Julio Iglesias: el último conquistador
El nuevo libro de Hans Laguna analiza el asalto del cantante español al mercado estadounidense
Cuando Julio Iglesias se instaló en Miami, poco antes de comprarse su primer avión privado, se plantó un día en la terminal del aeropuerto y se entretuvo parando a las señoras que se cruzaban en su camino. Les preguntaba si lo conocían: las latinoamericanas casi todas; las estadounidenses, casi ninguna.
Lo cuenta su amigo Ramón Arcusa, cantante del Dúo Dinámico y uno de sus letristas de más éxito, aportando esta imagen como prueba que sustenta la afirmación que pronunció sobre él Alfredo Fraile, su mano derecha durante dos décadas: «Sufre una adicción enfermiza al éxito».
Tal es así, que entonces, que ya había conquistado Europa, latinoamérica y países tan remotos como como Filipinas o Japón, el cantante latino de más éxito a nivel mundial, sobrepasado con creces el ámbito de los países de habla hispana, sentía incompleta su obra si no conquistaba el mercado norteamericano. Tenía que ser el número uno.
El plan maestro de Iglesias para hacerse con los Estados Unidos, y con el mundo de esta manera, es el eje central del ensayo del músico Hans Laguna, Hey! Julio Iglesias y la conquista de América (Contra, 2022), un trabajo de 430 páginas en el que repasa, con exhaustiva documentación y testimonios de expertos del mundo de la música, de ensayistas y filósofos, los años decisivos de la consagración de Julio Iglesias como artista universal, la forja de un icono que constituye un caso único e irrepetible en la historia de la cultura contemporánea.
«Sufre una adicción enfermiza al éxito»
Alfredo Fraile
Además de centrarse en detallar los mecanismos que propiciaron esta gesta, Laguna analiza el estatus como celebridad del cantante, el mito del latin lover, su estilo vocal o la construcción de su marca personal, con la que se anticipó décadas a las estrategias de comunicación y marketing actuales. Por último, el libro se ocupa de los claroscuros del personaje y de los costes personales que tuvo que pagar por alcanzar su sueño.
«No es andrógino como Michael Jackson, pero tampoco es agresivamente masculino como Tom Jones. Es en cambio un hombre elegante, bien vestido y sofisticado, pero con una sonrisa varonil y zalamera, con unos dientes tan deslumbrantes que, por razones de seguridad, tienen que ser mirados a través de cristales ahumados, como un eclipse solar». Así lo describió en 1983 la revista Time, en plena vorágine de promoción americana. Semanas después fue declarado como el America´s next lover, el amante oficial de los Estados Unidos.
Para llegar hasta aquí, lo primero, según relata el autor del libro, fue fichar por la CBS a finales de los setenta. En 1981, previo pago de dos millones de dólares, la agencia de relaciones públicas Rogers & Cowan lo convirtió en una celebridad al rodearlo de estrellas de la talla de Charlton Heston, Kirk Douglas, Ursula Andress o Priscilla Presley. El siguiente paso fue contratar a la agencia Willian Morris para gestionar sus apariciones televisivas, abriéndosele las puertas de los tonight show, como el de Johnny Carson. Una estrategia parecida a la que hoy ponen en práctica estrellas como Rosalía, que se presenta como «la mayor exportación del pop español desde Julio Iglesias».
En 1984 lanzó 1100 Bel Air Place, su primer álbum en inglés, y protagonizó una gira que superó en ingresos a la de Born in the USA,de Bruce Springsteen. Vendió 8 millones de copias de ese disco, la mitad en Estados Unidos. La guinda al proceso la puso Coca-Cola, que lo fichó como imagen de su marca por 8,5 millones de dólares para competir con Michael Jackson, que era la estrella de Pepsi, aunque solo por 5 millones. El presidente de la multinacional con sede en Atlanta se refirió a Iglesias como «el cantante más popular del mundo» y ese mismo año cantó ante Ronald Reagan y François Mitterrand.
Había culminado su obsesión: «the top of the last step» (la cumbre del escalón final). Era el cantante más vendedor del planeta, el más famoso, pero sufrió el vértigo de la cima: ¿Cómo seguir escalando y hacia dónde? Tras la gran conquista llegó el terror y las inseguridades.
Dice la propaganda editorial de este libro, imprescindible, como se hace también imprescindible una serie documental acorde con el mito, que Julio hoy es un icono kitsch, un personaje de la prensa rosa, un galán machista para algunos, un representante de la españolidad más rancia o un baladista de la tercera edad para otros, pero también es el cantante vivo que más discos ha vendido en la historia, junto con Madonna y Elton John, el primer no anglosajón en triunfar en los Estados Unidos, el primer occidental en cantar en China, el cantante que ha triunfado en más idiomas diferentes, el sex symbol intergeneracional, el hombre al que le cogen el teléfono en la Casa Blanca. Una leyenda que merece un análisis acorde a su trascendencia, más allá del cainismo patrio que intenta reducirlo a un simple meme.