Guerra Rusia-Ucrania: los cinco conflictos en los que está implicado Putin
En la actualidad, Rusia mantiene su presencia en lo que se conoce como «conflictos congelados», guerras temporalmente inactivas en todo aquel territorio que considera su zona de influencia
Desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania, en las últimos meses, el conflicto que ha puesto en jaque la hegemonía de las potencias occidentales se ha convertido en el foco de atención internacional. Ya sea por la cercanía a la Unión Europea o por los intereses energéticos y alimenticios que despierta la zona, lo cierto es que la guerra entre Rusia y Ucrania ha generado un gran impacto mediático.
Sin embargo, a pesar de ser el más llamativo, no es el único enfrentamiento estratégico en el que se encuentra involucrado el país de Vladímir Putin. En la actualidad, Rusia mantiene su presencia en lo que se conoce como «conflictos congelados», guerras temporalmente inactivas en todo aquel territorio que considera su zona de influencia. De esta manera, el Kremlin presiona a Occidente con los conflictos de Georgia, Moldavia, Donbás, Siria o Nagorno-Karabaj que entran en conflicto con sus aspiraciones bélicas y geopolíticas.
La región del Donbás
Situado en el este de Ucrania, este territorio se ha vuelto a convertir en el centro de la invasión rusa del país, tras el fracaso de Moscú por controlar Kiev. En las últimas semanas, las tropas rusas se han visto obligadas a recalcular su estrategia para concentrar toda su fuerza en una región en la que Putin mantiene su presencia alegando que se trata de un intento de «proteger a la población prorrusa».
La cuenca del Donbás ha tenido siempre como principal fuente de recursos las minas de carbón, tanto en la época soviética como tras la caída del bloque. En 1993, los mineros de carbón se declararon en huelga provocando fuertes tensiones con el gobierno de Kiev; en ese momento apareció la primera reivindicación de independencia. Esta huelga fue seguida de un referéndum consultivo en 1994 en las provincias de Donetsk y Lugansk, que se celebró junto a las primeras elecciones parlamentarias de una Ucrania independiente. Durante la década siguiente, la corrupción derivada de la privatización de las empresas llevó a la percepción del Donbás como «la región menos democrática de Ucrania», un sentimiento que se fue asentando en la región hasta convertirse en el hogar del separatismo pro ruso.
Con la reincorporación de los territorios de Crimea y Sebastopol a la Federación de Rusia en 2014, las protestas prorusas acabaron en una guerra entre las milicias de las auto declaradas Repúblicas Populares de Donetsk (RPD) y Lugansk (RPL), contra el gobierno de Ucrania. Los manifestantes independentistas tomaron las sedes de gobiernos en la Ucrania oriental, proclamando la independencia de ciertas localidades.
La confrontación entre las regiones separatistas y el Gobierno central se ha extendido hasta el presente. En abril de 2014 las autoridades de Kiev pusieron en marcha una operación de sus Fuerzas Armadas. Más tarde tuvo lugar una reunión en Ginebra entre los jefes de la diplomacia de Ucrania, la Unión Europea, Estados Unidos y Rusia, en la que se aprobó un documento con medidas para poner fin al conflicto, acordando, además, ciertas revisiones a la Constitución de Ucrania. Sin embargo, esto no fue aceptado por las milicias prorrusas. Todo ello llevó a la celebración de referéndums sobre el estatus político de Donetsk y Lugansk, para que, poco después, parte de estos territorios de Donetsk y Lugansk se declararan independientes de Ucrania como Repúblicas Populares.
Transnitria
Trasnitria, ubicada entre Ucrania y Moldavia, se declaró independiente en contra de la posición de este último. Ante los ojos de Moscú, la región constituye un punto de interés, pues acoge unas 20.000 toneladas de armamento ruso desde la Guerra Fría, además de albergar a 2.000 activos de las tropas rusas. Este antiguo territorio moldavo se encuentra estrechamente ligado a los valores de Rusia y podría llegar a servir de intermediario en caso de que desde el Kremlin decidieran atacar Moldavia, un país cada vez más cercano a Occidente que, además, ha pedido entrada en la Unión Europea.
En las últimas semanas se han registrado en la zona ataques presuntamente vinculados a actos terroristas, tanto por parte de las autoridades locales como por parte de Rusia.
Georgia
En el año 2008, Rusia llevó a cabo una ofensiva contra el país para la que contó con el apoyo de las repúblicas prorrusas Osetia del Sur y Abjasia. En el caso de la primera de estas repúblicas, además, la invasión de Ucrania ha reavivado la llama de la autodeterminación.
El conflicto entre Moscú y Tiflis fue conocido como la guerra de los Cinco Días, debido a que las tropas rusas entraron directamente y arrasaron con todo en un breve periodo de tiempo. Todo ello causó en la población de Georgia un enorme pesar que ha llevado a que el país se haya situado a favor de Ucrania y haya solicitado también su entrada en la Unión Europea ante el temor de que Putin ponga en marcha un nuevo ataque.
Siria
La guerra contra el régimen del presidente Bashar al Asad comenzó como un levantamiento pacífico en el año 2011 para pasar posteriormente a convertirse en conflicto bélico civil a gran escala, que ha contado con la intervención de numerosas potencias globales, como Estados Unidos, Reino Unido, Francia o Rusia. La duración de esta guerra civil se ha visto potenciada, precisamente, por la presencia internacional y sus intereses en la zona. En el caso de Moscú, el papel es aún mayor puesto que el curso de los acontecimientos depende de las decisiones que tome el Kremlin.
Nagorno Karabaj
Los enfrentamientos entre Armenia y Azerbaiyán por el control de la región de Nagorno Karabaj han servido como aliciente a Rusia para conservar su influencia. Las disputas entre ambos países se remontan hasta antes de la creación de la URSS y solo cesaron durante el periodo en el que ambas potencias pasaron a formar parte del territorio soviético. La región, antes habitada por una mayoría musulmana y azerí, se pobló de armenios y formó parte de este país durante unos años, pero fue Stalin quien restituyó la zona como parte de Azerbaiyán por los fuertes lazos económicos, étnicos e históricos. En 1988 se inició una guerra entre los dos países por controlar la región separatista que se extendió hasta 1994. Todo ello derivó en un clima de aparente calma, sellada con la firma en el año 2007 de los Principios de Madrid, por los Armenia prometió devolver los territorios conquistados y garantizar la paz.
El conflicto se reactivó en septiembre de 2020, contando con el apoyo de numerosas fuerzas internacionales, aunque, actualmente, se encuentra aparentemente estable. Rusia, sin embargo, mantiene su presencia en la zona y la intervención de las tropas de Moscú ha contribuido a aumentar la tensión entre armenios y azeríes.