El bonito ático de Norman Foster en Londres es una joya de la arquitectura con vistas al Támesis
El archiconocido arquitecto reside entre su palacete de Chamberí y la ciudad inglesa que le vio crecer y formarse

Norman Foster junto a la reina Sofía. | Gtres
Norman Foster es uno de los nombres de referencia si hablamos de arquitectura. Pero Norman no sería Norman sin Elena Ochoa, su pareja y la mujer que se ha convertido en algo más que la persona que le acompaña en la vida. Juntos pasan sus días entre su palacete en Chamberí, en el centro de Madrid, y Londres, donde construyeron, hace mucho tiempo, su ático, que decoraron y diseñaron a su antojo. Hoy en día, su casa en la ciudad del Támesis se ha convertido en un referente en todo lo que tiene que ver con la arquitectura. Y es que no iba a ser para menos.
La vivienda de Foster y Ochoa se encuentra en Albion Riverside, un conjunto residencial de lujo a orillas del River Thames, en la zona de Battersea, entre el Albert Bridge y el Battersea Bridge. El edificio fue diseñado por su propio estudio —Foster + Partners—, lo que significa que su hogar londinense no es un encargo que externalizaron, sino una obra íntima —una materialización directa de sus concepciones sobre espacio, forma, paisaje y convivencia urbana—. La arquitectura del edificio se inscribe en un estilo moderno, high-tech/contemporáneo, característico de Foster: estructura ligera, uso extensivo del vidrio, metal, luz natural, líneas limpias y formas fluidas.
El ático de Norman Foster en Londres

Foster pensó el edificio no como un simple bloque residencial cerrado, sino como parte de un desarrollo urbano más amplio — con mezcla de viviendas, espacios públicos y locales comerciales —promoviendo una «vida de ciudad» integrada, con paseo junto al río, acceso a infraestructuras culturales/comerciales, etc—. El bloque principal tiene una geometría curva —un semi-círculo o «creciente»—, con la fachada hacia el río compuesta de vidrio de suelo a techo y balcones curvos con barandillas de vidrio, lo que permite maximizar las vistas, la iluminación natural y la conexión visual con el río y la ciudad. Ese gesto de apertura —con fachadas transparentes, balcones curvos, líneas horizontales bien marcadas— revela una intención clara; integrar la vivienda al entorno, permitir el máximo de luz, reflejar el paisaje, hacer que el hogar «respire» junto al río.
La casa de Foster y Ochoa no es un piso común; se trata de un ático —o penthouse— que combina lo mejor en espacio, luz y diseño. Una de las versiones más destacadas de un apartamento en Albion Riverside se obtuvo al unir cuatro pisos en uno solo, resultando en una vivienda de más de 560 metros cuadrados, con un gran espacio de planta abierta, ventanales de suelo a techo, balcones con vistas panorámicas al río y al skyline de Londres.
Un espacio abierto con balcones y amplias ventanas
Ese espacio abierto permite una distribución fluida: salón, comedor, zonas de estar, áreas de trabajo, con la flexibilidad de integrar arte, mobiliario de diseño, estanterías de libros u obras —algo que encaja con el perfil intelectual, artístico y cosmopolita de la pareja—. De hecho, en ocasiones la vivienda ha sido escenario de presentaciones culturales o de eventos privados, lo que indica que la estructura interior admite usos públicos o semipúblicos. Los balcones y las ventanas amplias no solo aportan luz y vistas: con las barandillas de cristal y paneles deslizantes de vidrio de altura completa, la vivienda puede abrirse hacia el exterior, fundiéndose con el entorno fluvial. Esa continuidad interior-exterior y la fluidez espacial parecen fundamentales en el concepto de la casa.

