Mónica Pont recupera a su hijo y presume de él como gran promesa del automovilismo
Hace meses que la actriz logró sanar la relación con su hijo Javier y ahora reivindica su talento en las revistas
Mónica Pont encarna como nadie aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor. La actriz y modelo adquirió una gran fama en nuestro país, a finales de los 90, gracias a su aparición en Hostal Royal Manzanares, junto a la inolvidable Lina Morgan. Un papel que pareció ser su catapulta a otros de mayor entidad en cine y televisión, pero la fortuna le fue esquiva.
Hay que reconocer que a la catalana tampoco le ayudó el tormento que vivió al divorciarse de Javier Segrera, el empresario con el que estuvo casada desde el 2002 al 2007. No fue separarse del hombre de su vida lo que más le dolió sino perder la custodia de su hijo. Afortunadamente, la vida siempre da segundas oportunidades -aunque a veces no lo parezca- y ahora Pont ha conseguido recuperar a su primogénito y no solo eso, sino que también presume de él.
Afincada en México desde hace tiempo, en búsqueda de nuevos retos y con las heridas del pasado ya cicatrizadas, Mónica Pont vuelve a las páginas de las revistas del corazón. Y lo hace como una madre orgullosa de su hijo, que lleva el mismo nombre que su padre, al que quiere presentar en sociedad como una promesa en ciernes del automovilismo.
Todo por un sueño
Javier Segrera Pont tiene 19 años, pero hace dos que realizó la gran apuesta de su vida: dejarlo todo para marcharse a Inglaterra y competir en la Fórmula 3 británica. Dejó los estudios e hizo las maletas y sin mirar atrás se lanzó a la aventura más ambiciosa de su vida, porque hay veces que el fin justifica los medios, sobre todo cuando se trata de lograr un sueño de niño. El suyo está claro, ser campeón del mundo de Fórmula 1. Palabras mayores.
El joven ya sabe lo que es hacer un posado para una revista. Lo ha hecho para Hola, en forma de un reportaje con el que se da a conocer al mundo. El hijo de Mónica Pont demuestra una madurez quizá impropia de su corta edad, pero motivada por su temprana mudanza a Reino Unido: «Ha sido la experiencia más enriquecedora de mi vida. He aprendido a cuidar de mí mismo sin tener al lado a mi familia», segura.
Dicen que de casta le viene al galgo y en este caso más que nunca. Javier Segrera fue piloto de rally y ha logrado transmitir a su hijo esa pasión por la gasolina. Valentía, coraje y tesón son las virtudes que Javier sigue para pelear por su objetivo. Imposible que su madre no se derrita ante él: «Veo que hace nada era un niño y ahora ya es todo un hombre».
Mónica Pont vive entusiasmada ante el prometedor porvenir que pueda tener su hijo con un volante entre las manos. No tiene miedo pese a lo arriesgado de su profesión: «¡Me encanta! No es un piloto que se quede atrás sino que todo el rato busca por dónde puede adelantar porque tiene una conducción muy agresiva. Yo adivino lo que va a hacer cuando le veo hacer una maniobra», dice.
El momento más duro de Mónica Pont
La relación con su hijo no siempre ha sido tan fluida. La batalla judicial por su custodia fue agotadora e hizo mella en la relación maternofilial. Con mucho trabajo, ambos lograron retomar primero y fortalecer después su vínculo.
La propia Mónica Pont habló abiertamente de este proceso el pasado mes de agosto, en una entrevista con Jaleos: «Dejé sangrar las heridas, me las curé y tiré para adelante. Me dije: ‘Tu hijo no lo perderás nunca, porque has sido y eres una buena madre y si tú haces bien las cosas, tu hijo regresará algún día’. Y así pasó. Javier y yo hicimos bien las cosas y aquí estamos. Luchar por un hijo a veces es dejar de luchar. Le di su espacio», reflexionó.