera vez alguien nos lleva, y que después seremos nosotros quienes hagamos lo mismo con las personas a las que queramos sorprender. No abundan y se encuentran sobre todo en las grandes ciudades, o mejor dicho en un discreto rincón de esas ciudades.
Uno de ellos es el madrileño Tramo (Eugenio Salazar, 56) en lo que fuera una discoteca de la movida madrileña y que desde fuera nadie imagina lo que hay en su interior. Tras la puerta, un decorado bonito, un lugar en el que apetece sentarse, espacioso, y con una carta asentada en el producto y entre la que destacan las elaboraciones a la brasa, que completan con una interesantísima y variada selección de vinos. Ah, y tienen un importante valor añadido: dan trabajo a personas con dificultades para incorporarse al mercado laboral, que aquí aprenden y desarrollan aptitudes que les ayude a conseguirlo.