Tarta de las monjas: el postre de las abuelas que no lleva levadura
Al no contener ni harina de trigo ni levadura esta tarta resulta ideal para personas con intolerancia al gluten

La receta de la tarta de las monjas. | (Canva)
En el mundo de la repostería casera, hay recetas que sobreviven al paso del tiempo. Una de ellas, es la conocida tarta de las monjas, un postre originario de Italia cuya receta las abuelas han conservado con cariño durante generaciones. Lo que la hace especial no es solo su textura suave y aireada, sino el hecho de que se prepara sin levadura ni harina.
Este pastel ha vuelto a ganar protagonismo gracias a su combinación de ingredientes naturales y su preparación fácil y rápida. Ideal para quienes buscan una alternativa ligera y saludable a los postres más elaborados, ya que no lleva harina ni levadura, dos de los ingredientes más comunes en la repostería tradicional.
El origen de la tarta de las monjas
La tarta de las monjas tiene sus raíces en los conventos italianos, donde las monjas elaboraban dulces a partir de los ingredientes que tenían a mano. En tiempos en que la levadura o la harina podían escasear, surgieron recetas ingeniosas que aprovechaban productos simples como los huevos, el azúcar, las almendras y los cítricos. Este pastel es también conocido en algunas regiones como torta delle monache.

Descubre la receta de la tarta de las monjas
Ingredientes
- 6 huevos
- 200 gramos de almendra molida
- 1 limón ralladura
- sal
- azúcar glas
Elaboración paso a paso
- Separar las claras de las yemas.
- Montar las claras a punto de nieve hasta formar un merengue.
- Batir las yemas con el azúcar.
- Incorporar la ralladura de limón.
- Añadir el merengue.
- Precalentar el horno a 170ºC.
- En el horno durante 40 minutos.
Añadir el merengue con movimientos envolventes
- Se comienza separando las claras de las yemas.
- A continuación, las claras se montan a punto de nieve con una pizca de sal hasta formar un merengue.
- En otro bol, se baten las yemas con el azúcar hasta obtener una mezcla cremosa y blanquecina.
- A esta mezcla se incorpora la ralladura de limón o naranja, seguida de las almendras molidas.
- Finalmente, se añade poco a poco el merengue (claras montadas) a la mezcla anterior, con movimientos envolventes para no perder el aire.
- Se vierte la preparación en un molde previamente engrasado o cubierto con papel de horno.
- Y se hornea a 170 °C, durante unos 35 a 40 minutos, hasta que la superficie esté dorada.
Modo de conservación
Una vez horneada, la tarta debe dejarse enfriar por completo antes de desmoldar. Puede conservarse a temperatura ambiente durante tres o cuatro días, siempre que cubra con un paño limpio para evitar que se seque. Aunque, si se desea prolongar el frescor, puede envolverse en film transparente y guardarse en la nevera, aunque conviene dejarla a temperatura ambiente un rato antes de servirla.
Tiempo en buen estado
Gracias a su bajo contenido en humedad y a la ausencia de ingredientes lácteos, esta tarta puede mantenerse en buen estado hasta una semana en la nevera. También es posible congelarla en porciones individuales, bien envueltas, durante un máximo de un mes, lo que la convierte en una excelente opción para tener un postre casero siempre disponible.
Valor nutricional
La tarta de las monjas, aunque es un postre, tiene un perfil nutricional interesante. Las almendras aportan grasas saludables, proteínas, fibra, vitamina E, magnesio y antioxidantes. Los huevos, por su parte, son una fuente de proteína de alta calidad y nutrientes esenciales como la colina. A diferencia de los pasteles tradicionales, esta receta no contiene harinas refinadas ni grasa lo que reduce su impacto glúcemico.
Beneficios para la salud de esta tarta
Sin ser un alimento saludable en sentido estricto, la tarta de las monjas es una alternativa mas natural y equilibrada a los postres ultraprocesados. Sus ingredientes aportan beneficios reales: ya que las almendras contribuyen a la salud cardiovascular, ayudan a controlar los niveles de azúcar en sangre y favorecen el tránsito intestinal. Además, al no llevar gluten ni levadura, puede resultar más digestiva.
En un mundo donde lo industrial parece dominar la mesa, volver a preparar recetas sencillas, caseras y llenas de historia es apostar por lo natural. Con su esponjosidad natural y su aroma a almendra, esta receta nos recuerda que a veces, lo más simple es también lo más especial.