Abren los colegios electorales en Italia con la mirada puesta en la extrema derecha
Más de 65 millones de personas están llamadas a votar hasta las 23:00
Los colegios electorales han abierto este domingo a las siete de la mañana en Italia en unas elecciones anticipadas a las que están llamadas a participar 50 millones de personas y que pondrán fin a la etapa del tecnócrata Mario Draghi como primer ministro.
Los italianos tendrán que dibujar una sola cruz para cada una de las dos papeletas -una rosa para la Cámara de Diputados y una amarilla para el Senado- que se entregarán hoy en las mesas electorales a cada votante hasta las once de la noche, según ha recogido el periódico Corriere della Sera.
En estos comicios, en los que se perfila como favorito el bloque de la derecha, liderado por la ultraderechista Giorgia Meloni, cerca de 4,7 millones de personas tendrán que votar desde el exterior, siendo Europa el continente con más italianos.
«Hoy puedes ayudar a escribir historia», ha escrito Meloni en su perfil oficial de Twitter. La líder de Hermanos de Italia, una formación surgida como escisión del centro-derecha de Silvio Berlusconi y que en apenas diez años ha pasado de ser una anécdota nacionalista, ultraconservadora y antieuropea a posicionarse como favorita, con una intención de voto de más del 20 por ciento.
La líder que en su juventud describió al dictador Benito Mussolini como «un buen político» es ahora el mayor exponente del descontento social que ha relegado a un segundo plano a los bloques que tradicionalmente habían dominado la política italiana, gracias al cual también lograron importantes resultados en las elecciones previas el Movimiento 5 Estrellas (M5S) y la Liga.
En el caso de Meloni, ha sumado nuevos adeptos tras matizar parcialmente algunas líneas de su discurso -sigue siendo crítica con la UE pero ya no plantea la salida del euro-, pero se mantiene fiel a sus mensajes en contra de la inmigración o en favor de la familia tradicional.
En materia fiscal, plantea una rebaja de impuestos, dentro de un debate más amplio en el que la derecha estudia imponer un tipo único para todos los niveles de renta -del 15%, según el líder de la Liga, Matteo Salvini-.
Salvini es el segundo gran protagonista de la alianza de derechas y aspira a entrar de nuevo en el Gobierno, como ya hiciese en una etapa anterior con el M5S en la que ejerció de ministro del Interior e hizo gala de su doctrina de ‘puertos cerrados’ para los migrantes que intentaban alcanzar las costas italianas.
El tercero en discordia en esta alianza de derechas es Berlusconi, que al frente de Forza Italia se mantiene contra viento y marea en la primera línea política, aparentemente inmune a escándalos que van en los últimos años desde los delitos económicos hasta potenciales abusos en sus controvertidas fiestas.
Berlusconi, que tradicionalmente ha representado a la derecha moderada en Italia, ha terminado fagocitado por dos formaciones radicales y, durante la campaña, se ha visto abocado a asumir que Meloni tendrá derecho a encabezar el próximo Gobierno si, como parece, su partido es el más votado en las elecciones.
División en el bando rival
El bloque conservador, que aspira a la mayoría absoluta e incluso a una supermayoría, no se habría visto afectado en la campaña por la sombra de la guerra de Ucrania, que ha obligado a los tres partidos a tratar de dejar atrás su habitual empatía o incluso cercanía personal con el presidente ruso, Vladimir Putin, y su órbita.
No obstante, sí han cuestionado públicamente las sanciones impuestas por la UE contra Moscú, apelando a los efectos colaterales perniciosos, y la oposición ha tirado de hemeroteca para recordar las visitas de Berlusconi y Putin a la península de Crimea o los lazos de la Liga con el oficialista Rusia Unida, entre otras historias.
Ni las advertencias sobre la influencia rusa ni los avisos relativos hacia un potencial giro radical en la política interna han servido para que se configure una verdadera alternativa de izquierdas en Italia, a pesar de los esfuerzos del ex primer ministro Enrico Letta de aunar fuerzas en torno al Partido Democrático (PD).
El frente de izquierdas finalmente ha quedado desdibujado con Europa Verde, Izquierda Italiana y Compromiso Cívico –este último un partido creado por Luigi di Maio–, y aunque aspira a superar el 20 por ciento de los votos, podría no bastarle a Letta para tener opciones de gobierno.
Por detrás se sitúan el M5S, liderado por el ex primer ministro Giuseppe Conte y que ya dejó claro desde un inicio que iría por libre, y una alianza ‘ad hoc’ entre la Italia Viva de Matteo Renzi y la Acción de Carlo Calenda, que a lo más que aspiran a tener algo que decir en unas hipotéticas negociaciones postelectorales.
Pase lo que pase, Draghi ya ha dejado claro que no quiere seguir en el poder. El nombre de este economista, antiguo responsable del Banco Central Europeo (BCE), fue la única vía de consenso que el presidente italiano, Sergio Mattarella, encontró a principios de 2021 para evitar que Italia se despeñase por el abismo político.
Draghi da la tarea por cumplida, especialmente después del desgaste que le ha supuesto encabezar un gabinete de supervivencia con una amalgama de partidos, tal como dejó claro en su última rueda de prensa. En esta comparecencia, apostó por el europeísmo y defendió la fortaleza de Italia frente a cualquier posible «títere» de intereses externos.
Después de las elecciones
El ‘ránking’ electoral que surja tras el cierre de las urnas este domingo, sin embargo, no tiene por qué significar un pacto automático para formar gobierno. Una vez repartidos todos los escaños –en virtud de un sistema que combina listas y candidaturas uninominales–, corresponderá a Mattarella abrir a mediados de octubre una ronda de contactos.
Berlusconi se jacta de ser el último líder en convertirse en primer ministro tras encabezar la lista de un partido en unas elecciones, algo de lo que han pasado ya más de catorce años. El habitual pulso entre aritmética y egos ha hecho que en este tiempo se busquen candidatos alternativos dentro del partido más votado o personalidades independientes capaces de generar un mínimo consenso entre formaciones que, de otra forma, nunca se entenderían.
De hecho, la retirada de los apoyos necesarios al Gobierno de Draghi ha obligado a adelantar a las elecciones a este 25 de septiembre. La Constitución establece que la renovación de las cámaras debe realizarse cada cinco años y los últimos comicios se celebraron en 2018.
Menos diputados y senadores
Unos 50 millones de italianos están llamados a elegir quiénes ocupan 400 escaños de la Cámara de Diputados y 200 del Senado. En ambas cámaras habrá ahora menos legisladores, conforme a lo establecido en una reforma constitucional avalada en referéndum por la ciudadanía en septiembre de 2020.
Los colegios permanecerán abiertos desde las 7.00 hasta las 23.00 horas, aunque los resultados definitivos no verán la luz hasta el lunes. Los sondeos anticipan una participación inferior a la de procesos anteriores, por lo que no se descartan sorpresas que pueden llegar también en función del lado hacia el que se inclinen los indecisos de última hora.