El marisco con el que Arguiñano acompaña las patatas fritas y da un toque cítrico irresistible
Esta propuesta del popular chef se convierte en una forma deliciosa de renovar un clásico de nuestras mesas

Patatas fritas con gambas. | Canva
Las patatas fritas son una de las guarniciones más universales. Pero, con un mínimo de técnica pueden transformarse en un acompañamiento sublime que va más allá del clásico toque de sal. Es el caso de las patatas fritas con gambas.
Y es que, este plato no solo intensifica el sabor del marisco, sino que, al integrarse con las patatas fritas aún calientes, les transfiere un toque más sabroso. La mezcla entre el crujiente del tubérculo y la jugosidad del marisco crea un juego de texturas que transforma el plato.

Patatas fritas con gambas
Ingredientes
- 600 gramos de patatas
- 300 gramos de gambas
- dos dientes de ajo
- un limón (ralladura)
- 1/2 zumo de limón
- una cucharadita de pimentón dulce
- perejil
- aceite
- sal en escamas
- pimienta negra
Elaboración paso a paso
- Lavar, pelar y cortar las patatas en bastones homogéneos. Secarlas muy bien con papel absorbente para evitar salpicaduras durante la fritura y para que se tuesten adecuadamente.
- Calentar el aceite de oliva en una sartén honda. Introducir las patatas y cocinarlas unos diez minutos.
- En una sartén grande, añadir un chorrito de aceite de oliva virgen extra y sofreír los ajos picados a fuego medio hasta que empiecen a dorarse ligeramente. Incorporar las gambas o langostinos, salpimentar y cocinar durante tres minutos.
- Añadir el pimentón, mezclar rápidamente para evitar que se queme y, acto seguido, agregar la ralladura y el zumo de limón. Retirar del fuego e incorporar un toque de perejil fresco picado
- Subir la temperatura del aceite a 190°C. Freír nuevamente las patatas durante tres minutos, hasta lograr un dorado uniforme y un crujiente profundo.
- Mezclar las patatas con las gambas.
Truco para unas patatas crujientes
Arguiñano ha repetido en numerosas ocasiones que el secreto para unas patatas fritas bien hechas reside en la técnica de doble fritura, que permite que el interior quede tierno mientras el exterior será una corteza crujiente. La primera cocción a baja temperatura garantiza una patata cocinada de forma uniforme. Mientras que, la segunda sella el exterior y genera ese crujido.
Además, el chef insiste en que las patatas deben secarse cuidadosamente antes de freír. Y que la sal debe añadirse justo al salir del aceite, cuando aún están calientes y pueden absorberla mejor.
¿Y con otros tipos de marisco?
Aunque las gambas y los langostinos son la elección más habitual, existen otros mariscos que dan un matiz cítrico y aromático muy interesante cuando se combinan con patatas fritas. Por ejemplo, las zamburiñas ligeramente marcadas en la plancha con unas gotas de limón. También los mejillones al vapor con limón y laurel, puesto que sus jugos pueden mezclarse con las patatas.
Los calamares salteados con lima y cilantro crean una textura tierna que combinan muy bien con las patatas. O las navajas a la plancha con limón y perejil, que por su carácter mineral convierten las patatas fritas en el alimento ideal para absorber su aroma. Además, el pulpo templado con vinagreta de cítricos añade un toque de acidez a su crujiente.
Combinar patatas fritas con marisco y un matiz cítrico es una de esas ideas que parecen simples pero que transforman por completo el plato. La idea de patatas fritas con gambas de Arguiñano, basado en la técnica precisa, el respeto al producto y la búsqueda del sabor fresco, demuestra que incluso las recetas más humildes pueden alcanzar un nivel superior con pequeños gestos.