En algunos penthouses de Albion Riverside, las renovaciones realizadas prestan atención al detalle; la carpintería, los materiales, el diseño a medida de elementos como puertas, recubrimientos internos y acabados, todo ello contribuye a un ambiente sofisticado, discreto pero lujoso, donde cada parte tiene su función definida. Desde la vivienda, además, se pueden contemplar algunas de las propias creaciones de Foster en Londres —como ciertos puentes o edificios emblemáticos—, lo que convierte la casa en una especie de «mirador personal» hacia su legado arquitectónico. La localización —junto al río, con paseo fluvial, acceso urbano, proximidad al parque de Battersea, a zonas de Chelsea, etc.— sitúa la vivienda en un punto privilegiado: mezcla tranquilidad, naturaleza urbana, río, y proximidad al tejido cultural de Londres.
Albion Riverside, uno de los barrios más lujosos de Londres
De esta forma, su hogar no está aislado en una burbuja residencial: está integrado al pulso urbano, los espacios públicos, y al ritmo de la ciudad; lo que parece encajar con la visión de un arquitecto que piensa la ciudad, el hábitat y la convivencia más allá del mero refugio. La vivienda parece reflejar la sensibilidad de ambos: arquitecto y mecenas del arte. Espacios amplios, luminosos, diáfanos, con curvas elegantes, materiales modernos, y a la vez refinamiento discreto. Es una casa pensada para ser vivida, pero también para albergar arte, diálogo, cultura: no solo como refugio privado, sino como lugar de encuentro, de intercambio, de contemplación.

El estilo combina el minimalismo moderno —vidrio, metal y líneas limpias— con una sofisticación urbana: un lujo sobrio, sin ostentación, en el que la comodidad, el diseño y la vista juegan juntas. La casa no grita su opulencia; la sugiere con equilibrio, orden y elegancia. En ese sentido, la casa de Londres de Foster y Ochoa parece ser el perfecto reflejo de su vida: cosmopolita, móvil entre varias ciudades —Madrid, Londres y Suiza—, con una fuerte dimensión artística, cultural, intelectual. Su hogar no es solo para descansar, sino para inspirarse, trabajar, convivir con su pasado arquitectónico, y mirar siempre hacia adelante.
El barrio donde se ubica, Battersea, tiene orígenes antiguos: su nombre proviene de un asentamiento histórico —documentado desde la época anglosajona bajo formas como Badrices īeg—, cuando era esencialmente un pueblo en una isla del río Támesis. Durante siglos, gran parte de su territorio fue agrícola: huertas, campos de cultivo y suministro de alimentos para Londres, lo que definió un paisaje rural antes de la industrialización. Pero a partir de finales del siglo XX e inicios del XXI, la zona ha experimentado una gran transformación urbana; muchas fábricas y terrenos industriales fueron demolidos o reconvertidos. Las orillas del río, antiguamente industriales y poco atractivas, han sido revaloradas, reconstruidas y reconvertidas en viviendas de alto nivel, zonas comerciales y paseos públicos.
Todavía sigue conservando casas victorianas, viviendas estilo eduardiano, mansiones antiguas, construcciones de principios de siglo, alternadas con modernos edificios — especialmente a lo largo del río — de diseño contemporáneo. También, hay casas de lujo y un histórico parque, el Battersea Park. Sin duda alguna, su proximidad al Támesis sigue siendo una de las claves del barrio hoy: quienes viven cerca tienen un acceso privilegiado al paseo fluvial, con vistas, tranquilidad y una conexión directa al paisaje urbano de Londres. Vivir allí te permite estar junto al río con buenas vistas a Londres y naturaleza cerca —el parque, el río y espacios verdes—, pero sin renunciar a la ciudad. Además, ofrece viviendas de alto nivel, diseñadas incluso por su propio estudio —como es el caso de Albion Riverside—, con open plan, ventanales, balcones, terrazas; ideal para alguien con sensibilidad arquitectónica y gusto por la luz, el espacio y la estética contemporánea.

También, combina discreción, privacidad y confort con posibilidad de vida social: cultura, gastronomía, vida urbana tranquila, entornos elegantes y urbanos; un contexto muy acorde con un estilo de vida sofisticado, internacional y al mismo tiempo relajado. Tiene buen equilibrio entre lo histórico/victoriano —el Londres clásico— y lo moderno —nuevos desarrollos, renovación urbana), lo que permite conjugar tradición e innovación— algo muy cercano al propio espíritu del arquitecto.
