Cómo hacer pastillas de caldo caseras: este es el paso a paso
En el congelador pueden durar varios meses en buen estado mientras que en la nevera aguantan hasta tres semanas
Pastillas de caldo caseras. | (Canva)
Las pastillas de caldo caseras son una excelente alternativa a las comerciales, ya que nos permiten asegurarnos de que están compuestas por ingredientes caseros, nutritivos y saludables. Así como evitar aditivos innecesarios. A continuación, te explicamos cómo prepararlas, sus beneficios y a qué guisos le van mejor.
Preparar tus propias pastillas de caldo caseras es una práctica saludable y sostenible que enriquece tus guisos aportándoles un toque sabroso. Además, podrás saber exactamente qué estás consumiendo, por lo que son las mejores en dietas de control de peso.
Receta de pastillas de caldo caseras
Ingredientes
- 150 gramos de carne magra ternera o pollo
- 300 gramos de verduras variadas calabacín, puerro, cebolla, apio y zanahoria
- un diente de ajo pelado
- un tomate pequeño
- 150 gramos de sal gorda
- 85 gramos de vino blanco
- un clavo
- dos hojas de laurel
- una cucharadita de perejil
- un manojo de hierbas aromáticas
- dos gramos de agar
Elaboración paso a paso
- Lavar y cortar las verduras.
- Cocer la carne.
- Sofreír las verduras.
- Añadir las especias y el vino.
- Cocer durante una hora.
- Triturar la mezcla.
- Añadir el agar.
- Verter la mezcla en los moldes.
El secreto para reducir los alimentos
En primer lugar, lava y corta las verduras en trozos pequeños. Retira la grasa de la ternera y el pollo, y pica los dos cortes finamente. A continuación, en una cacerola calienta una pequeña cantidad de aceite a fuego medio-alto. Y añade la carne. Ésta debe hacerse lentamente hasta que comience a dorarse. Luego, incorpora las verduras y el ajo, y sofríe durante unos minutos hasta que las verduras estén blandas.
Tras realizar los pasos anteriores, ha llegado el momento de poner el vino blanco, el clavo, las hojas de laurel, la cúrcuma, el perejil y las hierbas aromáticas (que prefieras). Sube la potencia del fuego al máximo deja que el alcohol se evapore. Entonces, reduce el fuego al mínimo, tapa la cacerola y cocina durante aproximadamente una hora, removiendo de vez en cuando, hasta que la mezcla haya reducido.
Antes de triturar la mezcla, retira las hojas de laurel y el clavo. Y utiliza una batidora para pasar la mezcla hasta obtener una pasta homogénea. Por último, disuelve el agar en una pequeña cantidad de agua caliente y añádelo a la pasta. Ponlo a fuego lento durante unos minutos más hasta que espese.
Para dar forma a las pastillas, vierte la pasta en moldes de silicona o en una bandeja forrada con papel de horno, extendiéndola uniformemente. Deja enfriar a temperatura ambiente y luego refrigera. Cuando la mezcla esté dura, córtala en porciones del tamaño deseado. Para conservarlas, envuelve cada pastilla con papel film o colócalas en un recipiente hermético.
Beneficios frente a las pastillas comerciales
Uno de los beneficios de las pastillas de caldo caseras frente a las que venden en supermercados es que al prepararlas en casa, puedes seleccionar ingredientes frescos y de calidad, evitando aditivos, conservantes y exceso de sodio presentes en la mayoría de las marcas a la venta en supermercados comerciales.
Además, puedes ajustar la receta según tus preferencias, añadiendo o eliminando ingredientes y controlando el nivel de sal. Por ejemplo, si eliminas la sal podrás utilizarlas para preparar los purés a los bebés. O si solo añades verduras a la receta serán aptas para aquellos que sigan una dieta vegana.
Cómo usar las pastillas de caldo caseras
Su uso es el mismo que el de las comerciales. Por eso, añade una pastilla a tus sopas, guisos, salsas o cualquier plato cuya salsa necesita un punto extra de sabor. Para determinar la cantidad adecuada, disuelve una pastilla en 500 mililitros de agua caliente. Y después añade la mitad del líquido a la cacerola.
El mejor método para conservarlas
Estas pastillas no son como las del supermercado que suelen conservarse en cualquier estantería de la cocina. Las caseras, al no llevar conservantes ni aditivos, requieren del frigorífico para mantenerse en buen estado durante varias semanas. Aunque también pueden congelarse.
